Por Omar Auton
“No hay viento favorable para el marinero que no sabe adonde va” (Séneca)
Sé que es un lugar común recurrir a viejos refranes o dichos, pero no me importa ya que entre el título y la frase de Séneca, hay un diálogo, digamos que podríamos decir que “Ulises no recuerda Itaca, por lo tanto mas allá de lo favorable de los vientos, no tiene adonde ir” o para hacerlo mas contemporáneo “Que cuando alguien ha olvidado sus orígenes, difícilmente pueda obtener réditos de situaciones favorables y hallar un camino”.
De esto vengo hablando en mis libros, en capítulos anteriores, en mi obstinación en poner sobre la mesa de debate distintos momentos de nuestra historia, incluso la mas reciente, como han sido los años 70, donde los únicos dos demonios reales han sido, por una parte, un relato sobre una juventud idealista, que soñó con un mundo de justicia y fué primero traicionada y luego “diezmada” como le gusta decir a Cristina Fernández de Kirchner y otro relato brutalmente exhibido entre 1976 y 1983, que quedó larvado durante años y que cuando el fracaso político del progreperonismo, que tuvo el primero de los relatos como valor fundante, se convirtió en lenta agonía de fracasos sucesivos, emergió cruelmente para ser valor fundante del Macrimileísmo.
Explicar porqué resurge la reivindicación del terrorismo de Estado con el Macrimileismo, es muy sencillo, a partir de 1983 se juzgó, condenó, indultó y volvió a juzgar, a los responsables militares de las atrocidades de la última dictadura, sin embargo, esos mismos vaivenes de la democracia nos adelantaban que el “huevo de la serpiente” seguía anidando ¿donde?:
1) En la UCR que reclamó “Terminar con la guerrilla industrial” poco antes del golpe y los viejos partidos conservadores como la UCeDe, de la familia Alsogaray, el socialismo que le había dado embajadores a Videla, o dirigentes devenidos empresarios como Adelina de Viola, Alberto Albamonte, y el mas paradigmático de los 90, José Luis Manzano
2) En los empresarios que acompañaron a la dictadura y con ella lograron que se estatizara su deuda externa, concentraron riqueza y ramas de la actividad (Grupo Clarin, Techint, Ledesma, etc), consolidaron la patria financiera, y permitieron, como en Ford, que los campos de concentración funcionaran dentro mismo de las plantas industriales e hicieron las listas de delegados gremiales y activistas a secuestrar.
3) En el poder judicial, donde se sostuvo la misma “casta” que rechazaba los hábeas corpus, juraba por el Estatuto del Proceso Militar y consolidó a familiares, socios y amigos en los juzgados y secretarías clave, junto a los grandes estudios jurídicos y jurídico-contables que asesoraron a los grupos económicos desde 1976 en adelante.
4) En la oligarquía, antes ganadera devenida en esos años en agrofinanciera, que había multiplicado fortunas con la “Plata Dulce”, la timba financiera y la evasión fiscal. Si antes había existido un poder “del campo”, ya en las postrimerías del gobierno de Isabel Perón era notorio que había un pool de multinacionales como Bunge y Born, gerentes de filiales locales de grandes empresas (Ford, Fiat, Siemmens, Mercedes Benz, Esso. Shell, ) y mixtas (Acindar, Arcor, Astra, Celulosa), sumadas a la Sociedad Rural, Confederaciones Rurales y sus socios menores, que comenzaban a perfilar lo que hoy se llama “El círculo rojo”.
Ninguno de estos sectores fue puesto en el banquillo de los acusados pese a que toda la dirigencia política, el periodismo y los jueces menos comprometidos sabían perfectamente que el objetivo de la dictadura procesista había sido reconvertir la Argentina, aniquilar el modelo industrial y con ello, los restos de la independencia económica, al poder sindical que reflejaba el poder de los trabajadores organizados, columna vertebral de ese modelo y que había aportado mas del 70% de las víctimas de secuestros, torturas, asesinatos y desapariciones de los “años de plomo”, por ende los autores intelectuales y beneficiarios de la barbarie, quedaron impunes y con su poder aumentado exponencialmente.
