Por Omar Auton
Y ahora ¿Cómo salimos de esto?
Llevo un tiempo escribiendo sobre las causas que nos llevaron a este averno, porque me indigna escuchar a dirigentes y seudo intelectuales, culpar al pueblo por “equivocarse en el voto”, olvidando que, aún en el caso que así hubiera sido, para que eso ocurriera es necesario que la dirigencia política que se reivindica “nacional y popular”, o como yo “peronista”, haya errado bastante o haya estado muy ausente de las demandas populares, y sus intelectuales demasiado atosigados de papers y debates de laboratorio, sin atención a los profundos cambios que se iban dando en nuestra patria.
Hoy andamos a los tumbos entre los que se niegan a cualquier autocrítica, los que buscan culpables por todos lados sin mirarse al espejo, los que proponen una especie de “revival” a un pasado esplendoroso, que todo indica que tuvo sus aciertos pero no todo fue tan “década ganada” y los que andan como Diógenes, en medio de la noche, con una linterna buscando el “nuevo liderazgo” que nos resuelva los problemas.
Creo profundamente que son tiempos refundacionales, o mejor dicho de recrear o reconstruir nuestra doctrina, adaptando a los tiempos lo que haya que adaptar pero haciendo pie firme en nuestras esencias: la Soberanía política, la Independencia Económica y la Justicia Social son banderas innegociables, hoy quizás debe agregarse la Unidad Sudamericana, La idea de Comunidad Organizada es un faro y El Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, una bitácora irreemplazable, con esto alcanza para empezar.
Quizás lo que haya que releer y rediscutir es otro libro, entre los llamados “predicadores” para luego salir a predicar y es “Conducción Política”, especialmente cuando nos recuerda que la conducción es “un arte de mera realización” y que la calidad de la misma se mide por los resultados, “Las empresas se juzgan por sus éxitos, por sus resultados. Podríamos decir nosotros que maravillosa conducción, pero si fracasó ¿de qué sirve?… La suprema elocuencia de la conducción está en que si es buena resulta y si no lo es, no resulta. Todas las demás consideraciones son macanas”. (1) La primera pregunta es ¿Fueron buenos los resultados alcanzados con la conducción que hoy preside el Partido Justicialista?, y no debemos confundirnos mezclando gobierno y conducción, eso Perón lo explica de forma magnífica, puede haber gestión de gobierno con medidas correctas y aciertos tácticos, pero si no existe visión estratégica el conductor no cumple su rol o fracasa.
Es hora de comenzar a “actualizar” el libro de bitácora, es tarea de cada uno de nosotros el ir viendo cómo, a partir de los cambios operados en la realidad argentina en las últimas cuatro décadas, así como los errores y horrores “no forzados”, llevados a cabo en nuestras distintas gestiones de gobierno, podemos proponer ideas, caminos y acciones, pero me refiero a realizaciones, retomando el concepto aristotélico que el centro de la política son las acciones no las ideas, retomado por Perón en su célebre apotegma de “mejor que decir es hacer” e inclusive por el Papa Francisco en uno de sus cuatro claves “La realidad es superior a la idea”.
El Estado que supimos ¿Construir?
Desde los primeros maestros de la filosofía nadie en su sano juicio ha negado el sentido gregario de los animales, dentro de ellos los homínidos, existe en la intuición, la definamos como la definamos, el sentido de “comunidad” es decir que la supervivencia primero y luego la propia continuidad de la especie está asociada al “vivir y andar juntos”, la familia, el clan y la horda desde nuestros primeros antepasados, han sido formas de llevar adelante esta vocación, para que surgiera el individualismo, especialmente el individualismo egoísta y salvaje de hoy en día, fue necesario que surgieran las formas de apropiación privada del producto del trabajo social y con ellas la consagración como hecho natural , que haya ricos y pobres, incluidos y excluidos, incluso países dominantes y países dominados, entonces el poder y la riqueza de algunos “necesitó” y necesita destruir la idea de comunidad.
Dicho esto, para terminar con la falacia del individualismo como valor “original” de la especie humana, digamos también que el Estado Nación, es una evolución de la forma de organización de los seres humanos, quizás, hasta hoy, la más desarrollada en términos de ser una herramienta que asegure la convivencia de una comunidad determinada, en un territorio puntual, y dotado de normas que expresan los valores, principios y garantías de ese mismo colectivo humano, tanto así que de una u otra forma se universalizó, incluso superando visiones ideológicas antitéticas entre sí.
En los países centrales el Estado surgió como resultado de las revoluciones burguesas (Cromwell, Bismarck, Cavour, Revolución Francesa), con ellas la Nación y el Estado fue su expresión jurídica y social. En nuestros países, en cambio no hubo revoluciones burguesas, la auténtica nación que era América Latina o como mínimo los antiguos virreinatos, se balcanizaron en países débiles gobernados por oligarquías y los Estados no eran más que organizaciones dedicadas a proteger los intereses de estas oligarquías.
