Memoria/Historia, verdad y justicia III

Por Omar Auton

 No dejaremos de lado en este largo análisis el rol de los grupos terroristas de izquierda, en especial el autodenominado Ejército Revolucionario del Pueblo, hubo otros, desprendimientos de éste como el ERP 22 de agosto y el ERP Fracción Roja, o distintos como las Fuerzas Armadas de Liberación (FAL) con sus propios desprendimientos. El ERP fue junto con Montoneros las dos organizaciones más fuertes y activas de esos años, en 1970 el Partido Revolucionario de los Trabajadores surge de la fusión en mayo de 1965 del Frente Revolucionario Indoamericano Popular (FRIP) conducido por Roberto Mario Santucho y el grupo Palabra Obrera conducido por Hugo Bressano, más conocido como Nahuel Moreno, y que era un desprendimiento del trotskysmo vernáculo.

   Luego de grandes desavenencias tácticas, en 1968, con motivo del IV Congreso del partido se separan la fracción de Santucho, que pasa a denominarse “PRT El Combatiente”, que construirá su brazo armado el ERP, y el “PRT La Verdad” encabezado por Nahuel Moreno, que años más tarde junto a sectores del viejo Partido Socialista, conformará el Partido Socialista de los Trabajadores.

   En el caso del ERP, decididamente guevarista, muchos de sus miembros provenían de connotadas familias radicales como Santucho, Urteaga, y otros, como Gorriarán Merlo, Pujals o Menna, estudiantes universitarios, hasta 1973 se dedicaron a pequeños robos, armas, desarmar policías y registran un hecho notorio que fue al asalto al Banco Nacional de Desarrollo, a metros de la casa de gobierno, asimismo encararon acciones terroristas, como asaltar una comisaría en Rosario y asesinar al sargento Félix Ocampo y el cabo Eugenio Leiva, irrumpir en la casa del Comandante de Gendarmería Pedro Agarotti, asesinándolo delante de su familia (1972), el asesinato del empresario Oberdan Sallustro, a quién primero secuestraron para pedir rescate y luego asesinaron (1972), asimismo, el 18 de febrero de 1973 un mes antes de las elecciones nacionales del 11 de marzo, realizaron el operativo más importante, hasta ese momento, de una organización armada, el asalto y toma del Batallón de Comunicaciones 141 del Ejército Argentino en la ciudad de Córdoba.

    Luego de la contundente victoria del FREJULI en las elecciones nacionales, en las que por primera vez el peronismo puede participar, más allá que no pudo hacerlo el General Perón, debido a una cláusula proscriptiva del gobierno militar, comienza un debate en las organizaciones armadas, mientras algunos plantean que al no haber ya una dictadura, al haberse realizado, por primera vez en 18 años, elecciones sin partidos proscriptos y por ende, restaurarse la democracia y las libertades públicas debían cesar las acciones armadas y acompañar la voluntad popular, otros, enrolados en el guevarismo y partidarios de la lucha armada, la llamada guerra popular prolongada, consideraban al peronismo una variante burguesa  y por lo tanto se debían continuar sus acciones hasta imponer el socialismo. 

   El resultado fue que algunas fingieron aceptar la voluntad popular pero siguieron con sus acciones. En esos años el blanco preferido eran los dirigentes sindicales, en su soberbia militarista, sostenían que las conducciones sindicales eran “claudicantes”, conformaban la “burocracia sindical”, que debía ser eliminada para “liberar a los trabajadores” de su influencia y éstos entonces recuperarían su conciencia de clase y acompañarían, a los asesinos de sus líderes, en la guerra revolucionaria hasta la toma del poder y la construcción del socialismo.

