El liberalismo naturaliza la dependencia y la colonización de la Marina Mercante y de la Industria Naval

Por Gustavo Ramírez

Hace tiempo que la dirigencia política argentina abandonó toda posibilidad de pensar lo nacional en términos estratégicos, imbricados en relación con la situación geopolítica. El proceso de endeudamiento, a través de la restitución democrática del régimen oligárquico, dinamitó toda posibilidad de independencia económica y soberanía política.

Los temas centrales, que hacen verdaderamente al hecho de una configuración marco en constante dinámica con lo micro, se esfumaron en la superficialidad de una coyuntura sistémica que no contempla la posibilidad de sostener un pensamiento estratégico profundo y soberano. La matriz productiva responde a las características de la semi-colonia, donde la razón nacional no es contemplada.

La expresión de los agentes de presión y de poder se manifiesta en la desagregación socio-cultural que promueve la desterritorialización de lo argentino en la referencia sistemática que hace al interés colectivo. Esto permite que entidades como la Cámara de Puertos Privados Comerciales se pronuncien a favor de la desregulación de la Marina Mercante sin tener en cuenta más que los intereses sectoriales, de un grupo determinado de acaudalados que vive de la extracción de la riqueza que producen los trabajadores argentinos.

El tema no es nuevo. En Argentina se adeuda una discusión real, no ya sólo sobre el sistema productivo, sino sobre quién dispone del Comercio Exterior y cuál es su política en torno al transporte. La ausencia de proyecto nacional y el sustento liberal confabulan contra la consolidación de la autonomía nacional y posibilitan que, en el esquema de dependencia actual, los sectores parasitarios arrenden el tutelaje colonial para usufructuar las ganancias que produce la entrega del patrimonio argentino.

La liberación de ríos y mares no constituye un factor de crecimiento. Por el contrario, favorece la integración vertical que procura el desequilibrio permanente entre trabajo y capital. Así, en un mapa geopolítico dinámico, la sobrenarrativa liberal promete una prosperidad inalcanzable, mientras que intensifica la pérdida de soberanía en un sector clave para la conformación política, material y cultural del país.

Una de las vertientes que se deja de lado de manera inmediata es la que asegura que la globalización se produce a través del transporte. Pasó en distintos procesos históricos y vuelve a pasar ahora. El avance multipolar propuesto por el bloque BRICS impulsa nuevas conexiones ultramarinas y también pretende dinamizar nuevas rutas de comercialización hacia el interior de los países a través de la multimodalidad del transporte.

Para tener una idea de lo que ello implica: en junio, según anunció el representante ruso para la cooperación económica, Kirill Dmitriev, el comercio entre los países que componen el BRICS llegó al billón de dólares. En este contexto, y fuera del bloque, China y Perú, por ejemplo, han afianzado su relación comercial a través de la construcción del Puerto de Chancay. Para ambos países, la construcción de este puerto abre el «Gran Camino Inca de la Nueva Era». Este enclave multipropósito, en los primeros cinco meses del año, realizó operaciones por 777 millones de dólares.

¿Cómo es posible que Argentina, teniendo un territorio más extenso, con puertos estratégicos, no cuente con la capacidad de integrarse a un proceso de transporte que favorezca a su producción? La política de plata fácil ha obstaculizado el desarrollo de un programa independiente y adecuado a las necesidades nacionales. Al dejar en manos del capital transnacional las decisiones sobre el Comercio Exterior, el país perdió toda capacidad de pensarse más allá de la ecuación unidimensional costo-beneficio.

Frente a este panorama, y sin el sostén de una planificación estratégica que tenga en cuenta las necesidades del país y no las del capital, los puertos argentinos comenzarán a perder competitividad. El avance chino también tiene impacto en la industria naval, desfigurada en los ’90 y que solo subsiste, en la actualidad, con respirador artificial. Si todo lo produce el gigante asiático que nos queda. ¿Es demasiado tarde para nosotros? Estamos rezagados y somos parte de los grandes perdedores de las batallas comerciales. Milei nos arrastró al abismo y encima nos quiere hacer creer que eso es bueno.

En la guerra económica, China no solo piensa en las condiciones estructurales del transporte sino en materia de producción de sus propios barcos y la construcción de buques para el resto del mundo. La flota mercante mundial cuenta con la hegemonía china.

Thomas Doepel, Director General de la compañía naviera finlandesa Finnlines, declaró hace unas semanas que «China ha desarrollado fuertes capacidades en la industria naval, y la cooperación con ellos trae claramente beneficios». La apertura del mercado trae consecuencias desastrosas para las industrias locales, pero a los empresarios no parece preocuparles demasiado las asimetrías que esto pueda generar. China las aprovecha, su pensamiento no es meramente comercial, es geopolítico. Dominar los mares implica, de cierta manera, dominar al mundo.

El mismo empresario expuso: «Los astilleros europeos simplemente carecen de la capacidad para entregar tal orden tan grande a tiempo, mientras que los astilleros chinos ofrecen condiciones excelentes». Doepel agregó: «Europa debe entender que el comercio y la interdependencia pueden ser herramientas para gestionar riesgos e impulsar el crecimiento compartido».

Es más que obvio que, en este escenario, Argentina padece la falta de bodegas nacionales. La pérdida de la producción y el servicio de buques impacta en la conformación de un escenario laboral paupérrimo que solo es sostenido por la perseverancia de los sindicatos del sector. No obstante, la pregunta es: ¿por qué Argentina se niega a discutir estas cuestiones?

En la configuración del desequilibrio entre capital y trabajo, la riqueza ya no sólo le pertenece a los trabajadores sino al pueblo argentino. El capital se lo queda todo. Sin flota mercante, Argentina es dependiente para trasladar su producción al exterior y se somete a naturalizar la colonización de su extensión marítima. Con la OTAN ocupando Malvinas y con Estados Unidos e Israel colonizando la Patagonia, el mar es vulnerable y también lo es la Antártida.

La lectura lineal del proceso económico y de la subordinación política al capital naturaliza el hecho de la desterritorialización nacional, al mismo tiempo que obtura toda apreciación geopolítica. En la actual guerra económica, esto no es un tema menor. Tener el control sobre puertos, ríos y mares es asumir el dominio de la economía y de las decisiones políticas sobre el Comercio Exterior.

Manuel Belgrano supo advertirnos sobre la traducción material de la disolución nacional: “He visto con dolor, una infinidad de hombres ociosos en quienes no se ve otra cosa que la miseria, y la desnudez, una infinidad de familias que solo deben su subsistencia a la ferocidad del país, que está por todas partes denotando la riqueza que encierra”.

Argentina no es un país pobre. Es por eso que todas las potencias la desean. Los traidores internos han jugado a favor de la dependencia desde el principio de los tiempos. Así, la ciudad puerto, la Reina del Plata, se prostituyó al mando británico en nombre de un desarrollo y progreso que quedó en manos de una oligarquía local que nunca miró más allá de sus bolsillos.

Sin embargo, así como la economía no sigue trazados lineales, la historia tampoco lo hace. En tiempos de rupturas, el peronismo estatizó en 1949 la Compañía Argentina de Navegación Dodero. A partir de esa estructura creó en primera instancia la Dirección Nacional de la Flota Dodero, y para 1951 la Flota Argentina de Navegación Fluvial.

Durante la apertura del Congreso de 1948, Peón explicó:

“Mientras se mejoraban las condiciones de los puertos, se ordenó la adquisición de camiones de toda clase, de cualquier procedencia y al precio que fuera. Por intermedio del IAPI se compró todo lo que se pudo y se dio un camión a quien supiera manejarlo y lo pagara luego con fletes. De esta manera pudimos llevar las cosechas a puerto en caravana de camiones que recorren hasta 400 kilómetros del lugar de origen, embarcarlas, acudir en socorro de los pueblos necesitados e incorporar al patrimonio nacional los frutos del trabajo de nuestros hombres de campo. Si no hubiéramos gastado esos millones en adquirir medios de transporte y maquinarias para poner los puertos en condiciones, no hubiese sido posible incorporar a nuestra economía más de 4.000.000 obtenidos de la comercialización de nuestra cosecha”.

Perón recuperó la bodega nacional y reglamentó su existencia a partir de la condición estructurante del trabajo. Su explicación, ante el Congreso, evidenció la determinación política de crear las condiciones económicas para que el capital no absorba la totalidad de la riqueza ni se convierta en un agente parasitario y mucho menos colonial.

El sistema portuario argentino está integrado por 118 puertos. La mayoría de estos puertos son fluviales. El 90 % del Comercio Exterior se realiza a través del transporte marítimo y, sin embargo, la mirada se queda empantanada en una perspectiva materialista, empequeñecida hoy por las falacias libertarias.

El atraso al que nos somete la política de la dependencia naturaliza el desequilibrio sistemático entre capital y trabajo y promociona la transferencia de riqueza desde la clase trabajadora a la oligarquía. Esto es lo que, en definitiva, con su postura anti-nacional, apoya la Cámara de Puertos Privados Comerciales cuando avala la desregulación de la Marina Mercante. Liberar las relaciones materiales implica encadenar al país y a su población a la precarización laboral, a la desocupación, a la pobreza, a la miseria y al sometimiento de las grandes potencias.

Lejos del amparo electoral que determina urgencias coyunturales, el programa nacional deberá integrar a su base una mirada geoeconómica y geopolítica sobre el transporte en general, pero específica en materia de la Marina Mercante y la Industria Naval. Como afirmó Scalabrini Ortiz: “Los hombres realmente libres y patriotas deberemos luchar a esta altura de la historia por una patria redimida”.

LA CONDUCCIÓN VERTICAL Y LA SALUD Y RECONSTRUCCIÓN DEL MOVIMIENTO NACIONAL

Por Aurelio Argañaraz*

En una nota[1], hace catorce años, abordando el tema de la conducción vertical del movimiento nacional, distinguí lo que ocurría con Perón vivo de lo que ocurría tras su muerte. Los lectores verán que dije entonces que Perón “era” el programa nacional. Esa afirmación suena caprichosa, casi como expresión de “culto a la personalidad”, pero en realidad se funda en hechos históricos. En primer lugar, el General fue fiel, hasta el fin de su vida, al nacionalismo económico con justicia social, con el Estado Nacional en un rol central, como único empresario comprometido a fondo con el interés general. Debía alentarse al capital nacional, pero no ignorar su mezquindad, su ambivalencia insalvable y estupidez estratégica[2]. Corroborando esa firmeza, fundada en la experiencia, exiliado y sin el poder estatal, mientras maniobraba para contener unidas sus fuerzas, rechazó la inclinación “alvearista” de algunos fieles, propensos a “integrar” el peronismo al orden. No obstante, sin condenar expresamente las ilusiones de un ala “izquierda”, el General desdeñó la sugerencia de exiliarse en Cuba, mucho antes de conformarse Montoneros; enalteció a Mao, pero eligió quedarse en España, sin definir afinidades con la “patria socialista”. Era un patriota; un gran estadista nacional burgués, no un lector electoralista de encuestas, como la mayoría de los epígonos que hoy lo invocan. Quiso construir un capitalismo nacional, con eje en el Estado, con el apoyo y en beneficio del pueblo argentino. En segundo lugar, se reconocía como el artífice de una construcción de poder creada con el despliegue de ideas y medidas nacional-populares, en feroz lucha con la oligarquía y el imperialismo. Estas fuerzas retrógradas quisieron impedir el triunfo de sus planes y fueron vencidos el 17 de Octubre por la clase trabajadora, amparada por el sector nacional del Ejército; alianza rota en 1955, fue el pilar de sus primeros gobiernos. Sólo omitiendo esa conjunción de datos, un lector atento juzgará extraña la afirmación que hicimos en el momento aquel.

Ahora bien, precisemos más este punto fundamental: Perón era el programa nacional, pero no como pretendían Hernández Arregui y otras figuras de “la izquierda peronista”, el programa de los trabajadores. La clase obrera puede (debe, si quiere liderar el frente nacional) presentar al país su programa nacional, entendido como una síntesis de las demandas compartidas por el conjunto de las clases del frente nacional, incluidos los sectores nacionales del empresariado. Pero no cabe, en ese programa, una sacralización del derecho de propiedad, sino solamente el respeto a quienes acepten contribuir al desarrollo autocentrado de las fuerzas productivas, demostrándolo al aportar a la capitalización del país, con la obvia diferencia que esto significa respecto al parasitismo oligárquico hoy prevaleciente, de una oligarquía que no reinvierte en la economía real y destina sus beneficios al consumo suntuario y las actividades especulativas. Esa actitud contiene la divisoria de aguas básica, entre nación y colonia, en el plano estructural: si se elude la tarea de ampliar la producción y diversificar la economía, incrementando su productividad y agregado de valor, la patria es sólo una exhibición inocua de “los valores tradicionales”. Aunque formulara la noción de que el capital debe cumplir una función social, el peronismo clásico no condicionó el respeto al derecho de propiedad a que eso tuviera una expresión práctica (y la única verdad es la realidad). Eso define la naturaleza social del programa que levantó. Dicho de otro modo, si hubiese triunfado el capitalismo nacional que Perón impulsaba –lo que habría sido un enorme salto en la historia de la Argentina– la oligarquía tradicional habría cedido su vieja condición de clase dominante al empresariado industrial, como ocurre en los grandes países centrales, que coronaron con éxito su revolución burguesa. De ningún modo el plan del peronismo buscaba hacer de la clase obrera la clase rectora de la vida nacional, sino otorgarle un nivel de ingresos acorde con el estándar del “estado de bienestar”, sostenido en los pilares del desarrollo autónomo y una mayor productividad del trabajo. Para la crítica racional, que rechaza mitificar en ningún sentido la experiencia real, explicitar estas cosas implica caracterizar el programa de Perón como expresión cabal de lo nacional-popular, de ningún modo como una tentativa de plasmar el programa histórico-universal de la clase obrera. La única fuerza que hace suyo dicho programa, en la Argentina, aunque no haya logrado una penetración efectiva en el mundo obrero, es la Izquierda Nacional y se nutre en las nociones de un marxismo bolivariano.

Como veremos, estas no son cuestiones ajenas a nuestro tema puntual. La conducción vertical, lejos de responder a un mero “autoritarismo”, es en verdad una necesidad del liderazgo burgués del campo nacional, que no tolera –aunque algunos peronistas hablen de “empoderar a las bases”, mientras les impiden participar en la toma de decisiones– el eventual protagonismo de la clase obrera y necesita impedir un debate orgánico sobre los problemas relativos a la lucha por liberarnos del yugo extranjero y sus nexos con la emancipación de las clases oprimidas. Este empobrecimiento de la vida interna que se manifiesta en la fuerza fundada por Perón, que llevaron a Cooke a definir el peronismo como “gigante invertebrado” –sin articulación de cuadros y conducciones– adquiere en la actualidad una gravedad extrema, que amenaza con destruir su misma existencia.

Pero, además, si, como creemos, esos límites burgueses fueron determinantes para que las clases antinacionales preservaran íntegramente su poder económico y derribaran al peronismo en 1955, las diferencias con lo que definimos como una potencial hegemonía obrera en el movimiento nacional se tornan claras ante el cotejo histórico. La revolución nacional encarnada por el peronismo es contemporánea de la victoria de Mao, con una diferencia de muy pocos años. Pero la revolución china, ante el derecho de propiedad actuó del modo que estamos planteando y las clases parasitarias fueron despojadas del poder económico, lo cual implica su derrota definitiva ¿Necesita el lector que señalemos las derivaciones que una y otra conducta tuvieron sobre el destino de ambos países, que coinciden en provenir del mundo semicolonial[3]?

Un poco de historia

Siendo ya presidente, pasadas las elecciones de 1946, Perón disuelve los partidos que lo hicieron candidato, para destruir ante todo al Partido Laborista, cuya dirigencia sindical aspiraba a ser un protagonista del ciclo abierto y preservar un rol independiente y activo para el movimiento obrero y la clase trabajadora, en lugar de ser, como ocurriría más tarde, una representación del líder ante las bases. El General crea, tras aquella medida, el fantasmal Partido Único de la Revolución, que luego sustituye por el Partido Peronista. Señalado como el mero “instrumento electoral”, este último carecía de vida interna: estará intervenido en todas las provincias durante los diez años del gobierno peronista y sigue las órdenes del “Comando Superior”, un eufemismo que disfraza el liderazgo absoluto, incondicional y presuntamente infalible del mismo Perón. Al frente del Partido hay interventores, en cada provincia; así lo mantiene durante diez años, bajo una norma  que prohíbe el debate y la diferenciación de opiniones –se sostiene que su doctrina hace del peronismo una fuerza “monolítica”– hasta su caída, en 1955[4]. Simultáneamente, liquida en la CGT la anterior autonomía y el sindicalismo designa en su conducción a dirigentes electos por el mismo Perón[5]; para ser, se ha dicho, representantes suyos ante la clase obrera, no a la inversa. Con toda razón, ya que en ambos casos se suprime el debate y hasta las directivas  menores bajan desde el mentado “Consejo Superior”, Jorge Abelardo Ramos dice que “la política de Perón, en relación con su movimiento, consistió en impedir su organización[6]”.

