Por Omar Auton
En el capítulo anterior vimos cómo se llega a los estallidos populares de 1969, especialmente al Cordobazo, venía a cuento recordar cómo nace ese suceso, quienes los convocan, más allá de haber omitido, por error, incluir a Agustín Tosco, líder del sindicato de Luz y Fuerza de Córdoba, dado que a 56 años de aquellas jornadas, el aparato cultural de la izquierda insiste con pretender que fue ese sector quién lo impulsó, callando incluso que en la asamblea que se hace en la Universidad, el día anterior, toda la izquierda con el PC a la cabeza votó en contra de adherir a la marcha, porque había sido convocada por la “burocracia sindical”.
Asimismo las plantas de Materfer y Concord de la Fiat, donde luego aparecen los sindicatos clasistas de Sitrac y Sitram, informadas del paro y movilización convocados, dieron asueto a sus trabajadores, que por ende no participaron, el propio René Salamanca, luego líder de estos gremios, siempre reconoció no haber participado.
Si estuvieron algunos integrantes del grupo Córdoba de Montoneros que en ese entonces militaban en el Integralismo universitario y que más tarde se sumaron a la organización, pero ni ésta ni el PRT del que luego una fracción creará el ERP, tuvieron participación o incidencia en el Cordobazo. Estas jornadas pusieron a la luz la inviabilidad y mesianismo del plan de Onganía, el verdadero jefe militar era el General Alejandro Agustín Lanusse, furioso antiperonista que había sido dado de baja del ejército por adherir al intento golpista de 1951 y arrestado. Posteriormente, la Revolución Libertadora lo reincorpora y devuelve su grado.
Depuesto Onganía, Lanusse era renuente a asumir la presidencia y se designa al general Roberto Marcelo Levingston, que ni siquiera estaba en Argentina. Este golpe de timón de la Junta de Comandantes en Jefe se hizo inevitable luego de, en primer lugar, un segundo estallido popular en Córdoba, conocido como El Viborazo, y por el secuestro, ese mismo día del general Pedro Eugenio Aramburu, líder junto al almirante Isaac Francisco Rojas del golpe de 1955 y responsable, también, de los fusilamientos de junio de 1956, donde 11 militares fueron asesinados en base a decretos de pena de muerte, 12 civiles fueron fusilados en los basurales de José León Suarez, de los cuales 5 murieron y 7 sobrevivieron y seis, entre ellos un coronel, un capitán y cuatro civiles fueron muertos en Lanús.
El secuestro de Aramburu fue realizado por un grupo autodenominado Montoneros, el comando de Capital encabezado por Fernando Abal Medina y donde formaban parte Gustavo Ramus, Norma Arrostito, Mario Firmenich, y existía otro grupo en Córdoba integrado por Emilio Maza, Ignacio Vélez, Héctor Araujo, Carlos Capuano, Luis Losada, José Fierro, Susana Lesgard y otros.
Al comienzo se desconocía la identidad de los integrantes de Montoneros, especialmente de los que habían planeado y ejecutado el secuestro de Aramburu, pero el 1 de julio de 1970, cuatro grupos de la organización protagonizan la toma de la ciudad de La Calera, en Córdoba, cuando quisieron escapar tuvieron problemas en un auto y varios fueron detenidos, Emilio Maza, Ignacio Vélez y su esposa Cristina, se refugian en una casa pero son encontrados y Maza y Vélez, heridos, son hechos prisioneros junto con la esposa del segundo, en el allanamiento, se encuentra un permiso para manejar un auto, emitido por Norma Arrostito a nombre de Emilio Maza, comenzando la persecución sobre el grupo de Capital Federal.
Maza muere a raíz de sus heridas y Vélez logra sobrevivir, la esposa de Aramburu reconoce una foto del primero como uno de los “oficiales” que ingresó a su departamento para “detener” al jefe de la Libertadora.
