Por Omar Auton
“La verdadera política, es la política
Internacional” Juan Perón
A nuestra clase dirigente le hace falta un largo y profundo, baño de realidad, tanto nos hemos olvidado de Perón, que hasta la frase que encabeza este artículo ha quedado en el olvido, su significado no pasa por copiar mecánicamente los análisis de autores extranjeros sobre la realidad política europea, rusa, china o de EE.UU y aplicarlos o copiarlos a nuestra realidad, hay que estudiar en serio los movimientos y cambios o tendencias, sus orígenes y expresiones políticas e ideológicas y ver como repercuten o influyen en la visión que tienen de Argentina, paralelamente hay que tener muy en claro cuáles son nuestros intereses y obrar en consecuencia.
Sin embargo, oficialismo y oposición hacen todo lo contrario, Milei arrastrándose hasta la abyección para ser protegido por Donald Trump, abriendo nuestras fronteras al desembarco y establecimiento de bases militares yanquis y alineando al país de una manera demencial y vergonzosa a las políticas de EE. UU e Israel, acompañando la orfandad de éstos en cada votación de la ONU e incorporando al país a conflictos ajenos o respaldar un estado genocida como el israelí.
La oposición, con escasas excepciones explicando tanto cipayismo vendepatria en supuestas pertenencias a “nuevas derechas” o “fascismos redivivos” en Europa, en cuya bolsa cabe también Donald Trump, mezclando a Le Pen, Orban, Meloni con Putin y Xi Jinping, el gobierno de Irán o Corea del Norte, nuevos ejemplos de gobiernos autoritarios.
Porqué EE. UU o China pueden disputarse Argentina.
Voy a seguir a un pensador y escritor argentino de valía como Gabriel Merino que en su libro “China en el (Des)orden Mundial” nos explica “Argentina representa la tercera economía en América Latina y la segunda en América del Sur, después de Brasil, y se destaca como un importante productor mundial de alimentos. Además, posee un gran potencial en la obtención de minerales (que ya está en pleno despliegue y algunos de los cuales son centrales para la transición energética como el litio) y también en la elaboración de hidrocarburos (posee la tercera reserva más grande del planeta). A la vez es el principal productor sudamericano de software, tiene un buen nivel de formación en su fuerza de trabajo (capital humano) y posee importantes capacidades científico-tecnológicas para ser un país semi-periférico de tamaño medio. En materia geopolítica es de destacar su proyección antártica y su carácter bicontinental, su gran litoral marítimo de 4500 km. sobre el atlántico sur y por supuesto, su lugar clave en la Cuenca del Plata, espacio nuclear de América del Sur desde el cual construir una confederación continental y un centro económico emergente…Su ingreso a los BRICS junto a Brasil podría haber fortalecido la sinuosa y disputada construcción de un bloque regional, que colisiona con los intereses hemisféricos de Estados Unidos”.
Si a esto le agregamos que por su tamaño Argentina es el séptimo país más extenso del mundo y el cuarto de América, sus reservas de agua dulce, su potencial de desarrollo en materia nuclear, escasa población y paso natural del Atlántico al Pacífico, por el Estrecho de Magallanes, es fácil de comprender que EE.UU, cualquiera fuera su gobierno, cobijaría los desatinos de un mediocre y fracasado como persona y profesional, junto a su Corte de los Milagros, dispuesto a entregar todo eso a cambio de la impresión de un tweet y una foto babeándose de emoción.
Pero además de permitirle el control del Atlántico Sur sin conflictos, hoy se ve obligado a sostener los costos de una base militar y nuclear en nuestras Islas Malvinas y a nuestro reclamo de soberanía, Milei se dispone a destruir el Mercosur, aislar a Brasil, abandonar a su suerte a toda América del Sur y he aquí la última joya, detener el avance comercial, financiero y político de China en el “Patio Trasero” del imperio americano en decadencia.
EE. UU, aliado a Gran Bretaña, dejaron a Europa abandonada a su suerte, la obligan a nuevos recortes presupuestarios para sostener el 19% del gasto militar al 2024, con un compromiso de incremento al 5% DEL PIB europeo para 2035, además de derivar ese gasto a comprar material bélico de EE. UU, con el fin de mantener en funcionamiento el aparato militar-industrial, denunciado por Eisenhower en los años 60.
Por si esto fuera poco ha pedido se incrementen las importaciones de alimentos y granos, así como de petróleo y gas licuado desde EE. UU, mucho más caro que el gas ruso, cuyo costo permitió el sostenimiento de la industria alemana y francesa hasta su corte a raíz de la guerra de Ucrania. He aquí las causas del resurgimiento de movimientos nacionalistas, anti Bruselas y Unión Europea, que rechazan además la democracia liberal, laica y global, que les fue impuesta hasta ahora, se trata de un nacionalismo defensivo, muchas veces xenófobo, pero ese rechazo no se basa como con el nazismo en cuestiones de superioridad racial sino por disputa de la escasa oferta de trabajo, conflictos culturales o miedo al terrorismo.