Como fruto del proceso, el General se erige en líder bonapartista del frente nacional; se relaciona sin intermediarios con las masas populares, a las que aparta del poder, para darles un rol de apoyo pasivo. Delegan en el César el manejo de su destino. No se trata, como ha pretendido cierto formalismo democrático, de una malignidad. Es un modo de concentrar, en una persona, las fuerzas atomizadas del movimiento de masas, con un doble propósito: 1) imponerse al imperialismo y sus socios nativos, que buscan derrotar al poder nacional; 2) arbitrar en las disputas internas del peronismo –un frente de clases nacionales– e impedir que las masas tengan autonomía y puedan cuestionar los límites de clase del nacionalismo burgués, cuyo objetivo es ganar espacio en el mercado interno al capital extranjero, pero sin lesionar el derecho de propiedad, pilar intocable del orden capitalista[7].

Las raíces sociales, no psicológicas, de la actitud de Perón, mal que le pese al que intenta transferir las categorías del psicoanálisis al área de lo político, se confirman al advertir la extensión del fenómeno de los “liderazgos personalistas” a muchos países del mundo periférico, aunque esta última condición no excluya la existencia de jefes semejantes en el mundo central, como sería el caso de Churchill o De Gaulle, sin olvidar al Bonaparte examinado por Marx. En el caso de los países del capitalismo central, sin embargo, dicho cesarismo carece de progresividad y se apoya en clases sociales reaccionarias, con fines imperialistas, lo que demuestra –no está de más recordarlo– la inversión que sufren los postulados y la práctica al emerger de realidades de signo opuesto. El bonapartismo, en el mundo semicolonial, que busca liberar sus fuerzas productivas, es la forma que asume el nacionalismo burgués, limitado, pero antiimperialista. En el mundo “avanzado”, en los centros imperialistas, busca agrupar a las masas con el fin perpetuar la explotación colonial, pujando por el reparto de las semicolonias con los imperialismos rivales.

Ahora bien, si Perón “era” el programa nacional y esto aseguraba el rumbo de su política, como muestran los hechos, eso no implica que la conducción vertical fuese inocua, desde el punto de vista de la salud y solidez del frente nacional. Perón mismo lo expresa, aunque intente darle una justificación, cuando señala que está “rodeado de alcahuetes y adulones”[8]. En primer lugar, cabe señalar que Perón optó deliberadamente por sumar a tipos como Apold y Mendé, entre muchos chupamedias de dudosa fidelidad, mientras apartaba del gobierno a grandes patriotas, brillantes y honestos, como Scalabrini Ortiz y Jauretche. Rodeado de figuras de esa talla, de materializarse, hubiese fortalecido la construcción de poder, al potenciar la lucha ideológica y política contra la oposición y la influencia oligárquica, cuyo poder cultural permaneció incólume, en contraste con las transformaciones de la Argentina real. La notable anomalía –su significado, aún hoy, es tema tabú dentro del peronismo– es una consecuencia del verticalismo impuesto, pero no la única y probablemente tampoco la peor de ellas. El mayor daño, a nuestro juicio, es haber empobrecido la cultura interna de su fuerza política y, consecuentemente, la lucha de ideas contra el campo enemigo, que supone decir la capacidad del movimiento de captar a sectores indecisos, en lugar de entregarlos a la influencia imperialista. Nadie, entre los patriotas, desertó cuando había que poner el pecho, antes y después de 1955. Tampoco pretendían disputarle el liderazgo del movimiento a Perón, síntesis consagrada de Octubre del 45, que era inapelable.

La situación resultante fue descripta sumariamente como sigue, con las miras puestas en el clima que precedió al golpe de 1955: “Cuando realmente fue preciso luchar y lanzar a la batalla a miles de oradores políticos, armados de una ideología consistente, para derrotar a la oposición que alzaba la cabeza en todas partes, Perón se encontró indefenso y más solo que nunca”[9]. Importa subrayar que no se trataba de un “error” de Perón, sino de un fenómeno que excede su persona y remite a la cuestión de los límites sociales del nacionalismo burgués, según hemos intentado demostrar. No alteraría esta conclusión encontrar “pruebas” en la personalidad de Perón, o sugiriendo que utilizaba una visión militar de “la cadena de mandos” u más singularidades del plano personal, si atendemos al hecho de que la historia integra lo personal y lo social, subsumiendo lo secundario a lo que es sustancial.

Algunas observaciones sobre la conducción vertical en la gestión del kirchnerismo

Hace quince años, con el kirchnerismo en plenitud, creo que mi crítica de la conducción vertical fue vista como “teoría”, por esos que presumen de ser “realistas”. En realidad, anticipábamos un problema que hoy padece la militancia nacional-popular responsable, afligida por el presente y futuro del peronismo. Pero, seamos justos con nuestra propia obra, la prueba de que no errábamos al advertir una crisis próxima del campo nacional, derivada de los problemas relacionados con el modo vertical de conducción (en el caso, de CFK), apareció menos de un año después[10], al estallar el conflicto entre el gobierno nacional y la CGT de Hugo Moyano[11], punto de partida de una fatal reducción de las bases del kirchnerismo, que se rebeló trágica en las elecciones presidenciales del 2015[12]. Como si fuese poco, la lucha por sostener el poder absoluto de CFK en el seno del peronismo fue, más tarde, la causa central de la interna a cielo abierto librada contra el gobierno de Alberto Fernández, desacreditándolo hasta el extremo de allanar el camino al triunfo de Milei[13], cuya crítica del peronismo encontró en los fans de CFK una base de apoyo imposible de subestimar. Estamos en el presente, ya: el verticalismo en que se empeña la ex presidente es el obstáculo mayor, en la lucha por reconstruir las fuerzas populares y poner término al ciclo de derrotas posteriores al triunfo en los comicios presidenciales del 2011. Con la excepción del círculo de los fans de Cristina, que medran bajo su mando, nadie hoy ignora “el rol del dedo” y la necesidad de enfrentarlo con la toda urgencia. Apuntemos, no obstante, que esa cuestión emerge como central, pero en modo alguno es la única valla que debe salvarse, en estas circunstancias. Es también imprescindible rearmar doctrinariamente al campo nacional, un objetivo que requiere un debate serio, en el marco de una democratización interna real. Pero ambas cuestiones están unidas, ya que la pugna por perpetuar una conducción muy cuestionada está acompañada por una cancelación del debate de ideas y de cualquier observación crítica de “la jefa”.

El valor estratégico de una democratización interna

Hasta aquí nuestra crítica se apoya en lo fáctico, con énfasis en los datos de la pérdida de las mayorías, una experiencia fatal en los últimos años. Pero, debe advertirse que la conducción vertical genera debilidades estructurales permanentes que son inevitables, sin abolirla. Para facilitar la exposición, empecemos por decir que la conducción vertical establece el derecho del jefe a la elección de quienes detentan cargos, electivos o no, en el aparato del Estado.  Con lo cual se estimula la fidelidad al líder, que adquiere más peso que obtener fama y apoyo propio en las bases reales y potenciales del movimiento. La “selección del personal”, en esta lógica, no está vinculada a la fidelidad a principios, con el espíritu crítico asociado a esa virtud, sino a la docilidad, sin excluir la disposición al “culto de la personalidad” del dueño del destino de cada aspirante. Perón hizo pública más de una anécdota ilustrativa al respecto, además de quejarse de los “alcahuetes y obsecuentes” de que estaba rodeado. Pero omitía decir que él era quién elegía a todos sus colaboradores, con nula tolerancia con aquél que pudiera cuestionar algo, aunque pudiera hacerlo con sana intención.

Debe evitarse la “moralización” del tema, para atender al hecho, que puede verificarse, por el examen de la experiencia y por la reflexión teórica, de que la conducción vertical, como modo de gestionar los conflictos propios del frente policlasista –todo movimiento de liberación nacional articula a clases y fuerzas que comparten un programa, pero no pueden suprimir sus antagonismos internos– es inferior a otras formas organizativas, al infantilizar a la militancia, sustituir a los cuadros por correveidiles anómicos y obstruir los canales que vinculan  el debate con la toma de decisiones, transformando al primero en un ejercicio huero, de escaso valor para la instancia que define qué se hace[14]. En ese contexto, los intelectuales del peronismo son apenas un decorado, contemplativos de una práctica que otros sostienen. La “lógica” no escrita del liderazgo vertical –el “gigante invertebrado” de Cooke tapa su desnudez con clases alusivas al valor de “organizarse”– cuya debilidad se hace trágica en los momentos de crisis, particularmente en las batallas contra el enemigo oligárquico y, tras la muerte del General Perón, cuando se desata la pugna por el liderazgo del movimiento, es, contradictoriamente, algo impersonal, ya que se impone incluso al conductor, incapaz de rechazar la verticalidad como sistema y de impulsar la formación de una conducción colectiva, sometida a las reglas del mandato pactado, con la ratificación o revocabilidad periódica que lo acota, en el marco de un abierto debate de ideas.

La militancia, el arribismo y la ampliación de las bases del movimiento popular

Si el lugar logrado en el seno del movimiento y en el aparato del Estado no depende del ascendiente que se ha ganado en las bases del mismo y en el público en general, sino de la decisión de un líder arbitral, que reserva para sí la tarea de pensar y resolverlo todo: ¿para qué esforzarse en desarrollar la capacidad de análisis, ser reconocido por la propia valía y construir una base de sostén propia, sumarla a las bases del movimiento, lograr que el mismo sea más extenso y gane en solidez, cuantitativa y cualitativamente? En las cúspides de la estructura vertical, en realidad, este tipo de perfil es más bien rechazado,  sospechoso de insubordinación, salvo que sea alguien profesionalmente capacitado que al mismo tiempo se abstiene en la política general, como era el caso de Ramón Carrillo, el gran ministro de Perón, consagrado exclusivamente al desarrollo del sistema de Salud Pública, interlocutor valorado por el General Perón, sin ninguna injerencia en los dilemas políticos que ocupaban al líder[15].

Esta es la razón por la cual el líder termina rodeado de “chupamedias y alcahuetes”, que, como toda esa especie, son potenciales traidores al campo nacional. Pero, si se pretende en cambio construir o reconstruir una fuerza política, lo que implica sumar a patriotas y militantes a una causa que reconozca los méritos ganados, la conducción vertical atenta contra el propósito, por obvias razones. Las señalamos en la nota ya mencionada: “Si el General Perón les hubiese planteado a los líderes sindicales en 1944 que de allí en más habría de imponerles una <conducción vertical> el peronismo no hubiera llegado a ser”. Eso no implica ignorar el papel jugado por la política de la famosa Secretaria de Trabajo y Previsión. Pero, sin la expectativa de ser protagonistas del movimiento que contribuían a gestar, los líderes obreros no se hubieran empeñado en la tarea de hacer del Partido Laborista una fuerza poderosa, clave en el triunfo electoral del 46. Ellos, como Perón, pese a la ruptura del vínculo inicial con Cipriano Reyes y Luis Gay, alimentaron más tarde el respaldo al avance de aquellos años felices y, caído el gobierno en 1955, la militancia sindical, base central de la Resistencia Peronista, supo vincular la acción reivindicativa y la lucha política del peronismo proscripto, que los trabajadores vivían como una unidad, prácticamente inescindible.

De alguna manera, la acción obrera asociaba naturalmente sus demandas reivindicativas con levantar las banderas del 17 de Octubre, punto de partida de la consolidación de un nuevo estatuto social para la clase trabajadora, que incluía la elevación del nivel de vida, pero también la jerarquización de su status social. En este marco, ya exiliado Perón, el movimiento obrero preservaba el reconocimiento de “la columna vertebral”, con un rol protagónico en las estructuras del peronismo, sólo subordinado al liderazgo del General.

El peronismo posterior a la derrota ante Alfonsín

La “rama política”, después del Proceso y la derrota del peronismo a manos de Alfonsín, se empeñó en alterar esa situación, para transformar a los trabajadores y el movimiento obrero en un sostén carente de toda injerencia en los mandos del movimiento, sin las   prerrogativas que les otorgaba Perón en su seno, con un tercio de las candidaturas y un importante rol en la estructura estatal, con un poder absoluto en la esfera del Trabajo.

Entre otras calamidades, el menemismo afianzó esa degradación del rol de los sindicatos en el poder estatal y los mandos del peronismo, mientras imponía por decreto el nivel salarial, ignorando el derecho a negociar salarios y condiciones de trabajo. Anulaba así la función reivindicativa sindical, en un marco de destrucción de la industria nacional y el empleo. Por esa razón, estimulado además por señales políticas, con el gobierno de Néstor Kirchner se produce un renacimiento del activismo obrero y, como respuesta al cambio general de situación, una joven generación obrera se entusiasma con retomar la lucha y reinstalar a los trabajadores en el papel de protagonistas que le había reconocido el peronismo clásico. A los efectos del examen en el que estamos empeñados, ese fugaz momento apuntaba a restaurar los vínculos vivos del aparato justicialista con las grandes masas, algo que, antes de que adquirieran su peso actual los “movimientos sociales”, dependía ante todo del activo sindical, principal operador entre la jefatura y las masas.

La maduración de ese proceso, como es sabido (o debería serlo), se frustró al estallar el conflicto entre Cristina Kirchner y la CGT, liderada entonces por Hugo Moyano. El origen de esa ruptura, punto de partida de la posterior pérdida de las mayorías electorales por parte del kirchnerismo, haciendo abstracción de los desatinos recíprocos que se vieron posteriormente, no puede juzgarse sino como tentativa de desplazar el eje de apoyo del gobierno desde la clase obrera hacia las franjas progresistas de la pequeña burguesía, lo que implicaba ignorar el significado mismo de la expresión de Perón, respecto al papel de “columna vertebral” del movimiento sindical y los trabajadores peronistas. Aquél que rechace esta afirmación debería recordar que, además de apartar del poder a Moyano, la gestión de Cristina impuso a los asalariados el Impuesto a las Ganancias y abundaron las declaraciones que lesionaban el vínculo, preparando el terreno para que fracciones obreras abandonaran al kirchnerismo en las fatales elecciones del 2015.

Algunas conclusiones, ante la tragedia actual

La primera y fundamental es la siguiente: la tarea de “enamorar nuevamente” al pueblo argentino y particularmente a los trabajadores, tan cacareada como objetivo, excluye la pretensión de disciplinarlos tras una dirigencia que ha perdido el rumbo. La crisis de la representación, explicitada por las manifestaciones del 2001, nunca se superó y es hoy más grave que nunca. De allí la victoria de Milei en las urnas y la persistencia de sus bases de apoyo político, que subsisten pese a la hambruna y el caos generados por su gestión apátrida, quizás la peor de la historia argentina.

El peronismo sufre una crisis extrema con pronóstico reservado. No sobrevivirá al drama nacional salvo que logre definir un programa, actual pero fiel a su origen antioligárquico. Pero ese propósito no se alcanzará sin superar la ausencia de un clima interno propenso al debate y dispuesto a enfrentar la decadencia nacional con el sólido patriotismo que siempre exigen las grandes empresas. Si su dirigencia actual –los que no han claudicado lisa y llanamente– no se decide a generar un amplio debate sobre los problemas del país, democratizar el movimiento y liberar a la Argentina, la militancia popular debe asumir la tarea, desechar a los “alvearistas” y a todos los sectarios y transformar al país de una buena vez.

[1]  La conducción vertical, después de Perón, fue publicada en el diario Comercio y Justicia, el 25 de febrero de 2011. Se encuentra, hoy, en https://aurelioarganaraz.com/politica-argentina/la-conduccion-vertical-despues-de-peron/

[2] El General Perón nunca sufrió la tentación de “superar” las derrotas asumiendo propuestas del enemigo oligárquico. Después de su muerte, la “renovación peronista”, con Menem y Cafiero como exponentes de su dirigencia, no sabían cómo “parecerse” a Alfonsín, que los había derrotado. Hoy, Cristina Kirchner, tal vez mareada ante la popularidad de Milei, hace confusos planteos sobre una vaga “reforma laboral”, para no dejar en manos de Milei y Macri esta “bandera” del pútrido stablisment vendepatria de la Argentina y hace algo similar con el asunto también popularizado del “equilibrio fiscal”, limitándose a denunciar que Milei lo ha logrado en base a “la crueldad”; lo que suena bien, electoralmente, pero no esclarece el tema en cuestión.

[3] En la conferencia dictada en la Universidad de Chaco, Cristina Kirchner le contó al público que hablando con Xi Jinping, en un encuentro, ella le señaló que en los primeros años de la década del 50, mientras China sufría hambrunas la Argentina fabricaba aviones a reacción ¿No se le ocurrió que cabía una reflexión sobre la diversidad del destino que tuvieron más tarde ambos países? Es una pena que omitiera decirnos por qué motivos el país de Mao se elevó a la altura de las sociedades avanzadas y nosotros sobrellevamos una lamentable seguidilla de frustraciones.

[4] Desde el exilio, el nombramiento de “delegados” sustituye a los interventores, sin modificar el sistema, aunque las circunstancias imponen el nacimiento de tendencias, bajo el arbitraje de Perón.

[5] Juan Carlos Torre, La caída de Luis Gay, revista Todo es Historia, N° 89, octubre de 1974.