   Así el 30 de junio de 1969, un mes después del Cordobazo, asesinan al líder metalúrgico Augusto Timoteo Vandor, en un hecho que nadie reivindicó en ese momento pero que años después se atribuyeron los líderes de Montoneros, en agosto de 1970 es asesinado José Alonso, dirigente del Sindicato del Vestido y que había sido Secretario General de la CGT, por Montoneros, Dirk Henry Kloosterman, dirigente sindical del Smata es muerto el 22 de mayo de 1973, tres días antes de la asunción de Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima al gobierno, que habían sido votados por el 50% de los argentinos, en este caso los criminales fueron un comando de las Fuerzas Armadas Peronistas Comando Nacional, un desprendimiento de las originales, en ese atentado participó Jesús Ramés Ranier, años más tarde conocido por “El Oso”, este grupo posteriormente se incorporó al ERP, y “El Oso”, que poco tiempo antes había sido detenido y se transformó en colaborador de la policía, fue parte de la logística de esta última organización, hasta que por su intervención se produjeron una serie de caídas en 1975, entre ellas de la mujer y las cuatro hijas de Santucho, que culminó con la masacre del intento de copamiento del Batallón de Arsenales 601 “Domingo Viejobueno” , donde murieron más de 100 hombres y mujeres del ERP, “batidos” por uno de los asesinos de Kloosterman, devenido en infiltrado del grupo terrorista.

   No puedo omitir transcribir las declaraciones del ERP respecto de las elecciones de 1973, antes de ellas ya adelantaron su visión “Si hay elecciones y gana el peronismo, será el peronismo de Paladino y Rucci y por su trayectoria sabemos que son dirigentes vendidos”, por ello luego de las elecciones lanza su proclama “Porqué el ERP no dejará de combatir, respuesta al presidente Cámpora”, donde reconoce la legitimidad del gobierno electo y anuncia que no lo iba a atacar con las armas, pero advirtió , textualmente que “Respetuosos de la voluntad popular no atacará al nuevo gobierno mientras este no ataque al pueblo ni a la guerrilla…nuestra organización seguirá combatiendo militarmente a las empresas  y fuerzas armadas contrarrevolucionarias. Pero no dirigirá sus ataques contra instituciones gubernamentales ni contra ningún miembro del gobierno del presidente Cámpora. En cuanto a la Policía, que supuestamente depende del Poder Ejecutivo…el ERP suspenderá sus ataques contra ella a partir del 25 de mayo y no la atacará mientras ella permanezca neutral, mientras no colabore con el ejército en la persecución de la guerrilla”.

   Si no bastara esa demencial declaración para calificar la soberbia militarista y gorila de estos terroristas, he aquí sus acciones

1) El 25/3/73 el ERP toma la Central Nuclear de Atucha

2) El 30/3/73 el conscripto Julio Provenzano, perteneciente el ERP, muere al estallarle un explosivo que estaba colocando en la sede del Comando en Jefe de la Armada.

3) El 3/4/73 el ERP secuestra al contraalmirante Alberto Alemán

4) El 30/4/73 un grupo del ERP 22 de Agosto asesina al vicealmirante Hermes Quijada.

   Todo esto entre las elecciones del 11 de marzo y el 25 de mayo, que asume el nuevo gobierno, que el mismo día dispone un indulto a todos los presos políticos, entre ellos los integrantes de todas las organizaciones armadas, y llama a la pacificación. Ese día militantes de esas organizaciones rodean la cárcel de Devoto exigiendo la inmediata libertad de los detenidos, con el objeto de evitar un enfrentamiento, el gobierno accede. Paradojalmente uno de los que sale de prisión y se fuga es Francois Chiappe, un francés que había llegado al país como miembro de los paramilitares franceses que entrenaron al Ejército Argentino en la lucha contrarrevolucionaria, como ya mencionamos anteriormente, que estaba detenido por “contrabando”.

   Dispuestos a llevar su acción terrorista a pleno, la mayoría de los presos de estas organizaciones liberados por el gobierno, retornaron a las acciones clandestinas y a atacar al gobierno democrático, así el 6 de setiembre de 1973 un comando del ERP ataca el Comando de Sanidad del Ejército Argentino, fracasan y 13 integrantes son detenidos y remitidos a la Superintendencia de Seguridad Federal, permaneciendo detenidos hasta 1983, los atacantes asesinaron, antes de rendirse, al teniente coronel Raúl Duarte Hardoy.

   Retomando a Ramos, en la obra citada, hago mía su definición “El ERP no ocultaba su repulsa al peronismo y lo expresaba abiertamente. Lo más claro de su sigla es que no era un ejército, no era revolucionario ni había pueblo entre ellos”.