En poco tiempo ambos grupos son prácticamente desmantelados, Abal Medina, Ramus y Capuano Martínez son asesinados por las fuerzas de seguridad, Vélez, Losada y Lesgard detenidos (esta última fue asesinada en la cárcel de Trelew el 22 de agosto de 1972), y la misma suerte corren gran parte de sus militantes.
Muchos de ellos provenían de grupos católicos, habían estudiado en liceos militares o en el Colegio Nacional de Buenos Aires, militantes de la juventud católica participaban en retiros espirituales en zonas pobres de Chaco, Santa Fe y otras provincias, sus confesores eran jóvenes sacerdotes que militaban en lo que luego fue el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, para ellos el peronismo era “El hecho maldito del país burgués, era la identidad política a través de la cual se expresaban la clase obrera y el pueblo, los explotados, en esa etapa histórica…Veíamos en el peronismo al proyecto político que dio fuerza y organización al proletariado…peronismo y antiperonismo no eran sino la forma en que en nuestro país dependiente, se expresaba la lucha de clases.”(1)
Ramos dirá “Sus miembros han perdido la fe en la sociedad oligárquica, el ejército ha pisoteado ante el silencio de la oligarquía, los ideales de cultura y las ocasionales libertades democráticas. Por este proceso disolutivo, la clase media desata su cólera a través de la furia destructiva de algunos de sus hijos más resueltos. Al matar a algún gran empresario, la pequeña burguesía venga, de algún modo, la bancarrota de la empresa modesta (16.000 capitalistas pequeños y medianos quiebran durante los 6 años de dictadura militar), y al asesinar a Aramburu, en cierta manera juzgan sangrientamente las viejas creencias de sus padres…la lucha armada brota de una sociedad encendida por una guerra civil o una guerra nacional…Pero nunca, en ninguna parte del mundo, un grupo insignificante, ni siquiera un partido considerable, han podido decretar la lucha armada a espaldas de la situación económica y política de una sociedad real…Esta lucha armada sui generis solo tiene un nombre (muy viejo) terrorismo”(2).
Es que tal como lo revela el mismo documento producido por Ignacio Vélez, ninguno de estos jóvenes de clase media tenía o había tenido participación alguna en las luchas de la Resistencia Peronista, o de la clase trabajadora argentina, incluso cuando se refiere al Cordobazo expresa “Era tan fuerte la conciencia del destino manifiesto del grupo, tan clara la decisión, que el Cordobazo nos pasó de lado”, este vanguardismo de iluminados, atosigados de las lecturas revolucionarias de la OLAS, de un marxismo precario “cubano” es decir limitado a la decisión de “construir el socialismo con la lucha armada”, su vinculación con el peronismo era meramente instrumental y oportunista, reconocen “En esa época no teníamos ninguna relación con el Partido Justicialista, al que nunca estuvimos afiliados…en realidad sentíamos por el PJ un profundo desprecio” convengamos que no habla del PJ actual, en cuyo caso sería comprensible, sino de un partido Justicialista que llevaba 15 años proscripto, perseguidos sus dirigentes y su líder en el exilio.
Es imprescindible aclarar que Vélez no celebra estas actitudes, las menciona en un trabajo fuertemente autocrítico y muy valiente, donde asume que “La concepción militarista (foquista) triunfaba en toda la línea sobre la estrategia de construir el poder político y social recreando el movimiento desde la base”, que aclara que “a partir de nuestra detención en julio de 1970 (el grupo al que pertenecía) comenzó a plantear posiciones críticas en relación al accionar de la organización, lo que provocó nuestra separación en 1973…Este proceso de discusión crítica se produjo en la cárcel mientras en “el exterior” se profundizaba en un accionar de la organización que considerábamos desviaciones, producto de concepciones erróneas”.