[6] Jorge Abelardo Ramos, Revolución y Contrarrevolución en la Argentina, Tomo V, pág. 201, Plus Ultra, 1972. El lector inscripto en el pensamiento nacional debe esforzarse para entender las contradicciones entre esa práctica y la doctrina de Perón, según la cual “sólo la organización vence al tiempo”. Esa cuestión es vista por la intelectualidad gorila como una perversión, con lo cual se omite explicar sus orígenes, como eludir el examen de liderazgos oligárquicos. Se trata, para ellos, de denigrar lo nacional, sin explicar nada. ¿Qué interés podrían tener en reflexionar sobre las contradicciones propias del nacionalismo burgués en las semicolonias y su necesidad de licuar el poder potencial de una clase obrera dispuesta a protagonizar la política nacional?

[7] En el mundo semicolonial, con un desarrollo muy desigual y desintegrado del sistema productivo, no es viable la supresión lisa y llana de la propiedad privada de los medios de producción y los mecanismos del mercado que asocian el incremento de la productividad del trabajo con el interés de los productores y un consumidor dotado de márgenes de elección. El propósito de desarrollar las fuerzas productivas, como lo prueba el modelo adoptado por China, es generar modos de colaboración y competencia entre la empresa pública y el capital privado, bajo un firme control estatal. Pero ese dato, que podría calmar al empresario nacional, que obtiene ventajas con la independencia económica, no logra vencer sus prejuicios de clase, que lo llevan a solidarizarse con el capital extranjero y le imponen conductas inestables y contradictorias con sus intereses generales. Consecuentemente, ese modelo debe serle impuesto, como hizo China, luego de vencer al “nacionalismo” burgués.

[8] Decir que “los buenos son poquitos” merece un aplazo, si se recuerda que se alejaba a patriotas insignes, de honradez probada, mientras se acudía a chupamedias y arribistas, que, como es obvio, serán traidores, cuando les convenga serlo. Galasso, Norberto, Perón, formación, ascenso y caída (1893-1955), Tomo I, La burocratización, pág. 609 en adelante, Editorial Colihue, 2011.

[9] Ramos, Jorge A., Revolución y contrarrevolución en la Argentina, Tomo V, La era del bonapartismo, pág. 208. Plus Ultra, 1972.

[10] La fecha de publicación de La conducción vertical. consta en nota 1

[11] El conflicto gobierno-CGT y el rol político de la clase obrera, del 25 de diciembre depun-2012. Se encuentra, hoy en https://aurelioarganaraz.com/politica-argentina/el-conflicto-gobierno-cgt-y-el-rol-politico-de-la-clase-obrera-2/

[12] Cabe recordar que el conflicto se origina en la reivindicación por la CGT del derecho de los trabajadores a participar de las ganancias de las grandes empresas y del discurso de Hugo Moyano que legitimaba la aspiración de que un obrero pudiera ser presidente de la república. Es difícil encontrar una prueba fáctica más elocuente de lo que son los límites del nacionalismo burgués, que arriesga el respaldo obrero con tal de no “ofender” al poder económico; en otros términos, de su disposición a desertar de la defensa de lo nacional cuando se ponen en cuestión sus intereses de clase. Por otra parte, transformando la pelea con la CGT en una agresión a la clase obrera, el gobierno sostuvo, con obcecación, el Impuesto a las Ganancias al salario de los trabajadores. Ese verdadero disparate político le permitió a Macri buscar el voto de franjas obreras, en su campaña presidencial, prometiendo derogar el odiado impuesto. Correlativamente, Scioli se vio obligado a callar sobre el punto, para no cuestionar la política de “la jefa”, cediendo esa bandera al candidato oligárquico.

[13] La tarea de Milei y el conjunto de la oposición se redujo a la tarea de presentar al gobierno de Alberto Fernández, desacreditado in toto por “los propios”, como sinónimo de “peronismo” y/o “kirchnerismo”.

[14] El arbitraje bonapartista, para no ceder la facultad de arbitrar y el poder que deriva de esa facultad, en lugar exigir que los sectores antagónicos que coinciden en sostener una política nacional (el empresariado nacional y la CGT, es el ejemplo más importante) reconozcan los límites que la realidad impone, para dar base a una política de concesiones mutuas, opta por pendular entre ambas fuerzas, sin satisfacer a nadie.

[15] El distanciamiento entre Carrillo y Perón surgió justamente de las prevenciones que el ministro planteo observaciones relativas al conflicto con la Iglesia, en 1954, cuyo contenido preciso se desconoce, aunque sabemos de las torpezas tácticas cometidas durante el mismo, que facilitaron la tarea del bando enemigo.  De todos modos, cuando la solidez del colaborador puede opacar al líder, la selección del mismo corre el riesgo de priorizar al peor. Esto podría explicar el enigma de por qué teniendo entre sus partidarios a Aldo Ferrer, uno de los grandes economistas argentinos, Kirchner lo envió de embajador a Francia, mientras le cedía el ministerio de economía a una figura tan desteñida como Lousteau, una elección fatal al momento de enfrentar el problema agrario.

* Referente político del partido Patria y Pueblo de Córdoba

Señales que reaparecen

Por Omar Auton

 “Volver a la realidad es un acto de heroísmo”

R. Scalabrini Ortiz

Hace pocos días y presentando nuestra revista Escenarios dedicada al 80 aniversario del 17 de octubre de 1945, comenzamos a dialogar sobre algunas similitudes de estos tiempos con aquellos y, reconociendo que a veces inconscientemente forzamos algunos acontecimientos para alimentar de certeza nuestra afirmaciones, voy a tratar de describir o mostrar elementos en los que abrevan estas disquisiciones.

   El golpe militar de junio de 1943 puso fin a un largo proceso de decadencia política, la Unión Cívica Radical que aparece en 1916 como el fruto del surgimiento de un nuevo sector social en ascenso, las clases medias, y expresión de la demanda de respetar la voluntad popular en los comicios, expresada en el acuerdo entre Yrigoyen y otros radicales con el roquismo en decadencia, que dio lugar a la ley Saénz Peña, había caído, por un lado como consecuencia de la crisis irreversible del sistema mundial que había parido a la Argentina del Centenario y por otro lado como resultado de las internas salvajes entre los sectores del partido gobernante.

   La oposición más feroz a Yrigoyen nace de su propio partido, Alvear encabeza al sector autodenominado “antipersonalista”, que eran las mismas fuerzas que habían estado a punto de impedir el acceso de Don Hipólito a la presidencia en 1916, tanto es así que en 1928 enfrentó electoralmente a la Unión Cívica Radical Antipersonalista, cuya fórmula era encabezada por Leopoldo Melo. Luego del golpe de Uriburu y la muerte de Yrigoyen, la UCR pasó a ser, junto con socialistas, demócratas progresistas, etc, la oposición “tolerada” por el régimen conservador y fraudulento de la “Década Infame”.

   El país vivió una lenta degradación del sistema político, los arreglos y componendas entre partidos llevó a un socialista, Joaquín Coca, a definirlo como “El Contubernio”, los votos de los sectores mas pobres y excluidos se conquistaban con “beneficios” o prebendas, cuando no con el fraude liso y llano, todos los partidos y sus dirigencias quedaron comprometidos con escándalos de corrupción como la prórroga de la concesión de los servicios eléctricos a la Compañía Ibero Americana de Electricidad (CHADE) y la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad (CIAE), que habría sido el origen de los fondos para la compra de la actual sede central de la UCR en la calle Alsina.

   Corrupción y decadencia del sistema de partidos y de los dirigentes de la época

   También se daba que había nuevos protagonistas en la sociedad argentina, una nueva clase industrial que ya no era simplemente el gerenciamiento de los grandes trust extranjeros que manejaban las exportaciones agropecuarias, los servicios públicos y el mundo financiero, la segunda guerra mundial vio aparecer una industria de sustitución de importaciones, al cortarse el arribo de productos manufacturados británicos o alemanes.

   Esta industria necesitaba mano de obra y se resolvió con la llegada de grandes contingentes de hombres y mujeres de nuestras provincias, un verdadero proceso de migración interna, que buscaban su porvenir ante la falta de trabajo en un sector agropecuario de carácter terrateniente, extensivo y concentrado en la propiedad por pocas familias que, por lo general, residían en Buenos Aires. 

   Esto es, aparición de dos nuevos protagonistas, una clase obrera industrial y argentina que desplazaba o absorbía a la que era el resultado de las oleadas inmigratorias de principios de siglo y una burguesía industrial que pretendía rivalizar con el modelo colonial-pastoril implantado por la oligarquía.

   Esto ocurría en medio de la crisis final del modelo oligárquico dependiente, el retroceso de Gran Bretaña luego de la Primera Guerra Mundial, el creciente protagonismo de EE.UU, cuya economía es competitiva de la nuestra y no complementaria, se agudizó a partir de la crisis de 1930, Inglaterra se blindó en Ottawa con sus ex colonias y Argentina se derrumbaba, ello llevó a la firma del oprobioso tratado Roca-Runciman, que entregó al país atado de pies y manos a cambio de una cuota para las carnes argentinas.

   La oligarquía a cambio de una mínima participación en la renta colonial entregaba a la potencia dominante los recursos naturales, los servicios públicos, el monopolio del comercio exterior y los servicios financieros, inclusive del mismísimo Banco Central de la Nación.

   Eran los tiempos de un cambio dramático en el orden mundial, a la caída de los imperios centrales con la derrota de Austria-Hungria en la primera guerra mundial, se sumaba la caída del Zar de Rusia derrocado y fusilado por los bolcheviques luego de la Revolución Rusa de 1917 que ponía en marcha el intento mas acabado de construir el socialismo, nada mas y nada menos que en el país mas atrasado de Europa, contradiciendo la predicción de Carlos Marx. Alemania arruinada, Francia semidestruída por el enfrentamiento bélico, Inglaterra que quedó endeudada con EE.UU por los gastos de guerra, convertían el vasto imperio colonial en una rémora del pasado, Italia que se había alineado con los aliados no pudo lograr que le reconocieran ninguna de las recompensas prometidas y España se sumía en la guerra civil que ocasionó millones de muertos, la dictadura de Franco y 40 años de atraso cultural, social, político y económico. Mientras tanto una burguesía capitalista atrevida y vulgar en sus costumbres gobernaba en EE.UU, con funcionarios como el Secretario de Estado Cordell Hull y embajadores como Spruille Braden

   El mundo conocido y que había permanecido intocado durante un siglo se derrumbaba, no había una potencia dominante, surgían nuevos polos de poder y todo ello culminaría en la guerra interimperialista de 1936-1945, y pongo como fecha de inicio 1936 porque hoy muchos historiadores coinciden que comienza con la invasión de china por japón y la masacre de España por Alemania e Italia.

   A todo esto el pueblo argentino estaba sumido en la pobreza, con expectativas de vida de 45 años en algunas provincias, cientos de jóvenes rechazados para el servicio militar por “deficientes condiciones físicas” debidas a la desnutrición o malnutrición, los que pasaban el examen, en muchos casos, aprendían a leer y escribir en los cuarteles ya que “educación universal, pública y gratuita” se limitaba a algunas zonas centrales del país, solo votaba porque era obligado por el régimen, cuando no lo despojaban de la libreta de enrolamiento (la mujer no votaba) con la frase “Vos ya votaste”, los sindicatos preexistentes en manos de socialistas y comunistas traicionaban las huelgas y reclamos ya que “Era hora de enviar alimentos a los países que defendían la democracia en Europa”, el anarquismo declinaba o sus mejores hombres y mujeres iban a luchar en España contra Franco, los nuevos sindicatos aún no eran mayoritarios o comenzaban a desarrollarse.

   La prensa, apoyaba la democracia fraudulenta, La Nación, La Prensa y Crítica ocultaban los latrocinios del régimen, los intelectuales callaban y se deslumbraban con las nuevas modas culturales, solo pequeños grupos de patriotas como la Fuerza de Orientación Radical de la Joven Argentina (FORJA) denunciaban al coloniaje, y aparecía la imagen del “hombre que está solo y espera” que retratara Scalabrini Ortiz y Discépolo nos hablaba del “Cambalache” y el “Desencuentro”, hacía una década que había muerto Yrigoyen y la gente decía, “¿Volveremos a tener alguien como Don Hipólito?”.

   Ochenta años después nos encontramos nuevamente ante un sistema político corrupto e irrepresentativo, tanto que muchos argentinos optan por no ir a votar y llamativamente no es porque desechen o rechacen la política, sino que explican “Si total con mi voto no puedo cambiar nada”, o “Si total son todos iguales y después arreglan todo entre ellos”, la UCR hace rato que no es un partido político y se ha transformado en una agencia de empleos y acomodos a partir de los cargos, hace años que no hay una fuerza conservadora seria, comparemos a Alsogaray, Pinedo o Siracusano con Lilia Lemoine, o pensemos que el actual presidente de la UCD es Ramiro Marra, antes tenían periodistas como Bernardo Neustadt o Mariano Grondona y ahora a Fantino o Jonatan Viale.

   El peronismo sufre una decadencia similar a la que vivió el yrigoyenismo, al abandono de sus banderas históricas le siguió la conformación de una casta partidocrática que se ha apoderado de sus estructuras partidarias, muchos de ellos con fortunas cuyo origen tienen dificultades para explicar y una “orga” de ex jóvenes, devenidos en punteros a partir de una organización forjada a la luz de un liderazgo declinante y cada vez mas rechazado y creada y sostenida con los fondos del Estado en razón de haberse apoderado de los organismos que manejan presupuestos millonarios y presencia territorial en todo el país.

   Asimismo se ha perdido toda vocación transformadora y vínculo con los sectores populares, resignándose a perder elección tras elección pero utilizando su poder económico y territorial para armar las listas y asegurarse permanentemente los recursos del Estado.

   También aparecen nuevos actores en la sociedad, en el mundo del trabajo, solamente un 40% de la población económicamente activa tiene empleo formal y registrado, otro tanto se sostiene con trabajos informales, changas, trabajos por plataformas, “en negro”, en talleres o pequeños emprendimientos no inscriptos, o los mas favorecidos en forma “Free lance” en actividades vinculadas a la informática o comercio virtual. Un sector importante de los que tienen empleo formal se desempeñan también en trabajos informales (Uber, Cabify, Didi), para completar un ingreso que les permita subsistir, un 20% está desocupado, algunos figuran en los registros y otros no porque han dejado de buscar trabajo.  Todo este sector carece de representación sindical y muchos han dejado de identificarse con ninguna fuerza política porque no se sienten identificados.

   La caída de la “burguesía nacional” ha sido estrepitosa, no hay prácticamente plantas o fábricas de capital nacional, las que hay son en un 90% pequeñas empresas o emprendimientos, miles se han fundido y desaparecido, el 1% de las empresas emplea al 44% de los trabajadores privados. En el sector agropecuario hace años que no somos productores de alimentos “para 400 millones de personas” como repiten los políticos y muchos intelectuales, la siembra directa y los “pooles” de siembra explotan grandes extensiones, los propietarios se trasladaron a los barrios privados que constituyen además un mecanismo de lavado de dinero o a zonas como Puerto Madero o la zona ribereña de Rosario.

   Un sector de empresarios, gerentes de fondos o grupos económicos globales (Manzano, Ratazzi) o con inversiones diversificadas y domicilios en el extranjero (Roca, Bulgheroni, Roemmers), presiona por apoderarse de empresas del Estado, inversiones por concesiones gubernamentales, y apropiarse de recursos petroleros, gasíferos, minerales e incluso el agua. Pusieron en la presidencia a Mauricio Macri y ante su fracaso a un engendro como Milei, dispuestos a rematar todo el patrimonio nacional a cambio de mantener sus espacios en el saqueo repitiendo el comportamiento de la oligarquía en la “Década Infame”.

   Un elemento nuevo es el endeudamiento, Argentina estaba hipotecada en el año 2001, salió de ello con gran esfuerzo hasta 2015 y a partir de ahí y especialmente en 2018 fué endeudada nuevamente de manera brutal, se intentó reestructurar los pagos entre 2021 y 2022, y el actual gobierno incrementó en un 25% la deuda en un solo año. Los acreedores, el FMI y los grupos y fondos de inversión, saben que no van a cobrar, que es imposible, pero eso les permite condicionar la política argentina, someter a todos los gobiernos y apoderarse de los recursos del país, eso es lo que buscan.

   Ni Trump ni EE.UU. están interesados en defender a Milei por afinidad ideológica, lo usan para asegurarse, 1) el dominio del Atlántico Sur, 2) frenar el ingreso de China en América del Sur su “patio trasero” y 3) dinamitar el Mercosur, debilitar a Brasil y con ello a los BRICS.

   Nuevamente el mundo esta convulsionado por una crisis del sistema global, al poder unipolar y unilateral de EE.UU luego de la caída de la URSS, que según Fukuyama significaba el “Fin de la Historia”, en apenas 25 años le ha seguido una serie de terremotos políticos con la emergencia de Rusia, China e India como potencias industriales, tecnológicas y militares que incluso han desplazado a EE.UU en numerosos rubros. Asimismo el siglo XXI marca la declinación definitiva de Europa como centro de la política internacional. La decadencia que comenzó a fines de la primera guerra, se acentuó a partir de 1945 con la “Guerra Fría”, no pudo revertir la deslocalización de empresas y la crisis del “Estado de Bienestar” con la conformación de la Unión Europea y el gobierno de Bruselas, se muestra hoy con toda nitidez en su obediencia ciega a la OTAN, el fracaso con Ucrania donde todo su poderío militar no puede detener una fuerza militar en la que Putin ni se molestó en usar su poderío militar moderno o sus propias Fuerzas Armadas.