Mientras la dirigencia política fué funcional a sus intereses, por omisión, cobardía y mediocridad (Alfonsín) o por acción, con un entusiasmo proporcional a su falta de estatura política, corrupción, e improvisación (Menem), multiplicaron su poder y concentraron mas y mas la riqueza, cuando todo estalló en el 2001, comenzaron a trabajar desde las sombras para preparar el futuro.
Cierto es que entre 2003 y 2015, volvió un gobierno de carácter popular, que trató de restañar las profundas heridas dejadas por la exclusión y pobreza creciente y reconstruir la gobernabilidad, tan cierto como que no avanzó sobre estos poderes, que por otra parte si ya hubieran sumado sus votos en aquel año, habrían ganado las elecciones, Menem, López Murphy y Elisa Carrió sumaron en la primera vuelta el 55% de los votos, contra el 36% de las listas de Kirchner y Rodríguez Saá.
Un período poco estudiado o conocido es el interregno de la presidencia de Eduardo Duhalde, este asume luego de varios intentos fallidos (Puerta, Rodríguez Saá, Camaño) y de la mano de Jorge Remes Lenicov manejan la salida de la convertibilidad, costosa y difícil, logra que se alcance cierta estabilidad que se consolida con la llegada de Roberto Lavagna, y con otra figura notable del momento que fue el ministro de salud, Ginés González García que evitó la quiebra total del sistema de salud ante la devaluación de la moneda. Estos dos funcionarios apuntalaron, luego el gobierno de Néstor Kirchner, cuando se consiguió una reestructuración histórica de la deuda externa y la cancelación de la deuda con el FMI. Lavagna fué reemplazado en el 2005 por Felisa Miceli y González García en el 2007, con Cristina Kirchner como presidente, por Graciela Ocaña.
La década kirchnerista no logró detener la extranjerización de empresas, consolidó la dependencia de las divisas del campo, y a partir de 2011 no pudo mantener el crecimiento ni detener el proceso inflacionario. En esos años se instrumentó una profunda “desmenemización” del peronismo, exhibiendo la gravedad del daño infligido por las privatizaciones, los negociados, la desindustrialización, etc, pero se ocultó que el propio Néstor Kirchner había privatizado el Banco de Santa Cruz con el grupo Eskenazi, apoyó la privatización de YPF a cambio de las regalías, que fueron al Banco de Santa Cruz, de ahí que cuando en 2008 se intenta “argentinizar” la empresa petrolera, Kirchner convoca a Eskenazi para que compre el 25% de las acciones, llamativamente lo hace sin poner un peso ya que el importe a abonar se cubrió con un préstamo de Repsol (la empresa vendedora) y del Credit Suisse, cuando en 2012 Cristina Kirchner nacionaliza el 51% de YPF, el grupo Petersen (Eskenazi) le vende su reclamo al fondo Burford que es el titular del juicio que motivó el reciente fallo de la jueza Preska en Nueva York, he ahí la “burguesía nacional” a la luz.
Asimismo aún se puede hallar en Youtube el discurso de Cristina en la Constituyente de 1994 donde afirmaba “Sería injusto hablar solamente desde la consigna o desde la mera crítica, sobre este modelo. Debemos reconocer también sus logros. No podemos obviar que cuando recibimos el gobierno en 1989 éramos un país fragmentado, al borde de la disolución social, sin moneda y con un Estado sobre dimensionado que como un dios griego se comía a sus propios hijos. Entonces hubo que abordar una tarea muy difícil, reformular el Estado, reformarlo, reconstruir la economía, retornar a la credibilidad de los agentes económicos en cuanto a que era posible una Argentina diferente. Se hizo con mucho sacrificio, pero se logró incorporar definitivamente pautas de comportamiento entre los argentinos, estabilidad, disciplina fiscal, todos ellos, logros muy importantes”.