Lamenta Vélez, que pese a estar integrado el grupo por miembros fundadores de Montoneros, la conducción jamás respondió a sus reclamos de un debate, por ello al salir libres con la Amnistía del 25 de mayo de 1973, se unieron al grupo de Córdoba denominado Columna Sabino Navarro que habían asumido su documento como propio.
Me he detenido en estas dos visiones, porque creo que las definiciones de Ramos pueden parecer en principio muy duras y descalificadoras, políticamente, sin embargo la lectura detenida de este documento, que recomiendo, confirma sus opiniones, de aquel momento.
Como puede verse el “huevo de la serpiente” estaba instalado desde un principio, la falsedad de anunciarse como peronistas no siéndolo, el vanguardismo típico de la clase media que subestima a las masas y en particular al “proletariado” del que tanto habla, enfermos de foquismo, militarismo y violencia, partidarios de un marxismo superficial y teórico, desaparecidos sus jefes iniciales y el grueso de sus miembros fundadores antes del regreso del peronismo al gobierno el 25 de mayo de 1973, habían iniciado su deriva que lo llevaría al enfrentamiento no sólo con Perón, el Partido Justicialista y la CGT, sino con el pueblo peronista en su conjunto.
Ahora bien ¿Fue Perón un viejo maquiavélico, manipulador y traidor que engañó a estos jóvenes, idealistas e ingenuos?
Esto es absolutamente falso, una leyenda infame creada, entre otros por los Bonasso, Verbitsky, José Pablo Feinmann, y otros falsificadores que desesperados por crear la leyenda de los jóvenes bien intencionados, que quisieron construir un mundo más justo y ofrendaron su vida en ello, engañados por ese milico que ya había usado a Evita y ahora lo hizo con ellos, no se detuvieron hasta tener éxito, lo lograron porque el periodismo se aferró a esa imagen de Perón, ello permitía volver a proscribirlo, en este caso a su pensamiento, obra y legado, nos escamotearon, quizás, el mejor Perón.
Del delirio de la lucha armada se encargó la historia, miles de muertos, desaparecidos, torturados mostró el rostro letal, trágico, en toda América Latina, de ese desvarío al que el fanatismo, la soberbia, los delirios vanguardistas e iluminados del guevarismo condujeron, en 60 años solo acumularon derrota tras derrota, fracaso tras fracaso, el derrotero para entender que las revoluciones son obras de los pueblos, organizados y conscientes de su destino colectivo y no de minorías armadas, actuando al margen de ellos, está teñido de sangre.
Perón fue muy claro, siempre, trató de acercarlos a su movimiento, especialmente a través de viejos militantes como El Kadri, Rulli, etc., los escuchó y les explicó en qué consistía su visión del socialismo nacional, que nada tenía que ver con el marxismo, dentro de lo que dio en llamar la guerra integral contra la dictadura, a la lucha sindical, política, sumó las acciones armadas como un método para acorralar a los militares y obligarlos a llamar a elecciones, por eso los llamó formaciones especiales, eran una variante táctica más, que además le acercaba a los grupos de clase media y universitaria históricamente renuentes a su prédica, jamás los ungió como sus herederos y muchísimo menos como reemplazantes de las demás formas de lucha, era militar, algo sabía de guerras.
Cuando la dictadura, de acuerdo a la estrategia descripta, fue quedándose sin salidas, era inminente el llamado a elecciones y sobre todo, el regreso de Perón a la patria, les ofreció espacios en el futuro gobierno y les dijo que ellos iban a ser los sucesores naturales a través del transvasamiento generacional, pero que en la etapa que venía había que reconstruir todo lo que la oligarquía había destruido en los 18 años de proscripción pero, de todas maneras no eran simplemente promesas a futuro, reiteró su oferta de ir ocupando espacios en el gobierno, Firmenich le respondió con un listado de quiénes debían ocupar todos los ministerios y secretarías, superada la sorpresa inicial, les ofreció el Ministerio de Bienestar Social, el de Educación, la conducción de la UBA, y varias gobernaciones, la conducción montonera, que llevaba apenas dos años como peronista rechazó la propuesta.
