Por Omar Auton
Organizaciones libres del pueblo y CGT (Parte III)
Llegamos así a este nuevo siglo en medio de una crisis profunda, el 2001, la caída del gobierno de De La Rúa y el “Que se vayan todos”, no fue simplemente el fracaso de un gobierno o de un plan económico, como dijimos en el capítulo anterior fue el hartazgo contra una clase política, de todos los partidos, que fracasó en diseñar políticas de Estado sostenibles para superar el desastre que dejó la dictadura. La UCR se mostró como un partido agotado, viejo, que no comprendió los cambios que se habían dado en el mundo y llegó con un recetario que estaba agotado antes de empezar, encima lleno de odio y de resentimiento, profundamente impregnado del gorilismo que lo caracterizó desde 1945, no estaba en condiciones de convocar a un diálogo nacional (como el de Perón y Balbin en 1973).
El peronismo superaba su desconcierto convirtiéndose en un partido neoliberal, que abandonaba o traicionaba su historia y sólo buscaba demostrar a los organismos internacionales de crédito y a EE.UU que era capaz de ejercer el poder para insertar a la Argentina en la nueva división internacional del trabajo.
Menem tuvo éxito en su plan de estabilización y ajuste, el Plan de Convertibilidad, pero se enamoró de su criatura, ignoró que tenía un fin cercano ya que dependía del ingreso permanente de dólares para sostener el 1 a 1 del peso, había que transformar el aparato productivo para exportar productos con valor agregado, desarrollar nichos de alta tecnología y profundizar el Mercosur, para asegurar el ingreso de divisas, el equilibrio fiscal y un crecimiento sustentable, nada se hizo, la crisis de los países emergentes (Tigres asiáticos, Tequila; Brasil) cortaron el chorro de dólares en mercados de alto riesgo, la convertibilidad se hizo insostenible y todo estalló, más allá de la impericia e improvisación de De la Rúa, era la crónica de una muerte anunciada.
Duhalde y Remes Lenicov hicieron el trabajo sucio, la devaluación y la pesificación asimétrica de los depósitos, créditos y deudas, más las cuasimonedas mantuvieron la actividad económica y comenzó una recuperación, Néstor Kirchner aprovechó las divisas de los altísimos precios de los commodities, logró un acuerdo de refinanciación y quita de capital en la deuda en default, luego canceló la deuda con el FMI, y sumado a la reactivación industrial por la interrupción de importaciones, produjo un crecimiento económico y su redistribución a partir de las paritarias.
La CGT se reunificó con un triunvirato integrado por Hugo Moyano (Camioneros), Susana Rueda (Sanidad) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), que representaba a los tres grandes sectores, sin embargo Kirchner cometió un error, basado en su idea que “Él era uno y hablaba con uno”, desconociendo que en la CGT el Secretario General es un “Primus inter pares”, es decir, asume la responsabilidad de representar un conjunto, pero no es el “jefe” de ese conjunto, menos en ese momento donde había un triunvirato, precisamente porque no había una unidad consolidada, comenzó a reunirse solamente con Moyano y este cometió el error no sólo de aceptar esa relación sino de no calibrar adecuadamente que eso lesionaba los acuerdos que habían permitido unificar la CGT.
Hugo Moyano presidió la CGT entre 2004-2008 y fue reelecto para el período 2008-2012, su mandato sometió a la CGT a los vaivenes de su relación personal con Néstor Kirchner primero y con Cristina después, con esta última nunca logró construir el vínculo que tuvo con Néstor y sus diferencias tuvieron una primera expresión pública en un acto de la CGT en el estadio de River Plate en el 2010, recordatorio del Día de la Lealtad, cuando Moyano expresó en su discurso que su sueño era “Tener, alguna vez a un trabajador en la Casa de Gobierno” lo que provocó que Cristina le respondiera en su discurso, ya que se sintió cuestionada, que “ella había trabajado desde muy joven”. Pocos meses después la muerte de Néstor Kirchner se llevó al interlocutor que buscaba los acercamientos entre ambos dirigentes.
Si bien el kirchnerismo siempre desconfió tanto de la estructura del PJ como de los gobernadores e intendentes, descalificándolos como “pejotismo” y mostró más simpatía por los gremios de la CTA, fue más realista en reconocer la representatividad de una parte de la dirigencia justicialista y de la CGT, más allá del error que mencioné respecto de cómo manejarse “institucionalmente” con ella. Distinto fue el caso de su esposa, quién siempre fue reacia a dialogar con los dirigentes del movimiento sindical e incluso de los movimientos sociales.