   El pueblo argentino vuelve a estar sumido en la pobreza, mas de un 40% en ella y un 15% en la miseria, consideremos que hablamos de 19 millones de compatriotas y 7 millones respectivamente, el 60% de los menores de 30 años son pobres y la desocupación en esa franja supera el 30%. en muchos casos hablamos de una tercera generación de argentinos que nunca tuvo un trabajo registrado en forma regular.

   La educación y la salud afrontan crisis terminales, miles de chicos salen de los ciclos primario y secundario sin saber leer y escribir correctamente, comprender lo que leen y en muchos casos hacerse comprender cuando hablan, se elimina la repetición “porque hoy en día la lucha es por mantenerlos en la escuela para que no vayan a la calle” repiten los maestros, la obligatoriedad de la escolaridad primaria y secundaria es una ficción y hay dirigentes políticos que plantean su eliminación, con el fin que sean impartidos los conocimientos por sus padres o por internet en algunos casos o bien “vayan a trabajar en las cosechas” como reclama el diputado “republicano” De Angeli o el “libertario” salteño Olmedo.

   La prensa ha sido reemplazadas por poderosos monopolios mediáticos que manejan la radio, la TV y las redes, Google hace años que solo sube noticias del grupo Clarín-La Nación o medios globales, según los gobiernos se sometan mas o menos ocultan todo lo que pueda perjudicarlos o nos bombardean con noticias, nada dura mas de horas en “primera plana”, los periodistas o locutores profesionales han sido reemplazados por “noteros”, modelos publicitarias, o “influencers” y se fabrican notoriedades o se destruyen prestigios sin miramientos.

   Como vemos, si pensamos en la sociedad que vio el golpe de junio de 1943, la aparición del General Perón y el 17 de octubre de 1945 tienen muchas características compartidas, mas allá de diferencias de “forma” hasta el Departamento de Estado yanqui se permite enviar un, supuesto, futuro embajador que declara que “va a hablar con los gobernadores y legisladores para que apoyen y no obstruyan nada que afecte los intereses de EE.UU” y ha reinstalado su Cuarta Flota en el Atlántico Sur. Hoy la reflexión de muchos compatriotas es “Estamos solos, ¿Podrá aparecer otro Perón?.

   El ejército nacional ha sido desarmado ideológicamente e instrumentalmente, primero la dictadura genocida entre 1976-1983 y luego el alfonsinismo, Menem y el progresismo “peronista” lo han vaciado de poder y de patriotismo bajo un supuesto “profesionalismo” , ahí no vamos a encontrar una nueva síntesis nacional, no existe una burguesía que, al menos, defienda sus intereses frente a la voracidad externa, será el pueblo llano, los trabajadores y el pobrerío, de donde salga la respuesta al dilema del Martín Fierro:

 “Tiene el gaucho que aguantar

hasta que lo trague el hoyo

o hasta que venga algún criollo

en esta tierra a mandar”

El Trabajo, su destino y el nuestro

Por Omar Auton

Jorge Bolívar en su libro “Capitalismo, Trabajo y Anarquía”, transcribe a Carlos Marx cuando este sostiene que “Hegel concibe al trabajo como el acto con el cual el hombre se crea a sí mismo… pero observa sólo el lado positivo, no su aspecto negativo, el trabajo es el devenir para sí del hombre dentro de la enajenación (general)”, es decir “La enajenación de la conciencia del sí no es considerada como la enajenación reflejada en el pensamiento, de la enajenación real de la vida humana”, y nos dice que el trabajo y el trabajador y las cuestiones atinentes deben “ayudar a pensar en su presente donde aparece como la principal víctima de la crisis actual. Como la eterna variable de ajuste de los procesos de desarticulación entre la acumulación del Capital y el desarrollo de las fuerzas productivas”.

   Hago esta introducción para que, si queremos pensar el tema de manera correcta, evitemos caer en la reiterada trampa que nos pone el pensamiento colonial dominante cuando quiere que nos planteemos “El Futuro del Mundo del Trabajo”, como un tema en sí mismo y sin conexión con el modo de producción dominante, la acumulación del capital y la tasa de ganancia, es decir sin vincularlo con lo que Marx llamaba la contradicción principal del capitalismo que es “El carácter social de la creación de la riqueza e individual del apoderamiento de la misma”.

  Es así entonces que se habla de las consecuencias para los trabajadores de los cambios tecnológicos, los modos de organizar el trabajo, el trabajo independiente, el trabajo por plataformas, la inteligencia artificial, pero dejamos fuera de discusión los cambios y nuevas tendencias en el capitalismo, la concentración de la riqueza, los sistemas impositivos, la estrategia de inserción en el mundo, los sectores en disputa dentro de los grupos dominantes, etc.

   Quiero decir, a estos últimos se los menciona y se habla de ellos pero se los da por hechos, como inevitables, casi como un fatalismo histórico, por ende conforman algo así como ciclos históricos naturales y solo se deja la discusión para sus consecuencias: rol, cantidad y conocimientos del trabajador para “poder insertarse” en estos ciclos, edades, cambios legislativos para volver “atrayente” para el empresario contratar trabajadores, invertir dinero, asegurarle altas tasas de retorno, por lo general a partir de reducciones impositivas y “reducción de costos laborales” y solicitarle al Estado que se haga cargo de los “daños colaterales” de los cambios del capitalismo a nivel local y mundial.

   Ahora, por ejemplo, luego de ir convirtiendo en piezas de museo conquistas históricas de los trabajadores, que costaron sangre, muertes y prisiones, como las 8 horas de trabajo, que no significaba que nadie “no pudiera” trabajar más tiempo, sino que no lo “debiera” hacer, ya sea haciendo horas extras o teniendo doble o triple empleo, para alcanzar un ingreso de sobrevivencia. Lo mismo el derecho a cierta “estabilidad” laboral que le permitiera pensar en un futuro, aunque fuera a corto plazo, ni que hablar que en caso de despido injustificado o infundado tuviera derecho a una indemnización, como en cualquier otra relación contractual cuando una de las partes rescinde un vínculo. Ahora, digo, se bombardea ferozmente el sentido asociativo, colectivo, de autodefensa, que se protege y justifica en el caso de los empleadores, cuestionando los “excesos” del sindicalismo, que pretende defender esas conquistas traídas nuevamente a la discusión.

   Esto es un fenómeno mundial, el retroceso de la OIT en los últimos años a partir del fortalecimiento del tándem empresarios-representantes gubernamentales, frente al tercer sector, el de los trabajadores, ha llevado al extremo que se esté discutiendo si la “huelga” es un derecho o puede ser uno de los excesos mencionados.

   En nuestro país tuvo varias expresiones, la eliminación de la constitución de 1949, que contenía “Los derechos del Trabajador”, por un bando militar y luego simplificados por la constituyente de 1957 a un resumen declarativo, en el célebre artículo 14 (bis), que ahora hasta Milei quiere derogar por decreto, fue expresada por el Almirante Rial a la conducción de la CGT cuando les dijo “Esta revolución se hizo para que el hijo del barrendero sea también barrendero”, acompañó la apertura de la economía al capital transnacional especialmente automotriz y petrolero, la intervención a los sindicatos, el Plan Conintes, etc.

   Convencidos que no alcanzó, 20 años después vinieron a completar la tarea en el Proceso de Reorganización Nacional, con la apertura global de la economía, el dólar barato, el cierre de empresas, la persecución y asesinato de miles de trabajadores y dirigentes, la prohibición de la CGT, la caída del salario y las devaluaciones permanentes, que constituyen una gigantesca traslación de la riqueza de los trabajadores a los empleadores. Aparece el llamado “Trabajo Informal” y aquí hay otra trampa, cuando se mide la desocupación solo se consideran aquellos trabajadores que “están buscando trabajo” o sea la demanda de trabajo, no a aquellos que tampoco lo tienen, pero han dejado de buscarlo, o sea a todos aquellos que antes de morirse hambre buscan algún rebusque para llevar un peso a la casa.

   En aquel entonces surgieron las remiserías y creció la flota de taxis, los despedidos cobraban su indemnización y si tenían un auto “lo ponían trabajar” como remís y si no compraban una licencia para taxis, algunos, con mucha antigüedad en grandes empresas que se fueron del país como Peugeot o Citroen, llegaron a comprar un segundo auto y tomaron un raro rol de trabajador y dador de trabajo al mismo tiempo, o si habían trabajado como operarios o áreas técnicas, pusieron talleres mecánicos repitiendo, a veces el doble rol citado.

   Aparecieron las canchas de paddle (ahora pádel), algunos compraron paradas de venta de diarios y revistas, pequeñas almacenes etc, con ello el número de desocupados tendía a bajar, una vez despedido, el trabajador salía a buscar empleo, trataba de no gastar el dinero de la indemnización que era su única reserva, pasado el tiempo infructuosamente buscaba alguna salida, como las mencionadas, con lo cual desaparecían de los registros del Indec y todavía no habían nacido conceptos como “Trabajadores Informales” o “Economía popular”,

   Muchos que alquilaban perdieron sus viviendas, o buscaron algo más “chico”, otros fueron a engrosar los barrios populares o villas miseria que crecieron además gracias a la ímproba tarea del intendente porteño Osvaldo Cacciatore, que primero expulsó a las villas porteñas enviando a sus habitantes al gran Buenos Aires y luego puso en marcha las expropiaciones compulsivas para construir la red de autopistas en los accesos a la ciudad. Ahí nace otro fenómeno, de carácter sociológico, el desocupado que iba a la villa o era “reubicado” en el conurbano salía de las estadísticas y el que trabajaba de peón de taxi o remís celebraba que “ahora se viajaba mejor”, primera expresión de la fragmentación y divorcio entre quiénes, hasta hacía poco tiempo eran compañeros en la fábrica.

   En los años de la democracia, la Argentina sufrió tres crisis brutales de destrucción del empleo, la primera fue la híper de Alfonsín en el final de su gobierno, época en que la gente corría entre las góndolas del supermercado para llegar a los productos antes que el empleado los remarcara, allí desaparecieron miles de pequeños comercios y actividades llevando los índices de desocupación al 8,1% y el de subempleo al 8,6%, el trabajo no registrado alcanzó el 32,5%. La segunda fue la Convertibilidad, Menem anunció que iba a hacer “cirugía sin anestesia”, si tomáramos como base 1970 igual a 100, el salario real nunca volvió a ese nivel, el más bajo fue en 1989 con 64,86 (había perdido 25 puntos) y el más alto en 1994 con 90,18, finalizando el ciclo en 1999 en 78.

   Los cierres de empresas y privatizaciones provocaron que la desocupación bajara hasta 1994, pero desde 1995 hasta 1999 estuvo en dos dígitos con el máximo en 1996 con 17,3% y finalizando el gobierno con el 13,8%, algo similar ocurrió con el trabajo no registrado que tuvo su piso en 1994 con el 28,6% y alcanzó su mayor incidencia al final del gobierno, en 1999, con 37,6%.

   Si consideramos que en 1974 la pobreza afectaba al 4,6% de los hogares y la desocupación no llegaba al 3% pero en 1982, plan Martínez de Hoz de por medio, ascendían al 21% y 9% respectivamente, aparece muy claramente cuando comenzó la decadencia argentina, pero también que los gobiernos de la democracia en el siglo pasado no sólo no mejoraron la situación, sino que continuaron agravándola. 

   Resulta llamativo que entre 1991 y 1999, siete años creció el PBI, entre un piso del 3,8% en 1998 y un techo del 10,5 en 1991, lo que indica que aumentó la producción, pero con menos empresas y menor demanda de trabajo, podemos decir que en 1974 el PBI industrial argentino equivalía al 62% del de Brasil y al 87,6 del de México, en 2001, la relación era del 35,3 y 34,5% respectivamente.

   Luego de la crisis de 2001 comienza un período de recuperación económica que se caracteriza por el crecimiento de la actividad industrial y mejora en el empleo y el salario, pero sin la generación de nuevas empresas, por eso es que se sigue consolidando el trabajo informal y la pobreza nunca descendió del 30%, la crisis mundial de 2008 golpeó a la economía que se sostuvo a partir del estímulo al consumo (autos, motos, bicicletas, electrodomésticos, etc), pero la reaparición de la inflación comenzó a socavar el poder adquisitivo del salario.

   En el año 2018 se produce el tercer golpe contra el trabajo y el salario, la gestión de Macri-Caputo fue funesta para la economía argentina que con sus más y sus menos se había mantenido hasta el año anterior, sucesivas caídas de la actividad industrial debido a la disminución del consumo interno, las altas tasas de interés y la devaluación, la llevó a volúmenes similares a los del 2009 y siguió cayendo en 2019, mostrando la industria una capacidad ociosa del 40,6%, esto incrementó los índices de pobreza, llegando al 35,5% (14 millones de argentinos) y la desocupación al 10%.

   Entre 2020 y 2023, sucedieron acontecimientos mundiales que repercutieron en la Argentina en el 2020 la pandemia de Covid 19, que reveló que había casi 10 millones de argentinos, el 46% de la población económicamente activa y el 22% de la población total, que carecían de la posibilidad de tener ingresos, al no tener trabajo registrado, estar desocupado o sub ocupado. Luego sobrevino la guerra de Ucrania que disparó la inflación internacional, aquí se agravó al mantenerse un nivel de gasto insostenible, el ministro Martín Guzmán inició un proceso de ir achicando ese déficit a porcentajes racionales y acordó una reestructuración de los compromisos con el FMI por la deuda heredada, pero esto fue rechazado por un sector del gobierno (el Kirchnerismo) y llevó a su renuncia.

   Luego de un interregno asumió como ministro Sergio Massa, este intentó mejorar los ingresos (eliminando el impuesto a las ganancias para la cuarta categoría), sostener las principales variables y evitar un estallido, más cuando se convirtió en candidato a presidente para las elecciones del 2023, pero tuvo que enfrentar las operaciones del poder económico (que apostaba a un triunfo del PRO o en su defecto del “muleto”, Javier Milei) especialmente el sector financiero, del FMI que le demoró todo lo posible las remesas adeudadas después de aprobar las revisiones convenidas, el hartazgo y enojo de la población por la inflación creciente y la falta de apoyo real de sectores del frente político que encabezaba.

   Milei triunfa en la segunda vuelta electoral asume el 10 de diciembre de 2023 y desata un mazazo fenomenal contra el pueblo argentino, una devaluación del 100%, una inflación del 117% en enero del 2024 que llegó al 288% en marzo, la mayor de los últimos 30 años, fue inteligentemente manejada, con falacias y una intensa guerra cognitiva, para dejar instalado en la cabeza de los argentinos que era la consecuencia del gobierno anterior, sus mentores habían intentado lograr que Massa hiciera esto pero no lo lograron, en realidad no era necesario, había que hacer un ajuste, es cierto, disminuir el déficit, racionalizar el gasto, poner orden en los precios relativos, etc. pero de ninguna manera la catástrofe que se provocó deliberadamente para poner en marcha el plan económico que había sido diseñado para el PRO, pero encontró en Milei, un individuo inestable emocionalmente, fanático de teorías económicas que ni se estudian ni se aplican en ningún país del mundo, carente de una estructura política propia.

   Hoy la Argentina es un país desintegrado. Con una población que podemos dividir en tres tercios, un 22% de hogares con ingresos entre 6000 y 15.000 dólares mensuales, un 26% con ingresos de entre 2000 y 4000 dólares mensuales, que vive en el sube y baja, según varíe la inflación y un 52% de la población que no alcanza a cubrir los 1800 dólares mensuales que requiere hoy en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires una familia tipo para vivir, dentro de este sector ubicamos al 35% que vive en la pobreza e indigencia.

   Un país fragmentado que, naturalmente traslada su malestar hacia abajo y hacia los costados y no hacia arriba, a lo que contribuye el antiguo estigma cultural de los sectores medios que siempre negaron su pertenencia a la “clase trabajadora”, ser de “clase media” es más una construcción aspiracional y cultural que una definición en base a ingresos, por ello aguanta el chubasco en la medida que los que están abajo no mejoren su situación.

   A su vez el gobierno ha tenido la inteligencia de sostener dos políticas sociales, las Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar, han sido las únicas dos políticas de ingresos cuyo valor ha sido superior a la inflación, asimismo se eliminó la restricción para adquirir bebidas alcohólicas y otras cosas que existía anteriormente. Esto ha llevado que entre algún rebusque (Rappi, Pedidos Ya) changas u ocupación ocasional, más aquellos ingresos, llegan a unos 400 o 500 mil pesos mensuales, cerca del promedio de lo que percibe un trabajador registrado luego de las deducciones por cargas sociales (un 17% promedio), lo que profundiza la bronca de estos últimos, que, víctimas de la enajenación que hablaba Bolívar al comienzo de este capítulo, no advierten que ellos deberían luchar para mejorar sus ingresos magros e insuficientes y no enfrentar a los que perciben beneficios que ni siquiera los acercan a una vida digna.