El bloque anglosajón se encuentra jaqueado también en África, con la incorporación de Egipto y Etiopía como miembros plenos a los BRICS y Nigeria y Uganda como países socios, sumado a la aparición de la Conferencia de Estados del Sahel (Mali, Níger y Burkina Faso) países que han expulsado las bases y tropas de la OTAN de su territorio.
Lo mismo o peor ocurre en Asia, la incorporación de potencias petroleras como Irán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos como miembros plenos a los BRICS y de viejas repúblicas de la ex URSS como Kazajistán y Uzbekistán, sumados a los ex Tigres Asiáticos como Malasia e Indonesia más el fortalecimiento de la Organización de Cooperación de Shanghái donde conviven China, Rusia, India y Pakistán, junto a Kirguistán, Tayikistán, Kazajistán y Uzbekistán, refrendado recientemente, revela claramente que la OTAN es el último baluarte del poder global anglosajón, solamente su poderío militar mantiene a EE.UU y el hecho de ser un centro financiero, a Gran Bretaña, como actores de un planeta que ha abandonado los unipolarismos o bipolarismos y marcha a un pluralismo para el cual occidente ya ha dejado de ser la locomotora industrial.
Trump es la expresión defensiva del imperio en decadencia, pero está decidido a mantener sojuzgado, a cualquier costo a su “Hinterland”, de ahí el regreso del viejo apotegma “América para los (norte)americanos”.
El instrumento se llama Javier Gerardo Milei, el traidor a la patria más grande desde Bernardino Rivadavia
Ahora bien, para salir de esta situación lo peor que podríamos hacer es correr a buscar auxilio en China, esta potencia si bien por sus características aparece como más potable a una asociación similar a la que mantuviera Argentina con Gran Bretaña hasta 1930, nos condenaría a una profundización del modelo primario de producción, especialización en commodities y pondría en severas dificultades la posibilidad de un desarrollo industrial propio ante el volumen de las exportaciones manufactureras chinas.
Ya a fines de la década pasada China consumía el 59% del cemento mundial, 47% de la carne de cerdo, 27% de la soja, 23% del maíz, 14% del petróleo, 50% del cobre y esos números han aumentado. En este siglo el comercio con América latina aumentó 35 veces, pasando de 14.000 millones de dólares en el año 2000 a 500.000 millones en 2022, mientras que la IED entre 2005 y 2019 fue de 130.000 millones de dólares, casi 10.000 millones de dólares anuales.
Con el lanzamiento de la Iniciativa de la Franja y de la Ruta, a la que ya se han sumado 22 países latinoamericanos, entre ellos Argentina, por ahora, desde 2009 China se ha convertido en el primer o segundo socio comercial, inversor y acreedor extranjero de la región. En el caso Argentino el tan mentado Swap por 20.000 millones de dólares, viene siendo fuertemente cuestionado por EE.UU, que reclama que se lo deje sin efecto, casualmente la misma asistencia que parecería se encamina a contraer Milei en los recientes acuerdos con el tesoro norteamericano, tendría como requisito dejar sin efecto la ayuda China.
Ahora bien todo esto se desarrolla en medio de la escalada confrontativa que Trump ha desatado contra Beijing en el marco de la disputa global, que lleva varios años y tuvo picos en el anterior gobierno republicano y se mantuvo con Biden, en medio del (Des) orden global que tan acertadamente define Merino y que, muy sucintamente, describiéramos anteriormente.
Es llamativo que cierto sector “desarrollista” del peronismo sueñe con una alianza con China a cambio de exportar cobre, petróleo, litio, carne de cerdo, y soja, esto permitiría acceder a las divisas por importaciones que significaría equilibrar las cuentas y superar el cuello de botella de la escasez de reservas y guarden silencio respecto del efecto de la situación de la industria local en ese nuevo “modelo de complementación”, como ya sabemos con Inglaterra duró varias décadas, pero su caída nos dejó a la deriva y hace casi un siglo que algunos sectores siguen buscando un nuevo socio para volver a ese pasado como si el mundo permaneciera inmóvil.
Un dato llamativo es que en aquella asociación Argentina era aún el “país de las vacas”, hoy el principal vendedor de carne vacuna a China es Brasil, sí el mismo país que hasta hace 25 años sólo tenía carne de mala calidad para consumo interno (miles de argentinos que desde los años 90 invadieron las playas brasileñas, aprendieron a comer pescado por que la carne era dura y carísima) y el segundo EE.UU, algún día habremos de preguntarnos porqué dejamos de ser un país productor de alimentos para dedicarnos a los porotos de soja y los biocombustibles y en qué momento nuestra ganadería se dedicó al feedlot, lo que redujo la cantidad de carne producida y por ende a que los consumidores locales tengan que pagarla carísima para que queden saldos exportables (hoy es más barato comer un asado en París que en Buenos Aires).