   Si bien Perón había regresado al país el 17 de noviembre de 1972, permaneció sólo un mes, inhabilitado para ser candidato por no haber regresado antes del 25 de agosto, Cámpora tampoco podría haber sido candidato ya que la cláusula además de estar en el país antes de esa fecha exigía que no se saliera a partir de ella y Cámpora había viajado al exterior, lo cual revelaba que la proscripción tenía nombre y apellido. Finalmente se estableció el 20 de junio como fecha de su regreso definitivo, ese día se decidió hacer un acto gigantesco en Ezeiza, con un palco a la altura de Av. Richieri y Puente 12, mirando hacia Capital, de manera que los asistentes se desplegaran en esa inmensa superficie, dejando libre el trayecto desde el aeropuerto hasta el palco.

   Ese día quedó a la vista de todos el enfrentamiento entre Montoneros y Perón, jóvenes que integraban la Juventud Peronista de las regionales, la denominada Tendencia Revolucionaria, comentan hoy la preocupación que les causó cuando escucharon de boca del líder máximo de Montoneros que las consignas eran “Perón, Evita, la Patria Socialista” y “conducción, conducción, Montoneros y Perón”, o sea que se instalaba claramente la decisión de disputarle a Perón la conducción de su movimiento, o al menos compartirla.

   Para ello la táctica era ocupar toda la superficie más cercana al palco, copar el frente de la multitud, para “mostrarle a Perón” quién había movilizado al pueblo, que en un número, según los medios de la época, ascendía entre uno y dos millones de personas, en un país de 24 millones, o sea que casi un 10% de la población del país acudió a recibir a su líder.

   Más allá del panfleto de ficción de Verbitsky, que se transformó en versión oficial de las organizaciones armadas hasta 1976 y del progresismo a partir de 1983, libelo sobre el que no me voy a detener, invito a leer en este mismo blog (elespacio.blog) el excelente trabajo de Aldo Duzdevich “Ezeiza, la masacre que no fue, y el relato que quiso justificar la violencia”, lo cierto es que el tiroteo se produjo cuando al llegar las columnas de la JP se encontraron que todo el espacio adyacente al palco estaba ocupado por columnas sindicales y de otros agrupamientos juveniles y pretendieron entrar igual desplazando a los que ya estaban y/o flanquear el palco para rodearlo por detrás, los que los enfrentó con quiénes estaban a cargo de la seguridad, que debía mantener abierto el camino para el ingreso de los autos que vendrían del aeropuerto.

   El resto fue un pandemónium, corridas, tiros, el avión que traía a Perón fue desviado a la base militar de Morón y el acto suspendido. Como asistente al acto debo decir que lo que viví fue la desconcentración más amarga que haya visto en mi larga vida, miles de mujeres, hombres y niños que habían viajado desde todo el país con la sola motivación de recibir a su líder, al hombre que encarnaba todas sus esperanzas, caminando cabizbajos, con lágrimas en los ojos, algunos envueltos en banderas partidarias o argentinas, con una mezcla de desilusión y rabia.

   A partir de ahí se aceleraron los acontecimientos, Campora y Solano Lima renunciaron y se convocó a nuevas elecciones para el 23 de setiembre, Perón hizo su discurso en cadena nacional, denunciando a “los infiltrados” y haciendo un llamado a deponer los enfrentamientos. A todo esto viene bien aclarar que en el enfrentamiento de Montoneros con la dirigencia sindical, hasta ese momento, las balas habían venido de un solo lado, varios dirigentes sindicales habían sido asesinados, no existían las mentadas “patotas armadas” baleando dirigentes juveniles o de la izquierda, de ahí que en el no menos célebre discurso de Parón, el 1 de mayo de 1974, este mencionara a “Una dirigencia sindical prudente, que ha visto caer a sus líderes sin hacer tronar el escarmiento”.