   Pero además los sectores más postergados no visualizan un empeoramiento de su situación, los aumentos de tarifas o del transporte no los afectan como a aquél que paga un alquiler o tiene un departamento por pequeño que sea, “siempre estuvieron mal, ahora un poco más”, el “Estado Presente” y la “Platita en el bolsillo” nunca le llegaron, no accede a la universidad, jamás accedió por más que los militantes hables de “Universidad con acceso a todos”, por eso ese no es un problema suyo, tampoco el aumento de los alquileres o no poder irse de vacaciones, nunca llegaron a esas situaciones. Es más ahí está la razón de su enojo con los gobiernos “progresistas”, con dirigencias que solo visitaban la villa para pedir el voto y como dice la canción de Cafrune “hacer promesas que nunca cumplieron”.

   Ese que votó a Milei para que “terminara con la casta” que nunca lo consideró ni lo escuchó, o no va a votar hace rato, ahora se le suman los que no van a votar porque “Están convencidos que gane quien gane no va a cambiar su situación”, ¿Malo? Si, por supuesto ¿Inexplicable? De ninguna manera.

    Hay tarea para el hogar:

1)Debatir seria y profundamente cual es el mal que nos aqueja, atrevernos a enfrentar un modelo económico colonial y dependiente que es la causa de la falta de crecimiento económico, desarrollo industrial, aumento de la producción y el trabajo y por consiguiente, de mejora en la distribución de la riqueza.

2)Terminar con la “Salarización” de la pobreza, que acepta la exclusión y la miseria como un “daño colateral” del capitalismo del siglo XXI, cada argentino y argentina, debe producir, como mínimo, igual a lo que consume, hay que integrar a los que están fuera del trabajo formal a éste, no pensando en mejorar la recaudación fiscal sino en que se reencuentre con la cultura del trabajo.

3)Hay que diseñar un plan de reindustrialización, potenciar el “Nacionalismo de capacidades” como lo vi denominar recientemente en un artículo, poner la inversión ahí y en una política científica y tecnológica articulada, con prioridad absoluta.

4)Instalar un diálogo social, trabajadores y empresarios de cada rama deben construir a partir de su experiencia, un plan por rama y por sector y el sector público empleador hacer lo propio con los sindicatos del área para construir un Estado eficaz, eficiente y profesional, el empleo público debe estar al servicio de las necesidades nacionales y no para pagar militantes políticos o solventar el desarrollo de agrupaciones.

5)Los sindicatos deben conformar equipos técnicos que elaboren proyectos y propuestas concretas a los problemas del presente, y acompañarlo con un fuerte aumento de la sindicalización hoy hay 10 millones de trabajadores registrados, de los cuales 3 millones trabajan en el sector público y 7 millones en el sector privado, sólo el 45% está sindicalizado, ahí hay tarea para hacer.

   Habría mucho más para decir, pero solo pretendo compartir un análisis y algunas propuestas, hacer un aporte a la construcción a una nueva esperanza.

Informe Analítico Comparativo: Modelos Libertario/Capitalista Extremo vs. Socialista Democrático/Estado Presente (PARTE 2: Relacionado con el sistema de salud y estado de bienestar)

Por Alfredo Bossio

Los determinantes sociales de la salud (DSS) son las condiciones en que las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen. Incluyen factores como educación, ingresos, empleo, vivienda, alimentación, acceso a servicios de salud, transporte, entorno social y participación política.

La evidencia muestra que los DSS explican hasta un 60% de los resultados en salud, mientras que la atención médica representa solo entre el 10 y 20%.

  • ¿Qué son?

Los Determinantes Sociales de la Salud son las condiciones estructurales y cotidianas en que las personas nacen, crecen, se educan, trabajan, se relacionan, envejecen y mueren. Son factores no biológicos ni genéticos, pero que condicionan fuertemente los resultados en salud.

Ejemplos de DSS:

  1. Ingreso y distribución de la riqueza.
  2. Educación.
  3. Condiciones de trabajo y empleo digno.
  4. Vivienda y saneamiento.
  5. Acceso a alimentos saludables.
  6. Acceso y calidad de los servicios de salud.
  7. Transporte y entorno urbano/rural.
  8. Redes sociales y comunitarias.
  9. Participación política y empoderamiento.
  10. Género, etnia, clase social (determinantes estructurales).
  • ¿Cómo afectan a la salud?
    • Bajos ingresos → alimentación deficiente, viviendas precarias, estrés crónico.
    • Falta de educación → menor acceso a información de salud, menos prevención.
    • Trabajo precario → exposición a riesgos, falta de obra social, estrés.
    • Viviendas hacinadas o sin agua potable → mayor riesgo de enfermedades infecciosas.
    • Discriminación o exclusión social → impacto psicológico y menos acceso a servicios.

Según la OMS y estudios como el de Marmot (2005), hasta un 60% de la salud de una persona está determinada por los DSS, mientras que los servicios médicos explican solo entre 10% y 20% de los resultados en salud.

Los diferentes modelos (el modelo capitalista extremo o neoliberalismo y aquellos países con un estado presente y fuerte), ¿Cómo afectan a los DSS?

El modelo neoliberal, basado en privatización, desregulación del mercado y reducción del rol del Estado (como se observó y detallo en la parte 1 de éste informe), tiende a agravar las desigualdades sociales y restringir el acceso universal a bienes públicos como salud y educación. Esto deteriora los DSS.

En cambio, países con Estado de bienestar (como los nórdicos) que invierten en salud, educación, vivienda y protección social, mejoran notablemente los DSS y los indicadores sanitarios.

Influencia de la desigualdad social, la discriminación social, la corrupción de las instituciones públicas y privadas y el abuso de poder de los mas poderosos o aquellos que concentran las riquezas en un país, en los DSS.

Estas condiciones generan estrés crónico, falta de oportunidades, pobreza estructural y exclusión de servicios básicos. La corrupción desvia recursos que deberían destinarse a salud o infraestructura social. La discriminación racial, étnica, de género o clase refuerza barreras estructurales.

La corrupción no depende exclusivamente del tamaño del Estado, sino de la calidad institucional, la transparencia, la regulación, el control ciudadano y la fortaleza democrática. Pero:

  • En Estados con baja presencia o débiles (modelo neoliberal, desregulado), la corrupción se vuelve estructural, porque hay menos controles, menos regulación y más captura del Estado por parte de élites económicas.
  • En Estados con presencia fuerte pero sin control democrático (autoritarismos, clientelismo), también puede haber alta corrupción.

Es decir, no es el tamaño del Estado el problema (anque la ausencia de el aumenta drásticamente la posibilidad de que haya corrupción como hemos visto), sino la calidad del Estado. Un Estado fuerte y transparente, con instituciones sólidas y participación ciudadana, reduce la corrupción y mejora los DSS.

Los países sin estado tienen asegurado el fracaso (desde los indicadores que venimos hablando en éstos dos informes), pero si no se controla la calidad del estado presente, puede tener el mismo desenlace. Por eso el estado debe de estar, pero debe de ser transparante, con un control y regulación para evitar la corrupción y principalmente, debe de ser equitativa, eficaz y eficiente.

Diferencias entre países con buenos y malos DSS, ¿A qué se debe?

  • Países con malos DSS suelen tener:
    • Estados débiles o capturados por élites.
    • Políticas neoliberales sin redes de contención.
    • Alta corrupción y baja inversión en capital humano.
  • Países con buenos DSS:
    • Compromiso político con la equidad.
    • Políticas públicas redistributivas.
    • Participación social y democracia consolidada.

Análisis de países sin presencia del Estado en los DSS

Cuando el Estado se ausenta o su rol es débil, se produce:

  • Privatización de servicios esenciales como salud, educación, transporte.
  • Crecimiento de la desigualdad (solo los ricos acceden a lo necesario para estar sanos).
  • Falta de protección social (desempleados, ancianos, personas con discapacidad quedan desprotegidos).
  • Corrupción y captura del Estado por intereses económicos.

Esto lleva a:

  • Mayor estrés crónico, malnutrición, enfermedades evitables.
  • Aumento de la mortalidad infantil, enfermedades crónicas y mentales.
  • Menor esperanza de vida y más años de vida con discapacidad.

Ejemplo: En Estados Unidos, el gasto en salud es el más alto del mundo, pero la falta de cobertura universal y la desigualdad provocan una esperanza de vida más baja que en países europeos con menor gasto pero mayor equidad.

Análisis de países con presencia del Estado en los DSS

Un Estado presente y comprometido con la equidad:

  • Invierte en educación pública, salud gratuita, vivienda social, sistemas de protección.
  • Implementa políticas activas para reducir desigualdades.
  • Genera regulación y control sobre los mercados que afectan la salud (alimentos, fármacos, empleo).

Esto genera:

  • Mejores indicadores de salud, menor mortalidad infantil, mayor esperanza de vida.
  • Mayor bienestar psicosocial y menor violencia.
  • Poblaciones más sanas y con más igualdad de oportunidades.

Ejemplo: Países nórdicos como Suecia o Noruega aplican modelos de Estado de bienestar universalista: bajo nivel de pobreza, acceso universal a servicios, y excelentes resultados en salud y calidad de vida.

Veamos ejemplos de países con malos y buenos DSS según modelo político-económico

  • Malos DSS (modelo neoliberal extremo):
    • Estados Unidos: alto gasto en salud, pero grandes desigualdades y bajos resultados en esperanza de vida y morbilidad evitable.
    • Perú o Colombia (años 90-2000): privatización de servicios esenciales, aumento de desigualdad en acceso a salud y educación.
  • Buenos DSS (Estado presente):
    • Noruega, Suecia, Finlandia: inversión en salud, educación, vivienda, transporte, fuerte Estado de bienestar.
    • Uruguay (post 2005): reforma sanitaria con cobertura universal, reducción de pobreza y mejora en indicadores sociales.

A continuación, se puede observar diferentes ejemplos de países con alto y bajo nivel de corrupción:

  • Según el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International (2023), los países con mayor percepción de corrupción son:
    • Sudán del Sur, Siria, Venezuela, Somalia, Yemen, Corea del Norte, Haití, Nicaragua.
    • También tienen índices preocupantes: Irak, República Democrática del Congo, Líbano, Honduras, Bolivia.
  • En América Latina, los países con mejor puntuación (menos corrupción):
    • Uruguay, Chile y Costa Rica.

Transparency International. (2023). Corruption Perceptions Index. (https://www.transparency.org/en/cpi/2023)

Ahora bien, podemos analizar por qué en países con alto nivel de corrupción, los DSS son peores:

  • La corrupción impacta negativamente en todos los DSS:
  1. Desvío de fondos públicos:
  • El dinero destinado a salud, educación, agua potable o vivienda social se pierde o se usa mal.
  • Afecta directamente el acceso a servicios básicos.
  1. Debilitamiento de la infraestructura social:
    • Escuelas, hospitales, rutas y redes de agua quedan deterioradas o inconclusas.
  2. Discriminación y exclusión:
    • La corrupción genera clientelismo, favoritismo y desigualdad: los servicios no se reparten de manera equitativa.
  3. Falta de confianza institucional:
    • La población deja de usar los servicios estatales y acude a redes privadas, generando aún más inequidad.
  4. Desigualdad estructural:
    • Los más ricos compran servicios, los más pobres se quedan sin acceso y su salud se deteriora.

A continuación se detalla en un cuadro comparativo éste tema para ser mas fácil analizar:

TIPO DE ESTADOCORRUPCIÓN ALTACALIDAD DE DSS
Estado ausenteALTAMALA
Estado presente, débil o autoritarioALTAMALA
Estado presente, democrático y transparenteBAJABUENA

ES DECIR (IMPORTANTE): Repitamos el concepto, que es importante tener un estado, pero hay que tener muy en cuenta, que lo que mejora los DSS no es simplemente tenerlo (al Estado), sino tener un Estado justo, eficaz, controlado democráticamente y libre de corrupción.

Los Determinantes Sociales de la Salud (DSS) que es la sigla reconocida por la OMS (Organización Mundial de la Salud), OPS (Organización Panamericana de la Salud) y los principales organismos internacionales, como la UNDP, el Banco Mundial y autores como Michael Marmot o Vicente Navarro (DDS también es usado informalmente o localmente en algunos países de habla hispana, pero no es el término técnico oficial), pueden afectar drásticamente las condiciones de vida de las personas.  

A continuación, presento una comparación estructurada sobre cómo afectan los Determinantes Sociales de la Salud (DSS) en dos tipos de países:

  1. Países con Estado ausente o débil (modelo neoliberal extremo)
  • ¿Qué pasa con los DSS?
    • Baja inversión pública en salud, educación, vivienda, transporte y servicios básicos.
    • Alto nivel de desigualdad, pobreza estructural y fragmentación social.
    • Privatización de servicios esenciales → los DSS dependen del nivel de ingresos individuales.
    • Poca o nula regulación del mercado (alimentos, medicamentos, empleos informales).

Resultado: Los DSS se deterioran y se convierten en fuentes de enfermedad y exclusión.

  • ¿Qué salud poblacional presentan?
    • Esperanza de vida más baja que países con Estado presente, aún con más gasto en salud.
    • Altos años de vida perdidos por enfermedades evitables.
    • Mayores tasas de:
      • Mortalidad infantil y materna.
      • Enfermedades infecciosas y crónicas no tratadas.
      • Problemas de salud mental y adicciones.
  • Ejemplo: Estados Unidos (2023)
    • Esperanza de vida: 76,4 años (muy baja para un país rico).
    • Años de vida perdidos ajustados por discapacidad (DALYs): más altos que en Europa occidental.
    • Sistema: mayormente privado, con seguro obligatorio o fuera de cobertura (millones sin seguro).
    • Gasto en salud: 18% del PBI, pero con pobres resultados de equidad.
  1. Países con Estado presente y fuerte (modelo de bienestar)
  • ¿Qué tipo de sistema de salud tienen?
    • Sistema mayoritariamente privado o fragmentado y mixto.
    • Acceso según capacidad de pago, no garantizado universalmente.
    • Grandes diferencias entre clases sociales y regiones.
    • Ejemplo: Estados Unidos, gran parte de África Subsahariana, India, Haití, Perú en los años 90-2000.
  • ¿Qué pasa con los DSS?
    • Alta inversión pública en educación, salud, vivienda, transporte.
    • Servicios universales y redistributivos.
    • Protección social sólida: desempleo, jubilación, discapacidad.
    • Igualdad de oportunidades y baja desigualdad estructural.

Resultado: DSS fortalecidos → mejor salud general y mayor equidad sanitaria.

  • ¿Qué tipo de sistema de salud tienen?
    • Sistemas de salud estatales o mixtos con base pública universal.
    • Financiación mediante impuestos o seguridad social.
    • Acceso gratuito o muy bajo costo en el punto de atención.
    • Regulación y control del Estado sobre medicamentos, tecnologías, y personal.
    • Ejemplos: Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca, Canadá, Uruguay (post 2005).
  • ¿Qué salud poblacional presentan?
    • Esperanza de vida alta (82–84 años).
    • Bajos años de vida perdidos (DALYs).
    • Baja mortalidad infantil y materna.
    • Altos niveles de satisfacción con el sistema de salud.
  • Ejemplo: Noruega (2023)
    • Esperanza de vida: 83 años.
    • Sistema: público universal con fuerte inversión en atención primaria y prevención.
    • Inversión en salud: 10% del PBI, con resultados muy superiores a EE.UU.
    • Alta equidad en acceso y resultados en salud.

Conclusión comparative
IndicadorPaíses sin Estado presentePaíses con Estado presente
Tipo de sistema de saludPrivado o mixto excluyentePúblico o mixto universal
Esperanza de vidaMás baja (ej. EE.UU. 76 años)Más alta (ej. Noruega 83 años)
Equidad en saludMuy bajaAlta
Acceso a servicios básicosSegún ingresoGarantizado por el Estado
Desigualdad en DSSAltaBaja
Mortalidad infantil/maternaAltaBaja
Satisfacción con el sistemaBajaAlta

Ahora bien, observemos algunos Gráficos comparativos de la OECD, UNDP y otras fuentes sobre salud poblacional y expectativa de vida:

Gráfico 1:

  • Grafico 1: Relación entre gasto en salud y esperanza de vida en los países de la OCDE

Muestra cómo, aunque el gasto per cápita en salud ha aumentado consistentemente, el crecimiento en esperanza de vida se ralentiza en algunos países, especialmente EE.UU. hdr.undp.org+10kieranhealy.org+10researchgate.net+10.

Gráfico 2:

  • Gráfico 2: Expectativa de vida al nacer en los países de la OCDE (2021)

El promedio es de 80,3 años (83,0 para mujeres y 77,6 para hombres). Variación señalada entre Japón, Suiza y Corea (más altos) frente a EE.UU. y Europa Central/Oriental oecd.org+1oecd.org+1.