Argentina es un ejemplo de lo expuesto, recién con Roca logra unificar aduana, tener una sola moneda, un ejército nacional, un sistema educativo común y el ejercicio de una soberanía sobre sus territorios. Sin embargo a ese ejército, el primero de carácter “nacional” le faltó la burguesía que, como en Europa, provocara un desarrollo de las fuerzas productivas internas que le diera sostén y poder real.
Es por ello que tareas como la explotación de los recursos naturales, la siderurgia y la industria pesada, la marina mercante, el desarrollo aeronáutico debió ser acometido por el Estado en la verdadera “década ganada” la de 1945-1955.
Sin embargo, el peronismo nunca fue estatista, siempre concibió al Estado como Promotor, pero jamás se propuso reemplazar la actividad privada, la empresa, todo lo contrario. Un ejemplo fue el complejo aeronáutico de Córdoba, Fadea convocó a todos los empresarios locales y los instó a hacerse cargo de la fabricación de las distintas partes de los aviones proyectados, de esa iniciativa surge el complejo industrial cordobés que generó además la clase trabajadora mas formada y capacitada, lo que llevó a las automotrices que ingresan al país en las décadas del 50 y el 60 a radicarse en la provincia mediterránea y sigue siendo visto como una de las grandes columnas que sostiene la economía cordobesa.
Ya en el segundo plan quinquenal, se disminuía notablemente el gasto público y se dejaba a la iniciativa privada gran parte de la actividad económica. La nota diferencial dentro de América Latina de la Argentina, es la existencia de una importante sector industrial, con grandes, medianas y pequeñas empresas, una numerosa, organizada y formada clase trabajadora y una clase media resultado del desarrollo de los servicios (bancos, seguros, comercio, exportación e importación, docencia) que surge como consecuencia de lo primero. Eso es lo que intentaron destruir entre 1976 y 1983 Videla-Martínez de Hoz, entre 1990-2001 Menem-De la Rua-Cavallo , entre 2015-2019 Macri y desde 2023, Milei, cada intento ha sido más profundo, más ideologizado, más violento y hasta autoritario.
El Estado tuvo un rol estratégico en Impulsar, promover, acompañar y defender, ese desarrollo industrial, pero durante el peronismo jamás buscó reemplazar el rol privado, por algo puso a cargo de la economía a empresarios como Miranda o Gelbard, paradojalmente quiénes “estatizaron” empresas, muchas de ellas casi quebradas, fueron los gobiernos militares como el de Lanusse y Videla (Martínez de Hoz estatizó la Italo mientras declamaba que “Achicar el Estado es agrandar la Nación”).
Perón lo sintetiza claramente “Cuando los capitalistas comprueben que ganan más con nuestro sistema, no tengan la menor duda que lo adoptarán y serán sus defensores. Y habremos resuelto sus problemas y habremos resuelto el problema que más nos interesa, que es el que afecta a los pueblos”.
Pero esto responde a un concepto doctrinario más profundo, para Perón el poder real reside en el pueblo, la palabra pueblo tiene un claro sentido filosófico, es la superación de la masa y del individualismo a través de la comunidad organizada, los hombres que naturalmente tienden a reunirse, concientizados que nadie tiene futuro en soledad, crean sus organizaciones, en esas organizaciones libres del pueblo reside el poder, ahí se resuelven los problemas inmediatos, luego se va ascendiendo en la complejidad hacia las decisiones que debe tomar un estado organizado y en última instancia será el gobierno centralizado, una pirámide donde el fin último es poner el capital al servicio de la economía y esta al servicio del pueblo (verdades 16 y 19).
Esta larga explicación busca mostrar una concepción antitética con toda deriva estatista, la pobreza no la resuelve el Estado (lo hemos comprobado), la exclusión, la desocupación, se enfrentan desde el crecimiento, la producción y el trabajo, con un claro rol del Estado en el sentido que sea con Justicia Social y adecuada redistribución del producto, en este marco y solamente en este marco, el aumento del consumo (No el consumismo) dinamiza y contribuye a sostener el crecimiento y la producción y todo eso solo se consigue en la armonía entre el capital y el trabajo que se asegura con una clase trabajadora organizada y un sindicalismo poderoso, ¿es tan difícil de entender?
La dictadura genocida iniciada en 1976 se propuso destruir ese modelo de país, consciente que si había comenzado a gestarse con la II guerra mundial, es con el peronismo que alcanza su mayor desarrollo, tanto así que se sostuvo durante los 18 años de proscripción, en una relación de ida y vuelta, se consolidó con el peronismo y, al mismo tiempo, el peronismo se afirma, se consolida en ese país industrial, lo expresa y se alimenta de él simultáneamente.
La oligarquía, consciente que con la proscripción y la violencias no alcanzaba para eliminar al peronismo, fue más lejos, la apertura de la economía y el dólar barato, más la aparición de un sector financiero que, fruto de la asociación de la vieja oligarquía agropecuaria, sectores del capitalismo transnacional y la extranjerización de la banca, comenzó a ocupar el centro de la escena, como consecuencia empezaron los cierres de cientos de pequeñas y medianas empresas, el abandono del país de otras (Fiat, Peugeot, Citroen), la eliminación de toda legislación protectoria, especialmente con las leyes de inversiones extranjeras y de reforma financiera, la campaña de estigmatización contra el Estado, que nunca había sido tan feroz, (en esos años nace lo de “Achicar el Estado es agrandar la Nación”), se complementó con la persecución, tortura y desaparición de miles de delegados de base y dirigentes sindicales, lo que generó un corte profundo a la aparición de una nueva generación de delegados que aún padece el movimiento obrero.