El poderío militar de las organizaciones armadas era a fines de 1972 escaso, la mayoría de sus cuadros estaban presos o habían sido muertos, Montoneros no era la excepción, sin embargo habían logrado el cariño y respeto de miles de peronistas, veían en ellos a jóvenes que habían roto con su pasado gorila y se habían volcado al peronismo, reconocían su coraje, arrojo y espíritu de sacrificio, sentían además que al sumarse en esta última etapa por el regreso de Perón a la patria habían hecho un importante aporte, era más fuerte el respaldo de masas, especialmente en los jóvenes, que el poder de fuego, pero Ignacio Vélez es muy claro, habían elegido otro camino.
Pero es necesario insistir con el análisis de cual era en realidad su pensamiento, me refiero por supuesto al de sus jefes, ya vimos que no eran peronistas en sus inicios, tampoco lo eran después, en 1973, en la célebre ”Charla de la conducción nacional ante las agrupaciones de los Frentes” (3), Firmenich dice : “Perón en lugar de reservarse el liderazgo continental y conformar el frente continental, vuelve a ocupar la Presidencia de la Nación, pero este es un índice de retroceso del proyecto estratégico, es decir Perón tiende a acumular el poder en la Argentina porque ha fracasado el proyecto latinoamericano…Perón tiende a producir una acumulación de poder dentro del régimen constitucional, cosa que es imposible y busca la negociación con los países del cerco para romper el cerco y la negociación con el imperialismo yankee… Nosotros, en general, no conocimos el gobierno de Perón…Hoy, que está Perón aquí, Perón es Perón y no lo que nosotros queremos, Para hacer una caracterización de Perón hay que comenzar por ver y conocer en profundidad su pensamiento, cosa que en rigor, generalmente no conocemos. Ese pensamiento está escrito en una cantidad de libros, en discursos, en cartas, etc., está expresado hoy en hechos concretos, Perón se define a sí mismo y define a su movimiento, para lo cual inventa una palabra: justicialismo, y lo define como una tercera posición, ¿Que es la tercera posición?, la tercera posición es una tercera posición ideológica equidistante entre el demo liberalismo capitalista e imperialista y el socialismo internacionalista marxista”
“Es decir, en rigor el socialismo nacional no es el socialismo, lo que Perón define como socialismo nacional es el justicialismo. Incluso, un libro que nosotros, o la mayoría de nosotros, no ha leído, La Comunidad Organizada es el que fija el pensamiento filosófico de Perón, es la ideología de Perón, la ideología de Perón es contradictoria con nuestra ideología, nosotros somos socialistas…Entonces, en la caracterización del Socialismo Nacional, en rigor, no pensamos exactamente igual Perón y nosotros y en el análisis que hace Perón de la historia de la humanidad tampoco pensamos igual…Perón sabe que nuestra posición ideológica no es la misma que la de él y de ahí que tiene una contradicción que vaya a saber cómo la resolverá.
“La conducción estratégica para Perón, como es públicamente conocido es unipersonal, es el conductor y los cuadros auxiliares. Eso es contradictorio con un proyecto de vanguardia, en donde la conducción estratégica la ejerce una organización…la única acumulación de poder válida es el poder militar…Perón nos denominó de entrada formaciones especiales, porque en su proyecto político e ideológico no cabe la noción de vanguardia organizada.
Vayamos ahora, para terminar, a uno de los párrafos que mejor expresa la ideología y definición política de Montoneros en boca de su jefe, Mario Eduardo Firmenich “Si no somos formaciones especiales y lo que hay es un proyecto político ideológico, que tiene su implementación estratégica, entonces no hay que disolverse sino que hay que lograr la conducción del Movimiento Peronista para transformarlo en Movimiento de Liberación Nacional total, es decir que se constituya en una herramienta político militar que desaloje a los elementos que distorsionan la esencia…nuestra ideología es el socialismo, porque el socialismo es el estado que mejor representa los intereses de la clase obrera…es decir, creemos que existe la lucha de clases, creemos que existen las clases sociales, que la lucha de clases presenta contradicciones, que hay contradicciones que se resuelven de una manera y contradicciones que se resuelven de otra, eso es lo que tomamos del marxismo”.