Si bien en el 2008 cuando se produjo el enfrentamiento del gobierno de Cristina Kirchner con los productores agropecuarios organizados en la Mesa de Enlace los principales sostenes fueron la CGT los movimientos sociales, incluso el gremio de camioneros se posicionó en las rutas para detener las caravanas de tractores y que no pudieran avanzar hacia la capital y los sindicatos hicieron vigilias en la Plaza de Mayo para frenar posibles acciones destituyentes, la inmensa oleada de simpatía que se produjo a raíz de la muerte de su esposo en el 2010, la convenció de la posibilidad de impulsar un espacio propio, apoyado en los sectores medios y que no dependiera de la base histórica sindical del peronismo, su abrumadora victoria en las elecciones del 2011 y la aparición de algunos grupos juveniles, sumado a acciones como la Ley de matrimonio igualitario y la Ley de medios contribuyeron a ese objetivo junto a su particular rechazo hacia los dirigentes sindicales menos “progresistas”.
El conflicto con Hugo Moyano, a la sazón secretario general de la CGT fue escalando, pocos días antes de las elecciones de 2011, Moyano le reclamó al gobierno “mayor fidelidad con la doctrina de Juan Perón” y a las pocas horas la presidenta le reclamó “lealtad con los intereses de los argentinos, no sólo con Perón”, la CGT no fue invitada a los festejos por el triunfo electoral y la reelección de Cristina Kirchner.
Un año más tarde, el 20 de noviembre de 2012 comenzó un enfrentamiento a raíz del reclamo de un sector del sindicalismo de eliminar la cuarta categoría del impuesto a las ganancias. Un mes antes, el 3 de octubre de 2012, se produjo una ruptura en la CGT y un importante número de gremios, los más grandes, se retiraron y conformaron una CGT paralela, eligiendo a Antonio Caló como secretario general, buscando generar un diálogo con el gobierno que evitara la espiralización del conflicto.
Pasaba que varios sectores (Camioneros, petroleros, bancarios) que tenían altos salarios veían neutralizar sus aumentos por los descuentos que sufrían a raíz de este impuesto, tanto que preferían no recibir aumentos pues con cada incremento no sólo les retenían más dinero, sino que ingresaban al tributo más cantidad de trabajadores.
Este conflicto derivó en cinco paros generales, el 10 de abril del 2014 se llevó a cabo otro, que se agravó ante la devaluación del peso en un 19% lo que incrementó la inflación y el deterioro del salario, el tercero en agosto del mismo año se dio en medio de una inflación que ya se calculaba por encima del 30% para el período y fue agravando el enfrentamiento, tanto que las dos últimas medidas de la CGT conducida por Moyano a los que se sumó la CTA se llevaron a cabo en el 2015 año en que se celebraron elecciones presidenciales.
La CGT recién se reunificó en 2016, el 25 de agosto, cuando el avance neoliberal del gobierno de Mauricio Macri obligó a superar las viejas diferencias y cuestionamientos a fin de enfrentar las políticas antiobreras y antisindicales que se pretendían implementar, Macri había llegado al gobierno derrotando a Daniel Scioli, candidato del peronismo elegido por Cristina Kirchner para sucederle al no poder modificar la Constitución nacional y poder ir por un tercer mandato.
La unidad se logró en base a la elección, nuevamente, de un triunvirato que expresara los sectores mayoritarios del movimiento obrero, Héctor Daer (ATSA) propuesto por el sector de gremios más importantes cuantitativamente denominado “Los Gordos” ( en referencia al volumen de los sindicatos, no de sus dirigentes) y los Independientes, Carlos Acuña (SEOESG y PE) del sector vinculado a Luis Barrionuevo y Juan Carlos Schmid (CATT) sector liderado por Hugo Moyano y el 7 de abril de 2017 fue el primer paro general contra las políticas de ese gobierno, fueron 5 en esos cuatro años, que en su segunda mitad, se caracterizó por el crecimiento exponencial del endeudamiento del país, la fuga de capitales y la inflación creciente, sumado a varios intentos de reforma laboral buscando un nuevo ajuste de la economía basado en la reducción “de los costos laborales” a través de contratos precarios, debilitamiento de la fuerza del sindicalismo y pérdida creciente del poder adquisitivo de salarios y jubilaciones.