No intento descalificar a la ex presidente, fuimos millones los que consideramos que había que producir un cambio profundo en un modelo heredado de la dictadura, de empresas estatales hipotecadas y en virtual quiebra, empleo público en todos los niveles que encubría la falta de crecimiento en la economía, que luego advertimos que eso degeneraba en una subasta corrupta donde se liquidaban las empresas pero el Estado quedaba a cargo de sus deudas, resignaba la jurisdicción a tribunales extranjeros, se transfería a las provincias la responsabilidad de asegurar la salud y la educación, sin partidas presupuestarias, mientras un dólar barato permitía el turismo masivo en Brasil, Miami, Europa o el Caribe, una apertura indiscriminada que mantenía baja la inflación junto con el modelo de convertibilidad que llevaba a la quiebra de miles de pequeñas y medianas empresas y estimulaba un consumismo desenfrenado a los sectores con ingresos fijos y empleo registrado (pensemos que el que ganaba 1000 $ por mes ganaba 1000 U$S, cuando el salario mínimo era de 200 $, en 1995).
Bueno habría sido que todos asumiéramos nuestra responsabilidad en lo ocurrido en esos años, no es pecado equivocarse, menos aún cuando muchas medidas se tomaron en medio de una crisis terrible, como la misma Cristina lo describe, un colapso del esquema bipolar mundial que había durado 45 años y la herencia terrible de la última dictadura, es mas, el rol del Estado y del sector privado en los servicios públicos es un debate pendiente.
¿Porqué se negó, se ocultó un pasado, que aún se conserva en las redes?, porque había que producir un relato que alejara al gobierno de la responsabilidad en un modelo económico y en una dirigencia política que habían sido repudiados en diciembre de 2001, había que ocultar símbolos partidarios, dejar de cantar “La marcha”, cuestionar “el pejotismo”, desplazar a “Los barones del conurbano” mote con el que se estigmatizó a los intendentes, a Duhalde, pese a que era quién había apadrinado la candidatura de Néstor Kirchner en 2003, nace la “Transversalidad”, intento de construir un espacio con radicales disidentes, socialistas y ex comunistas que habían quedado a la deriva luego de la caída del Muro de Berlín, socialdemócratas y ex frepasistas, que tuvo su momento de gloria en el 2007 con la fórmula Cristina Kirchner- Julio Cobos, con un final por todos conocido.
Con el auxilio de ideólogos como Bonasso, Verbitsky, José Pablo Feinmann y mas tarde Ernesto Laclau y Chantal Mouffé, se rearma la leyenda del Perón maligno y traidor que engañó a los jóvenes inocentes e idealistas, o bien del Perón viejo, gagá, manejado por su entorno, muy al gusto de ex montoneros y militantes del ERP, reconvertidos, que pasaron a ocupar cargos de gobierno, se levanta la imagen de Evita, como la verdadera revolucionaria, arquetipo junto al Che Guevara del sacrificio extremo por un ideal y si bien la de los derechos humanos era una causa justa, se la retoma para judicializarla respecto de los militares pero encapsulada en el discurso respecto de los responsables civiles, salvo con el grupo Clarín a partir del conflicto con el campo y a posteriori, recordemos que el último acto de gobierno de Kirchner en el 2007, fue aprobar la fusión de Multicanal con Cablevisión, nacimiento del “Monopolio”, “la corpo”, etc, dos años después.
Es que se compra llave en mano el concepto de populismo de Laclau, un ex militante del Partido Socialista de la Izquierda Nacional, liderado por Jorge Abelardo Ramos, que se enfrenta con éste porque reclama que la izquierda nacional, sus militantes y dirigentes “entren” al peronismo, que el socialismo es la ideología de la clase trabajadora, en Argentina los trabajadores son peronistas, por ende había que meterse en el peronismo para explicar a los trabajadores cual era su verdadera ideología. Ramos se opuso terminantemente, Laclau viajó a Inglaterra, obtuvo un cargo docente y olvidó sus devaneos revolucionarios, pero eso fue lo que hicieron Firmenich y sus secuaces tiempo después, con las consecuencias conocidas.
En esta visión, el peronismo y otras expresiones populares son formas de un “populismo” virtuoso, nace cuando se logran hacer coincidir reclamos o demandas de diferentes sectores, no organizados, y se pone enfrente un “enemigo” responsable de esos problemas, con eso alcanza para empezar y luego se va construyendo la argamasa que mantiene unidos a esos sectores, tarea de una “vanguardia” con una ideología firme y estructurada en un partido de cuadros. El peronismo era ese “gigante invertebrado” del que hablaba Cooke, por ello se debía copar su conducción, dotarlo de ideología y…, aquí comienzan las dudas, ya habían desaparecido los ideales del socialismo, la revolución y cambiar el mundo, eso había terminado en un fracaso global con la desaparición de la Unión Soviética y la caricatura cubana de una revolución ¿y ahora que?