Gráfico 3:

  • Gráfico 3: Trayectoria de la expectativa de vida en EE.UU. vs países comparables

Se observa un estancamiento en EE.UU., especialmente durante la pandemia, donde las pérdidas fueron mayores y más prolongadas que en otros países.

Gráfico 4:

  • Gráfico 4: Esperanza de vida a los 65 años en países de la OCDE
    El promedio es de ~19,5 años adicionales. Se destaca la diferencia entre países (España, Islandia frente a Eslovaquia, Letonia) y la brecha de género (~3,3 años) oecd.org+10oecd.org+10oecd.org+10.

Interpretación de los datos

  1. Gasto vs. resultados en salud

Los datos muestran retornos decrecientes: países que más gastan (como EE.UU.) no logran mayores mejoras en esperanza de vida comparados con otros que invierten menos pero de forma más equitativa .

  1. Impacto de la pandemia
  • Entre 2019 y 2021, la esperanza de vida en la OCDE cayó 0,7 años en promedio oecd.org+1uehp.eu+1.
  • En EE.UU., la caída fue incluso mayor y la recuperación más lenta que en otros países .
  1. Brechas entre países y por género
  • Las mujeres viven en promedio 5,4 años más que los hombres en la OCDE oecd.org.
  • La esperanza de vida al nacer varía de menos de 75 años en algunos países de Europa del Este a más de 83 años en Japón, Suiza y Corea oecd.org.
  1. Años saludables a los 65 años
  • Aunque se vive más tiempo, no todo ese tiempo es en buena salud. Los “años de vida saludables” después de los 65 varían ampliamente: cerca de 14 años en Suecia y Noruega, y apenas 5 años o menos en países como la República Eslovaca y Letonia oecd.org+1oecd.org+1.

Conclusión

Estos gráficos permiten apreciar claramente cómo los Determinantes Sociales de la Salud (DSS), como la equidad, inversión pública, nivel de vida, y acceso al cuidado, impactan en los resultados sanitarios:

  • Gasto elevado no siempre se traduce en mejor salud: necesita combinarse con políticas equitativas y universales.
  • La pérdida de años de vida tras la pandemia revela la importancia de un sistema de salud sólido y bien distribuido.
  • Las diferencias por género y entre países subrayan la relevancia de los DSS como condiciones de vida, trabajo y entorno social.

Antes de terminar, vamos a analizar algunas libres o pensamientos de autores que hablan específicamente del sistema de salud en países con o sin estado presente:

Vamos a hablar algunos pequeños conceptos del Informe que analiza el sistema de salud de Estados Unidos desde una perspectiva internacional (Libro: El sistema de salud de los Estados Unidos: Una perspectiva internacional Hoja informativa 2016). En el se desarrolla: 

  • El sistema estadounidense es un híbrido sin cobertura universal y con mucha participación privada.
  • En 2014, más del 89% de la población tenía seguro, pero casi 33 millones no contaban con cobertura.
  • Estados Unidos gasta mucho más en salud por persona que otros países de la OCDE, pero sin un sistema único o centralizado.

Resumo: 

Los puntos principales del reporte sobre el sistema de salud de los Estados Unidos son:

  1. Sistema Híbrido y Cobertura Incompleta: EE.UU. no tiene un sistema nacional uniforme ni cobertura universal. En 2014, el 89.6% de la población tenía seguro, pero casi 32.9 millones no tenían cobertura médica,.
  2. Gasto Elevado en Salud: Estados Unidos gasta mucho más en atención médica per cápita que cualquier otro país de la OCDE (8,713 dólares por persona en 2013, un 16.4% del PIB).
  3. Problemas de Calidad y Equidad: Aunque los especialistas estadounidenses están entre los mejores, el sistema es inequitativo, demasiado especializado y descuida la atención primaria y preventiva, lo que resulta en peores resultados en salud general.
  4. Desempeño Comparativo Bajo: En una comparación internacional con otras naciones industrializadas, EE.UU. ocupa el último lugar en eficiencia, equidad y salud de la población, aunque tiene una mejor posición en calidad de atención.
  5. Métodos para Reducir Costos: Otros países usan pagos por un único pagador, financiamiento basado en ingresos, regulación y negociación de precios farmacéuticos, y sistemas universales de seguros que EE.UU. solo aplica de forma parcial,
  6. Altos Costos Administrativos: El sistema estadounidense sobresale en gastos administrativos, lo que contribuye al alto costo general de la atención médica.
  7. Impacto Social: La falta de seguro desigual afecta principalmente a minorías y poblaciones pobres; la falta de licencia por enfermedad remunerada afecta la salud pública y productividad.

¿De qué manera impactan los altos costos en la accesibilidad al sistema para diferentes grupos sociales?

Los altos costos de la atención médica en Estados Unidos afectan la accesibilidad al sistema de salud de manera desigual entre distintos grupos sociales, generando disparidades significativas:

  1. Barriers para personas de bajos ingresos: Los estadounidenses con ingresos por debajo del promedio son mucho más propensos a reportar que no visitan a un médico cuando están enfermos, no obtienen pruebas o tratamientos recomendados, ni surtir recetas, debido al costo prohibitivo.
  2. Acceso limitado para los no asegurados y minorías: Alrededor de 32.9 millones de personas no tenían seguro en 2014, lo que originó que este grupo frecuentemente retrasara o no recibiera atención médica por motivos económicos. Los adultos sin seguro reportaron en 2013 que en un 31% no recibían o retrasaban atención, frente a solo 5% de asegurados privados,.
  3. Falta de licencias remuneradas para los trabajadores pobres: Cerca de dos de cada cinco trabajadores no tienen acceso a licencia por enfermedad remunerada, lo que incentiva a ir a trabajar enfermos, prolongando enfermedades y aumentando costos y problemas de salud en comunidades vulnerables.
  4. Impacto en minorías y personas en situación desfavorecida: La cobertura dispar y el costo elevado generan barreras en particular para minorías y pobres, que están desatendidos y enfrentan mayores dificultades para acceder a cuidados adecuados.

En síntesis, los altos costos y la falta de un sistema de cobertura universal crean obstáculos financieros que afectan negativamente la accesibilidad, especialmente para personas de bajos ingresos, minorías étnicas y trabajadores sin beneficios, exa resumen

Podemos continuar con otro análisis de otra presentación, que nos pone a pensar en éste tema de la Salud Privada para algunos Vs Salud Universal para todos:

Ahora bien, podemos observar la presentación realizado por Barbara Ehrenreich por medio de Metropolitan Books “Nickel and Dimed On (no) Arreglárselas en Estados Unidos”, donde Barbara Ehrenreich narra su experiencia al intentar vivir con trabajos de bajos salarios en Estados Unidos, comenzando en Key West, Florida. Describe la dificultad para encontrar alojamiento asequible, ya que debe conformarse con una vivienda modesta a 30 millas de su trabajo por $500 al mes, enfrentando un viaje diario incómodo y largo.

Después de descartar varios empleos por diversas razones, acepta un trabajo como camarera en un restaurante llamado Hearthside, con un salario base bajo ($2.43 por hora más propinas) y turnos de 2:00 p.m. a 10:00 p.m. Hugh concentra en los desafíos del entorno laboral: el ambiente hostil, personajes difíciles como Billy, el cocinero gruñón, y la camarera Gail, quien le ayuda a adaptarse mientras comparte sus propias dificultades personales.

Barbara no solo tiene que lidiar con la fatiga física y emocional que le provoca el trabajo, sino que también extraña la sensación de competencia y control que tenía en su vida previa como escritora. Su rutina diaria termina tarde en la noche, descansando poco, y la comida no es más que snacks simples acompañados con vino barato mientras ve televisión.

En resumen, Ehrenreich ofrece una mirada íntima y crítica sobre el agotador ciclo de pobreza laboral en EE.UU., mostrando cómo es para alguien educado y acostumbrado a cierto nivel de vida adaptarse a la precariedad y la invisibilidad social que conllevan estos empleos mal remunerados.

¿Se aclara la problemática planteada?:

Sí, la autora Barbara Ehrenreich logra explicar claramente por qué es tan difícil vivir con bajos salarios a través de su relato detallado y personal de su experiencia trabajando como camarera en Key West.

Primero, explica los altos costos asociados con la vida básica, como la vivienda asequible, que la obliga a alquilar una pequeña eficiencia a 30 millas del trabajo, lo que implica un largo y desgastante desplazamiento diario.

Además, describe la insuficiencia del salario recibido ($2.43 por hora más propinas) para cubrir sus necesidades, y cómo esto requiere que haga trabajos secundarios o gestione cuidadosamente sus propinas para sobrevivir.

También detalla las dificultades físicas y emocionales del trabajo en sí —el cansancio extremo, el dolor físico, el estrés por lidiar con compañeros difíciles y jefes hostiles— que afectan no solo su bienestar sino también su eficiencia y sentido de competencia, algo que ella extraña de su vida previa.

Finalmente, la autora pone en evidencia la precariedad del sistema laboral para los trabajadores de bajos ingresos, señalando la invisibilidad social que sufren («bebé», «cariño», «niña») y la falta de reconocimiento o estabilidad, que contribuye a la percepción de una existencia sin control ni dignidad.

En conjunto, la autora combina la descripción personal con el análisis social para explicar eficazmente las múltiples barreras que hacen tan difícil vivir con bajos salarios en Estados Unidos.

Como último, se puede analizar la presentación “Health financing for universal health coverage”, Who Global Scholl on refugee and migrant health. 29 Octuber 2021, del Dr Tamás Evetovits. Head of Office; podemos analizar dicha presentación, para ejemplificar y poder trasladar la problemática detallada a los países con sistemas privados que no tienen en cuenta a aquellas personas que no pueden financiar el sistema, por no tener empleos formales o no tener la plata necesaria para ser usuarios del sistema de salud:

Resume de la presentación

A continuación, realizaremos un pequeño resumen de la presentación «Health financing for universal health coverage» de Tamás Evetovits, WHO Barcelona Office for Health Systems Financing:

La presentación aborda la importancia de la financiación del sistema de salud para alcanzar la Cobertura Universal de Salud (Universal Health Coverage, UHC), que implica que todas las personas tengan acceso a servicios de salud necesarios, de buena calidad y sin enfrentar dificultades financieras.

Un punto central es la inclusión de migrantes y refugiados en estos sistemas, destacando que no debería existir un sistema de financiación separado para los servicios de salud destinados a migrantes, sino que lo más eficiente es integrarlos en el esquema principal de cobertura que cubre a toda la población residente.

Se describe cómo muchos países europeos que tienen sistemas de Seguro Social de Salud (SHI) enfrentan dificultades para cubrir a toda la población, ya que la vinculación de la cobertura al pago de cotizaciones deja fuera a personas que no pueden pagar, incluyendo migrantes en situaciones vulnerables.

El caso de España se expone como ejemplo de evolución en las políticas de acceso a servicios de salud para personas indocumentadas (migrantes sin papeles). Antes de 2012, la elegibilidad se basaba en la residencia; luego, de 2012 a 2018 cambió a basarse en estar asegurado según el estatus en la seguridad social, dejando excluidos a muchos migrantes indocumentados, que sólo podían acceder en casos de enfermedad grave, accidentes o atención obstétrica y pediátrica. A partir de 2018, se restableció la residencia como base para la elegibilidad, con medidas posteriores para exentar copagos a personas de bajos ingresos y grupos vulnerables. Sin embargo, aún existen barreras administrativas para migrantes indocumentados, lo que evidencia retos para lograr una cobertura sin obstáculos.

Finalmente, la presentación destaca la necesidad de un enfoque solidario para construir sistemas resilientes y equitativos donde nadie quede atrás, resaltando que «todos necesitan un paraguas fuerte» que los proteja en términos de salud.

En suma, la financiación del sistema de salud debe garantizar que toda la población, incluyendo migrantes y refugiados, tenga acceso a atención integral dentro de un marco solidario y sin barreras administrativas o financieras, para alcanzar la Cobertura Universal de Salud.

¿Cómo afectan los modelos de financiamiento de la salud el acceso de los migrantes a la atención médica?

Los modelos de financiamiento de la salud tienen un impacto directo en el acceso de los migrantes a la atención médica, especialmente cuando la cobertura no es universal.

  1. Sistemas no universales y seguro basado en contribuciones: En muchos países con sistemas de seguro social de salud (SHI), el acceso a servicios está condicionado al pago de cotizaciones o a estar asegurado. Esto genera vulnerabilidad para migrantes, especialmente los indocumentados o aquellos con bajos recursos que no pueden pagar, dejando a estas personas sin cobertura sanitaria adecuada. Como señala la presentación, la vinculación del derecho a la atención a la contribución a la seguridad social resulta en exclusión para quienes no pueden pagar.
  2. Falta de financiación integrada para migrantes: Se resalta que no debe existir un sistema de financiamiento separado para servicios de salud de migrantes, porque es técnicamente más eficiente y equitativo integrarlos en el esquema general que cubre a toda la población residente. Sistemas fragmentados pueden dificultar el acceso de migrantes y generar barreras administrativas y financieras.
  3. Ejemplo de España: La evolución del caso español ejemplifica cómo los cambios en el modelo de financiamiento (de acceso basado en residencia, a seguro social y luego nuevamente a residencia) impactan el acceso real a la atención médica de migrantes indocumentados. La exclusión administrativa, incluso cuando legalmente tienen derechos, sigue siendo un obstáculo significativo.
  4. Consecuencias de no tener cobertura universal: Cuando el sistema no tiene cobertura universal, las migrantes tienen acceso limitado o nulo a servicios de salud. Esto no solo afecta su bienestar, sino que puede generar consecuencias de salud pública más amplias (por ejemplo, dificultades para alcanzar altas tasas de vacunación).

En resumen, la manera en que se financia la salud determina qué poblaciones quedan cubiertas y cuáles quedan excluidas. Los modelos que condicionan la elegibilidad a la residencia o al pago de contribuciones tienden a dejar fuera a muchos migrantes. Por tanto, para garantizar el acceso equitativo, es recomendable un modelo de financiamiento integrado, basado en la residencia y la universalidad, que elimine barreras administrativas y financieras para migrantes.

¿Qué papel juega la solidaridad en la expansión de la cobertura sanitaria en España?

La solidaridad es un componente fundamental para la expansión de la cobertura sanitaria en España, especialmente en el contexto de migrantes y poblaciones vulnerables.

  1. Cambio en la base de la cobertura: En España, la base para la elegibilidad a la atención ha oscilado entre la residencia y el estatus de asegurado en seguridad social. La re-establecimiento de la residencia como criterio para la cobertura en 2018 y la exención de copagos para personas de bajos ingresos y grupos desfavorecidos en 2020-2021 reflejan un enfoque más solidario que busca garantizar acceso universal sin importar la condición económica o de aseguramiento.
  2. Cobertura para migrantes indocumentados: Aunque hubo periodos donde los migrantes indocumentados estaban excluidos de la cobertura salvo para enfermedades graves, accidentes, atención obstétrica y salud infantil, más recientemente se ha avanzado hacia la inclusión completa de estos grupos, aunque persisten barreras administrativas. Esto denota un intento de construir políticas basadas en solidaridad que reconozcan el derecho a la salud independientemente del estatus migratorio.
  3. Solidaridad más allá de las fronteras: El concepto de solidaridad global también se menciona en la presentación como necesario para lograr Cobertura Sanitaria Universal (UHC). España, como país de ingresos medios-altos, se beneficia de la solidaridad interna para financiar la salud de toda su población, incluidos migrantes, y a la vez forma parte de movimientos para promover solidaridad internacional en salud.
  4. Financiamiento integrado para la equidad: La presentación indica que no debe existir un sistema de financiamiento separado para la salud de migrantes, sino que estos deben estar incluidos en el esquema principal de cobertura, lo cual es una expresión práctica de solidaridad en el financiamiento público, evitando segmentación y exclusión.

En síntesis, la solidaridad en España se manifiesta en políticas que buscan garantizar la salud como derecho universal, mediante la inclusión basada en residencia, la exención de pagos para los más desfavorecidos y la integración de migrantes indocumentados en el sistema de salud. Aunque persisten desafíos administrativos, el camino es hacia una cobertura sanitaria universal reforzada por la solidaridad social y política.

Bibliografía:

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¿Dónde está la clase trabajadora?

Por Julia Campos – Julia Soul – Luis Campos

La ofensiva del capital es una constante histórica que encuentra en el actual gobierno su socio perfecto. Décadas de precarización transformaron al mercado de empleo en una constelación de categorías que ya no responden meramente a la línea divisoria entre formalidad e informalidad. A su vez, las nuevas formas de control del trabajo abren desafíos cada vez más complejos. Aquí, una radiografía de la clase trabajadora a un año y medio del inicio de la gestión de Javier Milei.

L a llegada de Javier Milei a la presidencia aceleró la ofensiva del capital sobre la clase trabajadora e incluyó un proceso generalizado de cambios para lograr una mejor y mayor explotación laboral. Ahora bien, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a la clase trabajadora? ¿Sigue existiendo la clase obrera?