El fin del gobierno de Macri y la asunción del Frente de Todos, cuyo candidato a presidente fue Alberto Fernández, acompañado por Cristina Kirchner como vicepresidenta coincidieron con la aparición del flagelo planetario que fue la epidemia del Covid 19, que provocó una crisis gigantesca de la economía mundial al detenerse toda actividad durante el año 2020 y reiniciarse lentamente y en forma parcial durante el 2021.
Esto trajo dos cuestiones que definirían los años siguientes, en lo local el gasto público se disparó en forma exponencial, el país estaba endeudado y carecía de acceso al crédito internacional, por ende la compra de insumos y vacunas, así como el auxilio a las empresas paralizadas, abonando gran parte de los salarios, así como el auxilio a los trabajadores precarios que por su condición, al quedar sometido al aislamiento domiciliario, perdieron toda posibilidad de tener ingresos, debió hacerse incrementando seriamente la emisión monetaria, lo cual ante la caída de la recaudación como resultado de la inactividad económica, se transformó en una bomba de tiempo.
Pero, casi imperceptiblemente, se produjo un cambio en la economía mundial, la globalización y la deslocalización de empresa así como la fragmentación de los procesos manufactureros por el mundo buscando minimizar costos, al quedar parado el funcionamiento del transporte aéreo, marítimo y fluvial, dejó a la vista la fragilidad que generaba en las empresas ante imprevistos como éste por lo que comenzó, a partir de mediados del 2021, un proceso de relocalización, más cercana geográficamente de las centrales a fin de asegurar la provisión de partes e insumos en los procesos productivos
Si bien el gobierno argentino logró una negociación con el FMI, principal acreedor de la Argentina, que le permitió prorrogar vencimientos y superar el ahogo que habría producido tener que disponer de las pocas divisas existentes para el pago de los mismos, era evidente que debía implementar una política que asegurara una recuperación de la actividad económica, una reactivación productiva que recuperara el empleo, al mismo tiempo debía ir sacando de la plaza el excedente monetario para acotar el déficit fiscal y las posibilidades de una inflación que impidiera lo primero.
Lo que se desató fue una feroz interna entre el presidente y su vice, cuyos partidarios no sólo pretendieron rechazar el acuerdo logrado con el FMI sino bloquear toda política de ajuste, la falta de iniciativa y decisión de Alberto Fernández paralizó al gobierno, ocasionó la salida de los ministros de Economía, Martín Guzmán y de Producción Matías Kulfas, comenzaron las corridas cambiarias e inflacionarias. Buscando recuperar la iniciativa asumió en Economía, la tercera pata del acuerdo que dio lugar al Frente de Todos, Sergio Massa.
La CGT convocó a una marcha, el 17 de octubre de 2021, reclamando el fin del enfrentamiento entre los sectores de la vicepresidenta y el gobierno, que un día antes en un acto en la Plaza de Mayo habían atacado ferozmente al presidente. El 17 de agosto de 2022, marchó nuevamente, esta vez hacia el Congreso de la Nación, contra las subas de precios y reclamando además que se corrija el rumbo económico, reclamando el fin de los enfrentamientos internos y advirtiendo de la gravedad de la situación, pero fue inútil.
En estas condiciones se llegó a las elecciones de 2023, el oficialismo llevó como candidato a Sergio Massa, ministro de economía, ante el disgusto notorio de Cristina Kirchner que había lanzado otra fórmula presidencial que tuvo que ser retirada, una inflación creciente, una devaluación al día siguiente de haber obtenido una victoria sorpresiva en la primera vuelta de las elecciones generales en el mes de octubre y un hartazgo generalizado que conllevó que un 23% de la población no fuera a votar, Javier Milei Obtuvo la victoria y lo demás es historia reciente.
Movimiento Obrero, situación y perspectivas.-
En los capítulos precedentes he intentado aportar una opinión sobre el devenir del movimiento obrero en los últimos años, no hacer una historia sino reflexionar sobre ciertos momentos, ciertos actores y hechos que han sido muy comentados en los últimos años, quedan para el debate, no es mas que un aporte a ello, pero no quiero terminar sin hacer mi propia reflexión sobre cuestiones que no pueden faltar en una agenda de futuro de la CGT.