Alfonsín no pudo o no quiso revertir este proceso, el brutal endeudamiento externo y el hecho que las empresas del estado estaban hipotecadas, en algunos casos varias veces, como garantía de ese endeudamiento, o habían sido obligadas a endeudarse en el mercado internacional, hizo que la falta de recursos deteriorara severamente la calidad de los servicios públicos, la administración central así como el empleo público provincial y municipal comenzó a ser el paliativo a la creciente desocupación. Incluso aparecieron los primeros proyectos de privatizaciones de empresas públicas (Aerolíneas y ENTEL).
En los 90, Menem, que asumió sin un plan económico claro y decidido y con un frente heterogéneo, luego de padecer una nueva híper y corridas bancarias, abrazó los planes del Banco Mundial, profundizando la destrucción de aquél Estado Promotor del que hablábamos, apoyándose en la parálisis de las empresas, la pésima calidad de muchos de ellos (trenes, teléfonos, luz) implementó el modelo diseñado por Domingo Cavallo de privatizaciones y liquidó el Estado empresario en aras del equilibrio fiscal.
Cuando estas políticas estallaron por los aires en el 2001 (“El año que vivimos en peligro”) con su secuela de muertos, heridos y un presidente huyendo en helicóptero, la pericia de Remes Lenicov para desarmar la bomba y un aparato industrial que estaba parado pero no extinguido, bastaron para poner en marcha una recuperación de la economía, que sumada a el aumento del precio de los commodities, especialmente la soja, y un dólar caro, se mantuvo hasta el 2011 aproximadamente, aunque con dificultades desde 2007.
Es que el sector industrial nacido al calor de un Estado que como dijimos promovió y protegió, pero que estaba en manos privadas, estimulado por la demanda interna y la desaparición de la competencia, muchas veces de dumping, extranjera, se recuperó rápidamente, creció la ocupación y el trabajo registrado, con ello la afiliación sindical y el consumo popular.
Sin embargo esta recuperación tenía un talón de Aquiles, podía recuperar la producción y el trabajo que habían caído durante los gobiernos de Alfonsín y Menem, pero era necesario pensar y llevar adelante un programa económico de crecimiento para desarrollar nuevas actividades, incorporar las nuevas generaciones al empleo y modernizar tecnológicamente, además de abastecer la demanda de nuevas tecnologías. Pero esto no ocurrió, desde 2011 Argentina no crece, subsiste la dependencia de las exportaciones primarias para tener divisas y se consolidó un sector de excluidos, que sumó a dos y ahora tres generaciones de argentinos que nunca supieron lo que es un empleo en blanco, registrado y formarse en la cultura del trabajo.
No estoy diciendo que los gobiernos de Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner fueron los que provocaron la aparición de ese drama, estoy diciendo que no pudieron o supieron dar un salto adelante en el modelo económico argentino que generara la aparición de nuevas empresas, nuevas actividades, nuevos desarrollos en todos los rubros, acompañados de las políticas públicas en materia de educación y capacitación laboral. Si hoy se afirma que una gran parte de los argentinos que están desocupados o con empleos precarios no se pueden incorporar en el mundo del trabajo registrado porque carecen de formación, que la industria moderna contiene avances en materia de tecnología y organización del trabajo que están lejísimo del modelo conocido hasta los años 90, me pregunto ¿Cuáles fueron las políticas estatales en este cuarto de siglo para superar eso? ¿Cuáles fueron las reformas educativas, en los planes de formación secundaria especialmente?.
Hoy el Estado es cuestionado por tirios y troyanos, por los poderosos porque anhelan una sociedad donde puedan hacer lo que quieran, explotar a sus trabajadores, que cuantos menos derechos y fuerza sindical tengan mejor, pero también por los más pobres y excluidos que durante 25 años solo escucharon discursos y promesas sin que se abriera nunca la ventana de oportunidades que se les prometía, con una dirigencia y funcionarios que repartían bolsas y planes para las elecciones y luego jamás volvía a los barrios más pobres, que se exhibió y se exhibe en grandes mansiones o barrios privados donde el metro cuadrado se cotiza en dólares, restaurantes caros y manejando autos importados, mientras ellos son las víctimas de todos los desastres naturales, (temporales, incendios, inundaciones) enfermedades evitables, sin acceso a la salud o educación medianamente de calidad y ni hablar de la vivienda, ellos en la palabra “ESTADO” visualizan a la dirigencia política que la abandonó, a los “ñoquis” que no solo cobran un sueldo sin trabajar sino que se ufanaban de su situación, y olvidaron a los miles de trabajadores que incluso durante la pandemia estuvieron al pie del cañón a lo largo y a lo ancho del país, pero esa es otra historia…

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