Son los años de una nueva hegemonía, a los fracasos de Collor de Mello, Fujimori, Carlos Andrés Perez, Lacalle, Fox, etc, en los 90 y de Toledo, Zedillo, Battle o Gutiérrez en los comienzos del siglo XX, se abre paso una nueva generación de diversos orígenes e intenciones: Kirchner, Lula, Correa, Chavez, Evo Morales, Fernando Lugo, se muestran como los nuevos vientos de un sueño, la unidad de Sudamérica en un proyecto común y soberano, cada uno respondía a procesos históricos muy diferentes, pero los acercaba la necesidad de construir un poder en medio del unipolarismo de EE.UU, ante la desaparición de la URSS.
En Argentina se intentaría construir un capitalismo al estilo de la socialdemocracia europea, con ampliación de derechos, adhesión a las agendas de las minorías sexuales, pueblos originarios, mejor redistribución de la riqueza, pero sin quebrar con herencias que resultaban un obstáculo insuperable, leyes de inversiones extranjeras, entidades financieras y código agrario de la dictadura, un poder económico que había aumentado su influencia a niveles antes desconocidos, con un monopolio absoluto de los medios de comunicación. Con serios problemas de balanza de pagos, de inversión y crecimiento, graves dificultades energéticas y el compromiso de un endeudamiento, que si bien había sido reestructurado, mantenía una demanda de recursos para ser atendido.
En lo político, como lo dije anteriormente, se había tomado distancia de muchos dirigentes del peronismo histórico, especialmente con los gobernadores e intendentes, a los que se buscaba someter con los aportes del tesoro nacional, enfrentamientos con el movimiento obrero, al que se intentaba dividir y acercar a los dirigentes mas progresistas o de izquierda (según la opinión del gobierno) en detrimento de la repudiada “burocracia sindical” que representaba a la inmensa mayoría de los gremios industriales y de servicios, a los que, por ejemplo, se acusaba de haber sido aliados del “menemismo” y no haberse opuesto a las privatizaciones, demonizando así su propio pasado.
No estoy negando pasos positivos como la recuperación de YPF o Aerolíneas Argentinas, el intento de ampliar el frente de gobierno con otras fuerzas políticas (más allá de las pésimas decisiones en los personajes elegidos), la idea de la necesidad de releer los caminos o iniciativas a la luz de las nuevas realidades del siglo XXI, apoyar fuertemente la investigación científica y disminuir la pobreza, pero al no modificar las estructuras económico-sociales que habían llevado al país a la tragedia del 2001, a la exclusión de 1 de cada 3 argentinos del trabajo, a la crisis de un sistema educativo que exhibía gravísimas falencias, y un sistema de salud que estaba sometido al aumento permanente de sus costos por la dependencia de insumos y tecnología importada, a los cuellos de botella de balanza de pagos e ingreso de divisas, por la dependencia de un sector agropecuario que había dejado de producir alimentos para orientarse a los biocombustibles o a la soja y que luego del fracaso del gobierno con la Resolución 125/08 chantajeaba año a año a éste no liquidando sus ingresos por exportaciones, hacía crecer las dudas sobre el futuro.
Si sumamos la soberbia y el sectarismo que fué restándole aliados, como la CGT y los movimientos sociales ante el “conmigo o contra mí” que bloqueaba todo debate, la rebeldía discursiva sin resultados, la reiteración de cadenas nacionales para anunciar “conquistas” o amenazar con medidas que no producían resultados, batallas perdidas contra el grupo Clarín o el Poder judicial, en una oposición que crecía, muchas veces encabezada por ex funcionarios del propio gobierno (como Massa, Randazzo o Lavagna), hacía prever horas difíciles.