   El 23 de setiembre de 1973, la Fórmula Perón-Perón, obtiene el 61,86% de los votos, la victoria electoral más rotunda de la historia argentina, menos de 48 hs después Montoneros asesina a José Ignacio Rucci, Secretario General de la CGT y pilar del retorno de Perón al país y al gobierno, en su jerga había que “Tirarle un muerto arriba de la mesa” para obligarlo a negociar. Ni siquiera tuvieron el valor de asumirlo, en principio solo lo anunciaron a los más allegados a la cúpula terrorista, más tarde, indirectamente, lo reconocieron en un editorial de su órgano oficial “El Descamisado” cuando Dardo Cabo inicia su editorial “La cosa, ahora, es como parar la mano”, a la fecha algunos sobrevivientes de la conducción siguen negando la autoría aunque investigaciones periodísticas han revelado el nombre de quién dirigió el operativo.

   El ERP que nunca había abandonado la violencia, ataca el 19 de enero de 1974, la guarnición militar de Azul, en la Provincia de Buenos Aires, conducidos por Gorriarán Merlo e Irurzún, dos de sus principales cabecillas, fracasan en su intento, en su retirada asesinan al Coronel Camilo Gay y su esposa y secuestran al Coronel Ibarzábal, al que retienen en cautiverio durante diez meses antes de ejecutarlo, el gobierno nacional interviene la Provincia de Buenos Aires, a los pocos días Santucho anuncia “De los hechos expuestos, surge con claridad meridiana que el verdadero jefe de la contrarrevolución, el verdadero jefe de la política represiva…es precisamente el General Juan Domingo Perón”.

   No voy a rotular esta conducta, como el ERP se autodefinía “Trotskysta” lo mejor es recurrir a León Trotsky, en 1911 y para “Der Kampf”, revista socialdemócrata alemana dirigida por Kautsky, escribe “El atentado, aún el que tiene éxito, ¿Acarrea la desorientación en los círculos dirigentes? Eso depende de las circunstancias políticas concretas, en todo caso se trataría de una perturbación de corto tiempo. El Estado capitalista no reposa sobre ministros y no puede ser destruido, destruyendo sus ministros, encontrará enseguida otros servidores, el mecanismo continúa intacto y sigue funcionando. Pero la turbación que los atentados terroristas acarrean a la clase obrera son de una gravedad mucho más profunda. ¿Si basta con armarse de un revólver para alcanzar los objetivos, para qué entonces los esfuerzos de la lucha de clases?, ¿si basta con un poco de pólvora y plomo para atravesar la cabeza del enemigo, para que sirve entonces la organización?, ¿Si los grandes dignatarios pueden ser intimados por el ruido de una explosión, para qué sirve el partido, para qué sirve la agitación, para qué las reuniones, para qué las elecciones, si se puede tan fácilmente tomar por blanco, desde las tribunas del parlamento, el sillón de los ministros? El terrorismo individual es, precisamente, inadmisible a nuestros ojos, porque rebaja a las masas frente a sí mismas, las reconcilia con su impotencia y orienta sus perspectivas y sus esperanzas hacia el gran vengador, el liberador, que vendrá un día y cumplirá su obra”.

   Estas palabras del dirigente bolchevique y artífice de la Revolución Rusa, me eximen de comentarios para definir a un grupo de iluminados, que se subrogan el derecho al terrorismo, supuestamente para hacer una revolución que otorgará el poder del Estado a los trabajadores, pero sin que ellos participen en el proceso revolucionario. Más grave aún resulta que hagan todo eso asumiendo una filiación ideológica que, o bien es falsa o bien revela que nunca han leído a su ideólogo, ya que como hemos visto descalificaba al terrorismo individual.

   Largo sería enumerar los desatinos criminales que las conducciones de estas  organizaciones llevaron adelante hasta llegar al golpe del 24 de marzo de 1976, el pase a la clandestinidad de Montoneros el 6 de setiembre de 1974, dejando expuestos a ciento de militantes de superficie, estudiantiles, sindicales y sociales, que no podían abandonar su vida laboral y pasar a vivir en “casas operativas” en medio, ahora sí, del fuego cruzado de las organizaciones como el C de O y la CNU, las bandas criminales de la Triple A y la fuerzas policiales, el ataque al Regimiento  de Infantería de Monte 29 en Formosa, en octubre de 1975, donde fueron asesinados 10 soldados conscriptos, y el intento de conformar una guerrilla en el monte tucumano, asociados al ERP.