En la década del noventa Carlos Menem prometía que en su gobierno íbamos a “dejar de ser proletarios para pasar a ser propietarios” y se postulaba como el alquimista de tamaña transmutación. Treinta años después pululan los emprendedores como los portadores de todas las virtudes necesarias para la vida social. En paralelo, se fomenta la grieta entre los trabajadorxs según cuál sea su inserción en el mercado de fuerza de trabajo, con el objetivo de que quienes todavía pueden gozar de derechos básicos sean vistos como titulares de privilegios y por ende los causantes de los padecimientos de quienes ni siquiera consiguen vender su fuerza de trabajo en el mercado en condiciones socialmente aceptadas como normales. Las organizaciones sindicales, como consecuencia lógica de este proceso, son acusadas de ser nichos de “la casta”.

Existe una base histórica para que esta ofensiva prospere: el sistema institucional fracasó en su promesa de satisfacer las necesidades de los trabajadorxs, quienes desde hace muchos años ven cómo se dificulta cada vez más la reproducción de su vida cotidiana. La imposibilidad de resolver este deterioro a través de las organizaciones colectivas contribuyó a generar las condiciones de posibilidad para un marco general de desmovilización y desorganización, que no es otra cosa que un campo fértil para el avance en la individualización de la experiencia social.

La presencia de diferentes grupos en el proceso de constitución del sujeto “clase trabajadora” ha sido desigual y cambiante en tiempos y espacios y fue marcando diferentes estrategias organizativas y políticas. Lejos de ser un conjunto inmutable, la clase trabajadora cambia y se transforma a partir de las estrategias de acumulación de capital y de las luchas que libra para resistirlas o revertirlas. No todos estamos en iguales condiciones en el mercado de trabajo, y no todos tenemos las mismas condiciones y problemas laborales. Eso también explica que diferentes grupos —asalariados formales o informales, cuentapropistas, o desempleados, pero también migrantes, mujeres, y otros— tengan objetivos inmediatos y demandas diferentes, incluso contrapuestos entre sí.

Qué es la clase trabajadora hoy: el empleado administrativo que trabaja con una aplicación de delivery los fines de semana; la empleada de una empresa de limpieza que también es trabajadora doméstica remunerada por horas; lxs trabajadorxs del Estado que además trabajan en comercios, como docentes o en sus especialidades, etcétera.

Desde este punto de partida, es necesario preguntarse por la composición de la clase trabajadora en la Argentina en la actualidad, especialmente en dos de los espacios sociales en los que ella se constituye: el mercado de empleo y los procesos de trabajo. La “precarización” en el primer caso y la “reestructuración” en el segundo permiten explicar las transformaciones que atravesó la clase trabajadora en la historia reciente y una mejor comprensión de los procesos que abonan en la lógica individualizante que subyace en la figura del emprendedor.

Cuentapropistas, informales y devaluados

En los últimos años el mercado formal de fuerza de trabajo se caracterizó por la creciente imposibilidad de crear puestos de trabajo de manera sostenida. En la actualidad la mitad de los puestos de trabajo son asalariados no registrados y trabajadores por cuenta propia. Entre 2016 y 2024 los asalariados registrados del sector privado crecieron apenas un 1,2% y los del sector público lo hicieron un 10,3%, mientras que los trabajadores por cuenta propia inscriptos en el monotributo subieron un 41,2% (SIPA).

La situación es más crítica si se incluyen las formas más precarias de inserción en la estructura ocupacional. En la actualidad la mitad de los puestos de trabajo son asalariados no registrados y trabajadores por cuenta propia. Esta foto del mercado de fuerza de trabajo se complementa con una película donde la tendencia es más preocupante: entre 2016 y 2024 casi el 80% de los nuevos empleos que se crearon son no registrados o por cuenta propia.

En esta etapa el dato distintivo es el aumento de la proporción de personas que trabajan por fuera de las relaciones de dependencia formales, ya sea como asalariados sin registrar o por cuenta propia (registrados o no). La inmensa mayoría de estos trabajadores y trabajadoras —salvo algunas excepciones— carecen de cobertura de salud, o de aportes jubilatorios, y sus ingresos son menores que los del promedio de trabajadores asalariados formales.

Asimismo, la informalidad, subocupación y desocupación son mayores entre las mujeres. Muchas de estas diferencias se explican por la abrumadora carga de trabajo no remunerado que recae sobre ellas (trabajos de cuidado, o doméstico): según el INDEC las mujeres destinan el doble de tiempo a las tareas reproductivas. En procesos de crisis económica y de contracción de las políticas públicas, los tiempos destinados al cuidado y a las tareas reproductivas aumentan principalmente debido a las dificultades para remunerar la realización de algunas de esas tareas y al gasto extra de tiempo que implica “buscar precios”. Es por ello que resulta mucho más frecuente que las mujeres organicen su dinámica laboral para poder llevar adelante estas tareas, lo que las lleva a ocupar puestos de trabajo de menos horas (subocupación) o con mayor flexibilidad (frecuentemente informales). Además, pierden salario: las mujeres suelen tener más dificultad para el cobro de ítems como presentismo, productividad, o acceder a horas extra. A su vez, las tareas de cuidado remuneradas, esto es, los trabajos asalariados que implican cuidar, tienen salarios más bajos (como salud y educación) y alta informalidad (como el trabajo doméstico).

La clasificación de las inserciones en el mercado de fuerza de trabajo permite identificar la creciente porción de la clase trabajadora cuya experiencia de trabajo está desvinculada del acceso a ciertas condiciones de reproducción de su existencia. Esto no equivale a suponer que formales, informales, cuentapropistas y otros grupos funcionan socialmente como compartimentos estancos y discurren necesariamente por circuitos paralelos de trabajo, de acción y organización. En efecto, si se pone la foto en movimiento y se enfocan situaciones cotidianas, pueden observarse algunos entrecruzamientos que también hablan de qué es la clase trabajadora hoy: el empleado administrativo que trabaja con una aplicación de delivery los fines de semana; la empleada de una empresa de limpieza que también es trabajadora doméstica remunerada por horas; el obrero fabril que agarra changas como herrero u otro oficio; lxs trabajadorxs del Estado que además trabajan en comercios, como docentes o en sus especialidades; quienes forman parte de cooperativas asociadas a programas de empleo y procuran otros ingresos a través de changas. Cuentapropistas que toman contratos eventuales, o a la inversa, aquellxs con contratos eventuales que buscan changas cuando estos se terminan. También podemos mirar a las familias: parejas de trabajadorxs asalariadxs que generan emprendimientos —pizzerías, pequeños comercios— y entonces adquieren medios de trabajo, e involucran a miembros de su familia en relaciones informales.

Para la primera década del siglo XXI, la mitad de lxs asalariadxs formales había pasado por empleos informales y es recurrente la alternancia entre el cuentapropismo y el trabajo asalariado formal o informal. A la vez, se multiplican estas trayectorias múltiples, sin que necesariamente haya una mejora asociada a esa variación.

Las mujeres suelen tener más dificultad para el cobro de ítems como presentismo, productividad, o acceder a horas extra. A su vez, las tareas de cuidado remuneradas, esto es, los trabajos asalariados que implican cuidar, tienen salarios más bajos (como salud y educación) y alta informalidad (como el trabajo doméstico).

Otro elemento para tener presente al pensar la composición de la clase, relacionado parcialmente con las formas de inserción en el mercado de fuerza trabajo, es la cuestión salarial y de ingresos. El crecimiento tendencial de las formas más precarias de inserción en la estructura ocupacional se da a la par de una mayor dispersión interna: por una parte, sectores manufactureros (especialmente agroindustria), del transporte, de energía y de servicios financieros que logran —vía negociación colectiva— sostener salarios de convenio muy por encima del promedio. A su vez, otras ramas del sector privado, los trabajadores públicos, y el grueso de los trabajadores informales no logran alcanzar salarios que permitan su reproducción social por encima de la línea de pobreza. Es decir, la reproducción social de una porción significativa de la clase trabajadora depende de complementos a los que se accede a través de políticas de transferencia de ingresos (AUH, Tarjeta Alimentar).

La ofensiva del capital en los lugares de trabajo

Las diferentes inserciones en el mercado de trabajo y la dispersión salarial tienen correlación con la localización del trabajo en diferentes sectores de la estructura productiva. En la actualidad, los sectores estratégicos para la acumulación de capital se resuelven principalmente en torno de los complejos exportadores (agroindustria, minería, energía) y de la intermediación financiera, sectores que concentran una proporción relativamente menor de puestos de trabajo. En contraste, crece la proporción de trabajadorxs que se encuentra inserta en los sectores que hacen posible la reproducción diaria de aquellxs insertos en los sectores estratégicos (salud, educación, transporte de pasajeros, trabajo doméstico remunerado, entre otros).

En los lugares de trabajo, se reproducen divisiones entre lxs asalariadxs registradxs heredadas de la reestructuración y reforma laboral de la década del 90: trabajadorxs efectivxs o de planta, de las tercerizadas (seguro, en tareas de limpieza o vigilancia, a los que podemos sumar logística, mantenimiento, entre otros), lxs “de agencia” o “contratadxs eventuales”. Estas segmentaciones se diluyen en los procesos productivos: tareas o actividades que concentran asalariados formales dependen de tareas que realizan cuentapropistas o asalariados informales. Estos entrelazamientos son claros en industrias como la textil, donde el grueso de la producción se reparte entre fábricas y talleres registrados y trabajadorxs asalariadxs sin registrar o cuentapropistas en trabajo familiar. En muchos casos, la producción de una orden de trabajo (generada por una marca grande) se divide entre fábricas registradas y talleres sin registrar: las primeras realizan los moldes, cortan y cosen según las órdenes de trabajo recibidas, y luego se distribuyen la finalización, colocación de botones, etc., entre los talleres —incluso a trabajadores domiciliarios—. En el otro extremo de la cadena, la comercialización, también se encuentran trabajadores sin registrar o cuentapropistas: lxs vendedores ambulantes y manterxs, lxs trabajadores asalariadxs sin registrar en los pequeños comercios. La gestión de residuos urbanos y el reciclado es otra de las cadenas que entrelazan trabajo de cooperativas o familiar en malas condiciones por la base, con eslabones de trabajo formal ya sea en la misma recolección, en las plantas recicladoras o intermediarios comerciales.

En otros sectores industriales, si se quiere más tradicionales (como la metalúrgica o la alimentación), las grandes empresas se proveen de servicios de reparación, o de piezas muy específicas a través de pequeños talleres, con trabajo asalariado informal o mal registrado. En todos los casos, son las empresas principales las que definen qué sectores o áreas de actividad se externalizan y se precarizan, y las que ponen las condiciones para el conjunto de la cadena.

Poner el foco en los procesos productivos vuelve evidente el vínculo entre los cambios en su organización y las reformas de la legislación laboral. Las grandes empresas buscan consolidar marcos regulatorios que faciliten la tercerización y la deslaboralización como política general, sin necesidad de que dichas modalidades se apliquen sobre sus empleados directos, tal como se cristalizó en el capítulo laboral de la Ley Bases. La eliminación de derechos laborales en los eslabones más débiles de la cadena de valor también implica, para quienes controlan sus núcleos estratégicos, la posibilidad de apropiarse de parte del excedente, sin que ello genere peores condiciones laborales en la empresa principal, lo que redunda en una mayor capacidad de administrar el conflicto y, al mismo tiempo, un aumento de la heterogeneidad entre los trabajadores y trabajadoras.

La expansión de las dinámicas de digitalización, virtualización e informatización del trabajo —condensadas en la Inteligencia Artificial, las plataformas y la llamada “industria 4.0”— se produce bajo esta lógica y tiende a dispersar y desorganizar los colectivos laborales, remover protecciones, e intensificar el trabajo y aumentar la carga laboral. Este movimiento más general transforma profundamente las dinámicas de organización, distribución y localización del trabajo. A partir de la implementación de estas innovaciones tecnológicas se avanza aún más en la deslocalización de áreas o sectores de trabajo, mientras el comando de los procesos se centraliza. Las principales empresas, a través de la lógica del llamado “Justo a Tiempo”, imprimen los ritmos y la intensidad a los procesos productivos que llevan adelante sus “proveedores”, determinan qué tipo de calificaciones se requieren para cada tipo de tareas y sujetan a conjuntos amplios de asalariados (formales e informales) y cuentapropistas a un mismo proceso.

Un ejemplo actual y extremo de esta lógica son los procesos de trabajo organizados a través de plataformas de reparto: las plataformas comandan y organizan las tareas de un conjunto variable de trabajadorxs, en grandes áreas urbanas, optimizando los tiempos de circulación de las mercancías. Al mismo tiempo, monitorean y controlan el desempeño de cada trabajador, en relación con esos criterios de optimización. Este mecanismo de gestión algorítmica asegura determinados ritmos de trabajo porque sujeta el desempeño a la asignación de pedidos “premiando” a quienes son más eficientes y castigando a quienes rechazan pedidos, son más lentos o se quejan.

En Argentina, en la coyuntura de la pandemia, adquirieron visibilidad dos dinámicas en la transformación de los procesos de trabajo: el trabajo organizado a través de plataformas y el trabajo remoto. El fin del confinamiento y de la cuarentena disminuyó el trabajo remoto, pero dejó intacta —e incluso profundizó— la dinámica de digitalización e informatización. Aunque estos son los fenómenos más visibles, los procesos de digitalización avanzaron en todos los sectores productivos.

Las grandes empresas buscan consolidar marcos regulatorios que faciliten la tercerización y la deslaboralización como política general, sin necesidad de que dichas modalidades se apliquen sobre sus empleados directos, tal como se cristalizó en el capítulo laboral de la Ley Bases.

La radicalización

La actual fase ofensiva del capital contra los trabajadores y trabajadoras se destaca por su intensidad. El ataque contra los derechos laborales y la búsqueda por intensificar la explotación en los lugares de trabajo es una nota distintiva de la etapa. La capacidad de organizar la resistencia requiere considerar los cambios que ha experimentado la clase obrera en los últimos años. Las acciones defensivas a nivel sectorial seguirán ocupando un lugar central, pero si no somos capaces de ir más allá, tarde o temprano la corriente superará los distintos, y potencialmente inconexos, diques de contención.

Recuperar la capacidad de diseñar acciones unitarias, que integren e interpelen al conjunto de los trabajadores, sin importar la forma en la que se insertan en el mercado de fuerza de trabajo o el eslabón de la cadena productiva en el que se desempeñan, desde los más visibles y formales hasta los más velados en los que ni siquiera existe una vinculación contractual, es una tarea central. Los trabajadores asalariados formales, si bien en retroceso tendencial desde hace décadas, siguen representando una porción muy importante de la estructura ocupacional y están ubicados en los sectores estratégicos para la acumulación del capital en nuestro país. En el otro extremo, cada vez es mayor la proporción de trabajadores que carecen de toda posibilidad de reproducir su existencia a través de la venta de su fuerza de trabajo. Entre ambos grupos, una creciente interacción entre formalidad e informalidad, entre el trabajo asalariado y el cuentapropismo, con el pluriempleo como nota distintiva de los últimos años. Esta fragmentación, que en ciertos casos se presenta como irreconciliable, puede obedecer a diferentes mecanismos de inserción en un mismo proceso de trabajo que aseguran la valorización del mismo capital.

La heterogeneidad de la estructura ocupacional se replica, bajo lógicas y dinámicas distintas, dentro de los lugares de trabajo. Allí también parte central de la tarea a encarar radica en reconstruir la unidad que el capital buscó minar con cierto grado de éxito en las últimas décadas. El desafío parece ser unir aquello que aparece como dividido.

Sobre esta base, el capital busca además enfrentar a trabajadores contra trabajadores, convertir derechos otrora universales en privilegios de una fracción y acusar a las organizaciones sindicales de ser un mero instrumento de defensa de los intereses de una casta. El éxito ideológico de esta iniciativa es clave para impulsar la eliminación de los derechos que todavía usufructúa una parte importante de los asalariados y para debilitar la capacidad de respuesta colectiva por vía de los sindicatos. Entender la conformación actual de la estructura ocupacional y las dinámicas a las cuales se enfrentan los distintos grupos de trabajadores y trabajadoras es el primer paso en dirección a construir una alternativa radicalmente distinta.

Fuente: Crisis – Julio 2025

https://www.iade.org.ar/noticias/donde-esta-la-clase-trabajadora

Informe Analítico Comparativo: Modelos Libertario/Capitalista Extremo vs. Socialista Democrático/Estado Presente (PARTE 1: Generalidades)

Por Alfredo Bossio

Este informe que sintetiza y analiza las complejas dinámicas a través de las cuales las políticas de globalización han exacerbado las desigualdades económicas y sociales a nivel mundial. Basándome en una revisión exhaustiva de literatura clave, incluyendo las obras de Joseph E. Stiglitz y Thomas Piketty, así como informes recientes de Oxfam, este documento busca ofrecer una comprensión profunda de las causas y manifestaciones de esta creciente fractura global.

La Problemática de la Desigualdad en la Globalización

La globalización, en su acepción económica dominante y tal como ha sido impulsada por las principales corporaciones multilaterales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (OMC), ha generado un profundo malestar en el mundo. Lejos de cumplir su promesa de reducir la pobreza y asegurar la estabilidad económica global, este modelo ha acentuado drásticamente las disparidades. Las protestas contra la globalización, iniciadas en Seattle en 1999, son un claro síntoma de la conciencia creciente sobre las desigualdades globales y la hipocresía de los países industrializados.