El poder económico y mediático vio que crecían sus posibilidades de derrotar al gobierno, usó el “periodismo de guerra”, la desinformación, las falsas noticias, el monopolio permitía mostrar una sola voz y repetirla a lo largo y a lo ancho del país, los problemas con la luz y el gas se magnificaban, el tema de la corrupción se amplificaba o directamente se inventaba, se fueron haciendo converger ex aliados del gobierno (Ocaña, Cobos), las viejas estructuras partidarias territoriales, ex menemistas políticos (Santilli, Ritondo, Massa) o devenidos empresarios (Manzano, Grosso, Pierri, De Narváez), se lanzó a un viejo representante de la Patria Contratista, vinculado a todos los negociados en obra pública o concesiones, como Mauricio Macri y el fin pasó a ser cuestión de tiempo.
Si bien Macri no formaba parte de la élite empresarial que los miraba a él, como a su padre, como advenedizos, no dejaba de ser uno de ellos, ya no necesitaban cooptar un dirigente político o corromperlo, habían copiado el “modelo Berlusconi”, aquel en el Milán de Italia y éste en Boca Juniors, dirigir un club de fútbol muy popular, ganar todo y mostrar eso como capacidad para ser un ganador en cualquier cosa que acometa, no era un político trepador, era un empresario trepador e inescrupuloso. Teodoro Roosevelt fué interrogado una vez sobre porqué apoyaba a un dictador como Anastasio “Tachito” Somoza, respondió “Is a son of a bitch, but our son of a bitch” ¿está claro?
El fracaso de Macri, un mediocre lleno de frustraciones personales, resentimiento y avaricia descontrolada, llevó al “círculo rojo” a advertir que tenía que buscar otro “jetón”. Javier Milei fué el elegido, lo preparó durante años en los programas de chismes e insultos del Grupo América (de Daniel Vila y José Luis Manzano) , proveniente de la Corporación América donde comenzara su vida profesional, fue instalando una actitud de violencia y desprecio por la “casta política”, que era similar al sentimiento que crecía popularmente por el hartazgo y defraudación de ésta para con ellos, pusieron en marcha todo su poder comunicacional sobre la psiquis debilitada de todos nosotros por el temor y el encierro durante la pandemia y a caballito de la parodia timorata, irresoluta y conventillera de lo que es gobernar, encarnada en Alberto Fernández-Cristina Kirchner, volvieron al gobierno para finiquitar su trabajo.
Ahora bien, ¿Todo lo ocurrido es culpa de la traición de Menem en los 90 o de la supuesta corrupción y falta de identidad doctrinaria de Néstor Kirchner o muy especialmente de Cristina Kirchner?, ¿de la infiltración y empoderamiento del progresismo?, ¿De la aparición de una banda de trepadores y oportunistas ávidos de poder, de dinero y sin escrúpulos como La Cámpora?, mi respuesta es NO, de ninguna manera, todo ello, si damos por ciertas esas afirmaciones, es consecuencia de haber olvidado a Itaca, de haber bloqueado en la memoria a la tierra de nuestros próceres e identidad, por ende hemos quedado flotando y sometidos a los diferentes vientos que han empujado la política mundial en los últimos 40 años, que han sido especialmente inestables, efímeros, cambiantes y convulsos, por lo cual habrían requerido una conducción con pulso firme, conocimiento de los mares a recorrer, ductilidad y atrevimiento, pero con una muy sólida escuela de navegación (entiéndase: formación doctrinaria) esto es, muy firmes principios, valores claros, identidad sólida y origen popular, no estoy hablando sólo de un hombre o mujer, a no confundirse hablo del capitán, pero también de cada miembro de la tripulación y la marinería, donde el mejor de todos conduce y los demás acompañan, pero donde el acompañamiento no es obsecuencia u oportunismo, sino lealtad, lo que implica debate y diferencias, esto neutraliza la influencia de traidores, oportunistas, besamanos, obsecuentes, mediocres, ambiciosos, etc, que no son una realidad solamente en el Peronismo, lo son en el trabajo, el equipo de fútbol, el grupo de amigos, el club del barrio, en todos los partidos y movimientos políticos de nuestra historia y de la del mundo.
Un viejo adagio de la militancia expresaba “Perón nos dijo, hay que estar atentos y vigilantes, el problema es que se fueron los atentos” ¿Se entiende, no?

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