   Estos últimos, a su vez, luego de los fracasos en tomar el Grupo de Artillería de Defensa Aérea 141 de San Luis, el Batallón de Comunicaciones 121 de Rosario y el Regimiento de Infantería Aerotransportada 17 de Catamarca, logran copar la Fábrica Militar de Explosivos de Villa María, llevándose secuestrado al Coronel Argentino del Valle Larrabure, quien permaneció 372 días en una “cárcel del Pueblo” hasta ser asesinado. Como represalia por  las muertes de 16 combatientes, mientras huían luego del frustrado ataque al regimiento de Catamarca, anuncian que van a “ejecutar” a nueve oficiales del ejército, estuvieran o no vinculados a los sucesos mencionados, en palabras de Gorriarán Merlo “Atentaríamos indiscriminadamente sobre oficiales del ejército hasta igualar a los compañeros asesinados en Catamarca”, (indudablemente nunca habían leído el artículo de Trotsky de 1911), tuvieron éxito en los nueve asesinatos, pero en el último, al atacar al capitán Humberto Antonio Viola, logran darle muerte pero matan también a su hija de 5 años y dejan herida, con disparos en la cabeza a su otra hija de 3 años.

   Podría seguir enunciando hechos que demuestran hasta el hartazgo la actitud criminal, soberbia, gorila y antipopular de los jefes de los grupos terroristas, sobre como apostaron al golpe de Estado a fin de “agudizar las contradicciones”, el mesianismo de imaginar un escenario donde ante el golpe el pueblo se iba a volcar hacia las “organizaciones armadas” y de ahí, mediante “la guerra popular” iban a tomar el poder y construir el socialismo.

   Podría escribir sobre como desde el exilio, la conducción de Montoneros (que hacía conferencias de prensa vestida con uniforme militar) en París y Madrid, calculaba que si perdían 1.500 militantes, era una “cifra razonable” y más tarde ordenaba una contraofensiva, en 1979, que se transformó en una masacre, porque el pueblo argentino “se iba a poner bajo su conducción en cuanto llegaran y la dictadura, que según ellos ya estaba retrocediendo, seria derrotada”.

   Podría escribir sobre la responsabilidad de esas conducciones en la muerte o desaparición de miles de jóvenes, militantes, convencidos de la necesidad de hacer una revolución que terminara con las injusticias y fueron llevados al “matadero” en acciones y enfrentamientos condenados al fracaso de antemano, donde sumaban derrota militar tras derrota, pero eran “victorias políticas”.

   Podría escribir sobre como sus actos fueron funcionales a la conspiración golpista de las Fuerzas Armadas, que los dejaron actuar, pese a tenerlos totalmente infiltrados, para debilitar al gobierno constitucional, prueba de ello es que las organizaciones que “Estaban listas para derrotar al ejército y tomar el poder” fueron aniquiladas en menos de un año.

   Sin embargo es necesario dejar aclarado que nada de esto disculpa el terrorismo de Estado, desatado a partir del 24 de marzo de 1976, salvaje, brutal, inmisericorde en lo humano y cipayo, antinacional y entreguista en lo político, Perón, mientras vivió, se opuso terminantemente a la intervención militar para combatir a la guerrilla, sabía que eran las fuerzas armadas que bombardearon Plaza de Mayo en 1955, fusilaron ilegalmente y en basurales en 1956, acompañaron o ejecutaron políticas de entrega entre 1955 y 1973, eran ferozmente antiperonistas y sumisas al imperialismo, no había tenido tiempo de reformarlas.

   Finalmente, el golpe no se llevó a cabo para pacificar el país o terminar con la “subversión”, eso ya lo habían hecho, se hizo para liquidar al peronismo, al país industrial y con una clase trabajadora organizada y poderosa, liquidar una generación que era la que Perón soñaba protagonizara el “Transvasamiento Generacional” para el proyecto nacional, para ello contaron con dirigentes terroristas tan gorilas como ellos, tan soberbios como ellos, que despreciaban al pueblo como ellos y mesiánicos como ellos, fueron las dos caras de la misma moneda y los argentinos las víctimas de tanta demencia criminal. 

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