1) Trabajo Informal, blanqueo y planes sociales.-
Los últimos informes del Indec en esta materia, mas allá de la credibilidad que nos merezca el Indec o algunos de sus informes son terribles en esta materia, mas allá que puedan variar un poco según quién haga el trabajo lo cierto es que no se puede no poner el tema en el tapete, estamos hablando de 42% de trabajo informal, dentro de esto si hablamos de 43,4 en mujeres debemos correr el velo del doble empleo, la mujer que trabaja en su casa y afuera hace de remisera, tareas de cuidado, limpieza de casas etc., en los hombres alcanza el 40,9%, pero si tomamos a los jóvenes alcanza el 58,7 %, es decir 6 de cada 10 pibes trabajan en negro. En el grupo de los llamados trabajadores “independientes” alcanza el 62,4%, pero dentro de los asalariados la informalidad alcanza el 36,1% un drama para la seguridad social y el sistema de previsión social, que obliga a que el 50% de los mayores de 65 años trabajen “en negro” a fin de complementar las jubilaciones de hambre. No es un error ni una casualidad, es el modelo de país que sostuvo la dictadura y continuó con Alfonsín, Menem, De la Rúa, Macri y Milei y no se atrevieron a encarar Néstor y Cristina Kirchner y menos Alberto Fernández.
Sentarse a trabajar con los representantes de cientos de empresas textiles, calzado, etc, que hoy fabrican bienes que luego son vendidos por las marcas mas famosas previo ponerle sus nombres y marcas, o los imitan (La Salada, los manteros, etc) para ver no como empezar a cobrarles impuestos sino a como ayudarlos para que se sostengan, crezcan y se afiancen.
Hacer lo propio con los miles de trabajadores “independientes” para hacer lo mismo, es falso que los choferes de Uber, Cabify, Rappi, Glovo, no tengan “empleador” sí, que lo tienen no macaneen mas con el algoritmo, Uber, todos los fines de año hace una fiesta en un hotel céntrico para premiar a sus mejores choferes, quien paga el alquiler del hotel, el catering y los regalos, el algoritmo?, pero cuando se habla de ellos se habla que aporten a la jubilación, que aporten al sindicato, a la obra social, como ellos dicen “¡Sólo se acuerdan de nosotros para sacarnos plata!”.
En el marco de un Consejo Económico Social, que es estratégico e imprescindible crear, hay que discutir como ir incorporando a los trabajadores que hoy subsisten gracias a los planes sociales al mundo del trabajo, reducir los impuestos a los empresarios que los tomen, mantenerles el plan como parte del salario, trabajar conjuntamente con el sindicato del sector en la formación y capacitación permanente a fin de superar las carencias de conocimientos frente a las nuevas tecnologías.
2) Creación del Consejo Económico Social, por ley, donde el Estado, sindicato y cámaras empresarias discutan y promuevan normas y acciones en materia de Crecimiento, Producción y Empleo, entre ellas muchas a generar para avanzar en el punto anterior, con sanciones impositivas o de personería a las entidades que se nieguen a participar u obstaculicen los debates o conclusiones. Cada sector (metalúrgico, mecánico, textil, transporte, empleados públicos, bancario, construcción, etc) deben debatirse las políticas estatales de promoción y defensa de nuestras industrias , la incorporación de tecnología, y el empleo.
3)Recuperación de la representación del movimiento obrero en los espacios de decisión política, Diputados, Senadores, legislaturas provinciales y municipales. Su notoria ausencia en estos últimos años han provocado que en el debate de las leyes sobre economía, sindicalismo, derechos sociales y/o sindicales se hagan sin escuchar su opinión, su voz.
4)Fortalecer la sindicalización y la participación de los trabajadores, especialmente los jóvenes y las mujeres, a fin de ampliar las visiones y formas de resolver los problemas y asegurar el necesario transvasamiento.
Obviamente que esto no agota la agenda de discusión y de trabajo, pero pondría al movimiento obrero a la vanguardia del reclamo de rumbos para un futuro gobierno de carácter popular que prioricen las cuestiones que hoy preocupan a las grandes mayorías del pueblo argentino y comencemos a resolverlos de verdad, en forma colectiva, con la participación real y activa de todos los actores, seguramente de hacerse, se abrirán las agendas a las demandas que aún no visualizamos y a las que surgirán en esa marcha.