En realidad esto viene desde hace muchos años, desde que la cantidad de cabezas de ganado no siguió el crecimiento de la población, porque la vieja oligarquía y los actuales grupos financieros prefirieron y prefieren vender menos y muy caro a ganar vendiendo en gran cantidad para el mercado interno y exportar al mismo tiempo ganando un poco menos por kilo e incluso sacrificar terneros y vientres para dejar más tierras para la soja
En resumen, nuestra agroganadería ya no alcanza para asociaciones “virtuosas” con la nueva potencia, en el cobre y el litio competimos con Chile y Bolivia, por otra parte se trata de exportaciones sin elaboración o sea sin valor agregado, la minería tiene un tiempo de explotación, luego las empresas se van y sólo quedan los agujeros y las napas contaminadas. No estoy en contra de la minería ni mucho menos, sólo que debe ser parte de un proyecto integral de desarrollo que, por ejemplo, privilegie la generación de puestos de trabajo en la transformación del mineral y exportar manufacturas (pilas, baterías, conductores) y no materia prima.
El modelo de Milei de RIGI, aprobado lacayunamente por el Congreso Nacional dentro de la Ley Bases, es un espanto jurídico además de un canto a la dependencia ya que permite a la empresa que se acoja a él que traiga la maquinaria, aunque sea usada, emplee mano de obra extranjera, ya está ocurriendo ya que las empresas prefieren emplea mineros chilenos y bolivianos, con mucha experiencia en la actividad y menor costo laboral a tomar argentinos, no contrate servicios de empresas locales sino internacionales, no paguen ganancias y puedan remesar utilidades sin control.
En este marco sólo queda el petróleo y gas de Vaca Muerta como haber, al menos para reducir el gasto en importaciones de energía que han sido uno de los grandes problemas para el déficit fiscal en los últimos años, si la Argentina crece y la industria se reactiva hace falta energía si la que producimos no alcanza hay que importarla, eso genera un gran agujero fiscal, las divisas se evaporan, comienzan las corridas del dólar y una crisis tras otra.
Resumiendo, los vendepatria locales solamente atinan a vender más y más recursos, que son del pueblo argentino, simplemente para sostener un sistema de timba financiera, los “grupos inversores” o hacen ganancias con el carry trade o bien invierten en negocios de corto plazo, con ganancias aseguradas, las grandes potencias buscan hacerse de recursos que necesitan como el agua para la gran disputa por la supremacía en los desarrollos de alta tecnología en la industria manufacturera, bélica y de las comunicaciones y el gobierno se enrola en un “occidentalismo de cotillón” ya descripto.
Algunos sectores del peronismo (los gorriones) imaginan un modelo exportador de similares características pero que asegure el ingreso de divisas para sostener el equilibrio fiscal sin necesidad de los ajustes salvajes como el que estamos viviendo, pero sin un modelo industrial con justicia social.
Merino describe muy bien las alternativas que se abren ante nosotros:
“ 1) Avanzar en una mayor periferialización regional, atados y subordinados en términos políticos y estratégicos al polo de poder angloestadounidense en declive en un mundo en crisis, atrapados en el estancamiento y la financiarización. (Los gusanos).
“2) Ir hacia una especie de neodependencia económica con China y otros emergentes, establecida de hecho por las obvias asimetrías económicas y el sostenimiento del proyecto neoliberal, primario, exportador y extractivista, combinada con una subordinación estratégica al establishment occidental (con sus distintas fracciones en pugna” (los gorriones).
“3) Aprovechar el escenario mundial y la multipolaridad relativa, así como el ascenso de China y las oportunidades que esto ofrece (incluso porque no presenta un patrón imperialista de desarrollo y necesita del ascenso del sur global,) para construir un proyecto nacional-regional de desarrollo y resolver las tareas de la segunda dependencia” (los halcones).
Cualquier peronista honesto y que no haya sido ganado por la resignación noventista sabe perfectamente cuál es el camino a elegir, con todos los inconvenientes y peligros que encierra, las otras alternativas presenta peligros aún mayores, (entre otras cosas porque son inviables), por eso estoy convencido que nos hallamos frente a dos desafíos: 1) Ganar las próximas elecciones, aunque sea por un punto, para ordenar la indignación popular ante el latrocinio político, social y económico del actual gobierno, aunque ello nos obligue a votar algunos candidatos que no merezcan crédito alguno, es lo que hay y hay que ganar y 2) Poner en movilización todas las estructuras del peronismo, sindicales, sociales, profesionales, de la mujer y juventud, ordenar y profundizar un debate que ya se está dando en forma fragmentada y dispersa, para construir una alternativa superadora, de futuro, capaz de recuperar la confianza y la esperanza de los argentinos.

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