Quizás resulte aburrida la lectura de tan extensos párrafos, sin embargo considero que constituyen la demostración más contundente que la conducción de Montoneros no era ingenua ni fue engañada, que tenían una ideología y doctrina diferente al peronismo, que practicaron el entrismo de una manera descarada, imaginando cercana la muerte de Perón y la posibilidad de quedarse con la conducción del peronismo por las armas, que sabían que Perón lo había descubierto y por eso los definió como infiltrados, estaban enfermos de vanguardismo y militarismo, todo ello en un cóctel siniestro que sólo podía concluir en una tragedia.
Perón hizo todo lo humanamente posible por rescatarlos, cuando asumió el FREJULI el gobierno el 25 de mayo de 1973, puso en los ministerios de Interior, Educación y Relaciones Exteriores, en las gobernaciones de las Provincias de Buenos Aires, Salta, Mendoza, Santa Cruz, Córdoba y Formosa, dirigentes peronistas cercanos a las organizaciones de superficie de Montoneros, y muchos cuadros de éstos asumieron como funcionarios. Designó en la UBA a Rodolfo Puiggrós, de conocida pertenencia montonera, esto fue asumido como concesiones e incluso pese a los espacios que tuvieron en el interregno de Héctor J. Cámpora como presidente no evitó que siguieran desarrollando acciones armadas, no reconocidas por la organización.
Finalmente cuando Perón los enfrenta públicamente en la Plaza de Mayo, el 1 de mayo de 1974, mientras salía del balcón le pidió a Oscar Alende que buscara un diálogo con los “muchachos”, sabedor de las discusiones y división que había en la organización, que como vimos ya habían alejado a miembros fundadores como Ignacio Vélez y provocarían un gran cisma luego de los incidentes mencionados en la Plaza de Mayo, surgiendo la JP Lealtad que rompe con Montoneros.
Sin embargo la ruptura más grande ya se había venido dando desde mucho antes, la simpatía y cariño que grandes sectores del pueblo peronista le dispensaron mientras fingieron ser Soldados de Perón, se diluyeron en cuanto mostraros su verdadero rostro y ambiciones, el pueblo peronista luchó 18 años para el regreso de Perón, para que volviera a gobernar y con él los años más felices, los años de la justicia social, de la soberanía popular, de la democracia verdadera donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés, el del pueblo, no para entronizar en el gobierno una vanguardia iluminada, marxista, militarista y violenta que construya un socialismo que solo existía en sus delirios febriles.
Queda para nosotros luchar para recuperar la verdad real de esos años y esos hechos, aún hay muchos jóvenes peronistas que sólo conocen las mentiras y fabulaciones de los vanguardistas de cátedra y escritorio, que contando con la complicidad de los aparatos culturales de la oligarquía y de la izquierda y sus medios, crearon la “leyenda negra” del tercer gobierno peronista, ellos fracasaron en su intento demencial de cooptar al peronismo para sus fines, en su resentimiento han hecho y hacen todo lo que está a su alcance para que su derrota sea la derrota de todo el pueblo argentino.
(1)”Montoneros, los grupos originarios”; Ignacio Vélez Carreras;CeDeMa.org; 16/7/2009
(2)”Revolución y contrarrevolución en la Argentina”; T 5 “La era del peronismo”; Jorge Abelardo Ramos; Edic, Continente; Bs. As. 2013.
(3)”Documentos, 1973-1976, Volumen I, De Cámpora a la ruptura”; Roberto Baschetti (comp.) Edic de la Campana; Buenos Aires;1996

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