Desde la perspectiva de la sociología y la politología, es fundamental comprender que estas desigualdades no son el resultado de fuerzas de mercado neutrales, sino de decisiones políticas y de políticas públicas específicas que han favorecido sistemáticamente a una élite económica y a poderosas corporaciones, a menudo a expensas de la mayoría de la población y del Sur Global.

Mecanismos a Través de los Cuales la Globalización Exacerba la Desigualdad

El análisis de las fuentes revela varios mecanismos interconectados que han contribuido a la profundización de las desigualdades:

  1. La Imposición de Políticas por las Instituciones Financieras Internacionales (IFI)

Las IFI, en particular el FMI y el Banco Mundial, han sido actores centrales en la exacerbación de la desigualdad, especialmente desde los años ochenta, cuando una corriente «ortodoxa» del pensamiento económico, conocida como el «Consenso de Washington», se reimpuso en estos organismos. Esta concepción ideológica, calificada por Stiglitz como «parcializada y esencialmente falsa», se impuso a países subdesarrollados y economías en transición, a pesar de no ser universalmente aceptada ni siquiera en los países desarrollados.

Los efectos de estas políticas incluyen:

Abandono de Misiones Originales: El FMI y el Banco Mundial se desviaron de sus objetivos iniciales de promover el desarrollo y la estabilidad económica. En su lugar, impulsaron una agenda que priorizaba los intereses corporativos de los acreedores y el servicio de la deuda externa.

Políticas Económicas Contractivas y Liberalización Forzada: Se impusieron «programas de ajuste estructural» que incluyeron la liberalización de los mercados (financieros, de bienes y servicios), la imposición de altas tasas de interés y la privatización de activos estatales. Estas medidas, a menudo, resultaron en recesión, inestabilidad económica, debilitamiento de las economías nacionales, destrucción de empleo, quiebra de pequeñas y medianas empresas (PYMES), y aumento del endeudamiento y la inflación.

Doble Estándar e Hipocresía de Países Industrializados: Países como Estados Unidos presionaron a las naciones en desarrollo para que abrieran sus mercados a productos industriales, mientras mantenían cerrados los suyos para productos agrícolas y textiles del Sur Global. Predicaron contra los subsidios a la industria en el Sur, pero continuaron subsidiando a sus propios agricultores. También promovieron mercados competitivos, pero propiciaron cárteles globales cuando sus industrias se vieron amenazadas.

Falta de Soberanía y Control Externo: La ayuda financiera de estas agencias se condicionó a la renuncia de la soberanía de las naciones «beneficiarias». Las decisiones de estas agencias están fuertemente influenciadas por los factores de poder de Estados Unidos y Europa, y se caracterizan por una falta de transparencia y responsabilidad con respecto a los sectores más afectados.

Resultados Devastadores: Numerosos países en desarrollo y en «transición» (como Rusia) se encontraron en peor situación, con un aumento drástico de la pobreza (ej. Rusia del 2% al 23.8% en una década). Las crisis económicas en regiones como Tailandia, Indonesia, Corea, Rusia, México, Brasil y Argentina, han sido prolongadas y profundas, solo superadas por la Gran Depresión.

  1. El Poder Corporativo y Monopolístico como Motor de Desigualdad

Los informes de Oxfam de los últimos años (2022, 2024, 2025) resaltan una creciente y alarmante concentración de poder empresarial y monopolístico que está exacerbando la desigualdad en la economía mundial.

Concentración de Riqueza Extrema: Una minoría de milmillonarios, a menudo dueños o directores de las corporaciones más grandes del mundo (siete de las diez empresas más grandes del mundo cotizadas en bolsa tienen un milmillonario como director o accionista principal), han visto cómo su riqueza se disparaba. El 1% más rico posee el 43% de los activos financieros globales.

Mecanismos de Explotación Empresarial que Profundizan la Desigualdad:

Explotación Laboral: Las empresas usan su poder para forzar a la baja los salarios y dirigir las ganancias hacia los súper ricos. El crecimiento de los salarios se ha frenado globalmente. Esto incluye tácticas antisindicales y un desinterés general por pagar salarios dignos en sus cadenas de valor.

Evasión y Elusión Fiscal: Las grandes empresas y los ricos han presionado incansablemente para reducir impuestos, crear vacíos legales y disminuir la transparencia fiscal. Se estima que un 8% del patrimonio financiero global se encuentra en paraísos fiscales, y quienes los utilizan son casi exclusivamente el 0.01% más rico.

Privatización de Servicios Públicos: La privatización de servicios esenciales como la salud, la educación y el agua, a menudo impulsada por IFI, genera y refuerza las desigualdades, excluyendo a quienes no pueden pagar y privilegiando a quienes sí.

Impulso al Colapso Climático: El poder empresarial también fomenta el colapso climático. Los milmillonarios, en promedio, emiten un millón de veces más carbono que una persona corriente, y son más propensos a invertir en industrias contaminantes como los combustibles fósiles.

  1. El Legado Persistente del Colonialismo y el Neocolonialismo

La crisis actual de desigualdad está intrínsecamente ligada a la larga sombra del pasado colonial.

Dominio Histórico y Continuo: El colonialismo facilitó la extracción masiva de riqueza del Sur Global al Norte Global, un proceso que, aunque formalmente terminado, persiste a través de relaciones neocoloniales y desequilibrios económicos y financieros.

Concentración de Riqueza Global: Los países del Norte Global, que representan solo el 21% de la población mundial, poseen el 69% de la riqueza mundial y albergan el 74% de la riqueza milmillonaria.

Cadenas de Suministro Mundiales: Estas cadenas actúan como sistemas coloniales modernos de extracción, beneficiándose de mano de obra barata y recursos en el Sur Global, mientras la inmensa mayoría de los beneficios se apropia en el Norte.

Gobernanza Global Desequilibrada: Las instituciones globales (FMI, Banco Mundial, Consejo de Seguridad de la ONU) mantienen estructuras de gobernanza que favorecen el control de los países ricos y sus élites, perpetuando así los desequilibrios de poder.

Racismo y Patriarcado Estructural: La desigualdad actual está cimentada en siglos de patriarcado, racismo estructural y colonialismo. Las políticas económicas neoliberales han desconstruido las categorías de raza y género, priorizando el individualismo y el «mérito», invisibilizando así las barreras estructurales que afectan desproporcionadamente a mujeres, personas racializadas y otros grupos oprimidos.

  1. La «Policrisis» y el Beneficio de la Élite.

Las crisis simultáneas, ya sean económicas, climáticas o de conflictos, no afectan a todos por igual. De hecho, los milmillonarios se han beneficiado de ellas:

Riqueza Disparada en Tiempos de Crisis: Las inyecciones masivas de fondos públicos en la economía global durante crisis (como la pandemia de COVID-19) han disparado el precio de los activos, engrosando las fortunas de los milmillonarios. Se estima que, desde 2020, dos tercios de la nueva riqueza generada a nivel global ha ido a parar al 1% más rico.

Corrupción del Sistema Político y Medios de Comunicación: La riqueza extrema corrompe los sistemas políticos y los medios de comunicación. Los súper ricos utilizan su influencia (lobbying, propiedad de medios) para proteger sus intereses y presionar por políticas fiscales favorables.

  1. Crítica a la Meritocracia y la Riqueza Heredada

La concentración de capitales y el aumento de las desigualdades no son fenómenos exclusivos de las economías emergentes, sino que también son patentes en países desarrollados. Piketty, en «El Capital en el siglo XXI», denuncia cómo la acumulación constante de capital no se debe principalmente al «mérito», sino a las herencias y otras formas de acumulación.

Riqueza Heredada y Clientelismo: Se estima que el 60% de la riqueza de los milmillonarios es heredada, o está marcada por el clientelismo y la corrupción, o vinculada al poder monopolístico. Esto crea una «nueva aristocracia del dinero».

Educación Superior y Movilidad Social: La educación superior no garantiza la movilidad social para los hijos de las familias de menores ingresos, y se observa una concentración de estudiantes de Harvard y Sciences Po en París provenientes de los cuartiles más ricos.

Corrupción como Factor de Desigualdad: La corrupción genera «generaciones continuas de nuevos millonarios formados en las líneas de los gobiernos, sin mérito alguno, aprovechados del poder».

Hacia un Nuevo Consenso: Propuestas para Revertir la Desigualdad

Los autores y organizaciones aquí analizados coinciden en que la desigualdad no es inevitable, sino una elección política. Es necesario un cambio de paradigma para construir un mundo más justo y sostenible.

Las principales recomendaciones y soluciones propuestas son:

  • Regulación del Capitalismo Globalizado: El capitalismo patrimonial globalizado debe regularse, y la democracia debe inventar nuevos instrumentos para controlarlo.
  • Fiscalidad Progresiva de la Riqueza y las Grandes Empresas: Esta es una solución «esencial y valiente» para reducir drásticamente la desigualdad.
    • Impuesto Mundial al Capital: Piketty propone un impuesto mundial al capital para regular la concentración y repartir ingresos armoniosamente.
    • Impuestos sobre Ganancias Extraordinarias: Es crucial aplicar impuestos temporales sobre los beneficios extraordinarios de las grandes empresas que se enriquecen durante las crisis.
    • Aumento de Impuestos a Riqueza y Capital: Aumentar drásticamente los impuestos sobre la renta y el patrimonio de los más ricos, incluyendo dividendos y ganancias de capital no materializadas, que actualmente tributan muy por debajo de las rentas del trabajo. Oxfam sugiere que el 1% más rico contribuya con un 60% de sus ingresos totales, y un impuesto anual sobre el patrimonio del 2-5% a millonarios y milmillonarios.
    • Impuestos a Herencias y Propiedades: Introducir impuestos progresivos sobre herencias y propiedades, incluida la tierra, para evitar la formación de una «nueva aristocracia» y equilibrar las oportunidades.
  • Control del Poder Empresarial y Monopolístico: Es fundamental poner fin a los monopolios privados y frenar el poder empresarial. Esto implica desmantelar monopolios existentes, bloquear fusiones perjudiciales, y reformar las normas de propiedad intelectual para democratizar el conocimiento.
  • Fortalecimiento del Estado y Servicios Públicos: Un Estado fuerte, dinámico y eficaz es el mejor baluarte contra el poder empresarial y es fundamental para reorientar la economía hacia objetivos colectivos. Los gobiernos deben garantizar servicios públicos universales (salud, educación, cuidados, seguridad alimentaria), e invertir en transporte y otras infraestructuras públicas.
  • Justicia Laboral y Equidad Salarial: Se debe garantizar salarios y condiciones de trabajo dignas, proteger los derechos de sindicalización y huelga. Es importante limitar la remuneración de los directivos (ej. a 20 veces el salario mediano o 6 veces el más bajo en Mondragón), y cerrar las brechas salariales de género y raza.
  • Reforma de la Gobernanza Global: Promover una mayor participación y control de los países menos desarrollados en las decisiones y programas de las agencias multilaterales. Se necesita una postura ética en las relaciones económicas y políticas internacionales. La ONU debe liderar un nuevo marco de cooperación fiscal internacional para una fiscalidad global más justa.
  • Fin al Secretismo Fiscal y la Corrupción: Implementar registros públicos de beneficiarios efectivos, prohibir sociedades «fantasma» y crear un registro global de activos para combatir la evasión y elusión fiscal a gran escala. La corrupción es un factor clave en la generación de pobreza y desigualdad, por lo que la transparencia y la participación ciudadana son esenciales.
  • Reinventar el Sector Empresarial: Fomentar modelos de propiedad y gobernanza democráticas en las empresas para abordar las desigualdades y favorecer decisiones que beneficien a la sociedad en su conjunto.
  • Mejora de Datos y Transparencia: Recopilar y publicar datos de calidad sobre desigualdad, desglosados por género, raza y otras identidades, para informar las políticas públicas y evaluar su impacto distributivo.

Conclusión de la primera parte

Las evidencias presentadas demuestran que las políticas de globalización, tal como se han concebido e implementado bajo la influencia de una ideología económica particular y poderosos intereses corporativos y financieros, han sido un motor fundamental de las desigualdades económicas y sociales a nivel global. El resultado es un mundo donde la riqueza se concentra en manos de unos pocos, mientras que miles de millones de personas enfrentan pobreza, precariedad y exclusión, exacerbadas por el legado colonial y las crisis actuales.

Sin embargo, esta situación no es un destino ineludible. La desigualdad es el resultado de elecciones políticas, y las mismas herramientas políticas que la han creado pueden revertirla. Es imperativo que los gobiernos y las instituciones globales abandonen las «recetas fallidas» y adopten un nuevo consenso basado en la justicia, la equidad y la solidaridad, implementando medidas fiscales progresivas, regulando el poder empresarial, fortaleciendo los servicios públicos y democratizando la gobernanza económica mundial. Este esfuerzo no solo es un imperativo ético, sino una condición necesaria para construir un futuro más próspero, sostenible y justo para toda la humanidad.

Ahora bien, profundicemos un poco mas el tema de los modelos de países donde el estado esta presente Vs países donde hay un estado chico o poco participativo.

Introducción

La elección de un modelo económico y estatal define profundamente la estructura de una sociedad, su economía, el bienestar de sus ciudadanos y la distribución del poder y la riqueza. Este informe analiza dos paradigmas opuestos: el modelo Libertario o de Capitalismo Extremo, caracterizado por un Estado mínimo y una máxima desregulación del mercado, y el modelo Socialista Democrático o con un Estado Presente, que aboga por una intervención estatal significativa para garantizar el bienestar social y la equidad.

Se examinarán las implicaciones de cada modelo en diversas áreas cruciales, incluyendo la economía, la desigualdad social, la salud, la educación, la infraestructura, la corrupción y la seguridad. Se utilizarán ejemplos de países e indicadores específicos para ilustrar las consecuencias prácticas de estas filosofías, destacando tanto sus supuestos beneficios como sus posibles daños.

2. Desarrollo del Análisis

2.1. Definición y Principios Fundamentales

  1. Modelo Libertario o de Capitalismo Extremo Desde esta perspectiva, el Estado se considera el problema, no la solución. Se defiende un Estado mínimo, cuya única función legítima es proteger la propiedad privada, garantizar contratos y mantener la seguridad interior, sin redistribuir riqueza ni garantizar servicios. Se aboga por la desregulación total del mercado, la propiedad privada inviolable y la máxima libertad individual como pilares centrales.
    1. Libertad Individual sobre Bienestar Colectivo: La libertad individual se sitúa por encima del bienestar colectivo, con la premisa de que «cualquier regulación es una forma de coerción».
    2. Eficiencia del Mercado: Se cree que el mercado es inherentemente eficiente, se autorregula y moralmente superior, y castiga naturalmente a los corruptos.
    3. Crítica al Gasto Estatal: El endeudamiento y la ineficiencia se atribuyen a Estados sobredimensionados y al gasto en salud, educación y planes sociales. Los impuestos redistributivos se consideran una forma de «robo legal» o trabajo forzado.

Servicios Privados: La salud, educación y demás servicios no deben ser derechos garantizados por el Estado, sino bienes de mercado que la competencia mejora.

  1. Modelo Socialista Democrático o con Estado Presente: Este modelo, a menudo asociado con la socialdemocracia o el Estado de Bienestar, sostiene que el Estado tiene un rol fundamental en la garantía de derechos y el bienestar colectivo.
    1. Regulación del Mercado: Se considera que el mercado sin regulación tiende a concentrar riqueza y generar desigualdad, y que el Estado debe definir y regular el mercado para evitar que los poderosos manipulen las reglas a su favor.
    2. Libertad y Oportunidades Reales: La verdadera libertad implica acceso a salud, educación y seguridad básica, que el Estado debe garantizar para los más pobres.
    3. Redistribución y Justicia Social: La redistribución de la riqueza a través de impuestos progresivos y servicios públicos es esencial para garantizar la equidad y la cohesión social.
    4. Servicios Públicos Universales: Se aboga por sistemas de salud, educación y seguridad social universales, financiados por el Estado, para asegurar el acceso a toda la población.

2.2. Impacto en la Economía y la Desigualdad Social

  1. En Modelos de Capitalismo Extremo/Neoliberalismo:
    1. Concentración de Riqueza y Poder: Estos modelos tienden a la alta concentración de la riqueza y el poder económico en una gran minoría, dejando al resto de la población en la pobreza o con baja calidad de vida. Ejemplos incluyen Sudáfrica post-apartheid (coeficiente de Gini > 0.60) y Brasil (histórica concentración de tierras y capital).
  • Fuga de Capitales y Pérdida de Reservas: Políticas de liberalización económica sin controles pueden generar fuga de capitales y pérdida de reservas, aumentando la pobreza y favoreciendo la venta de empresas y territorio a bajo costo. Argentina durante la década de 1990 y Grecia tras la crisis de 2008 son casos ilustrativos.
  • Endeudamiento con Organismos Internacionales: Los países con altas deudas al FMI suelen enfrentar exigencias de recortes en el gasto social (salud, educación), lo que lleva a mayor pobreza e inestabilidad política por la pérdida de soberanía económica.
    • Grecia (2009-2018): Perdió control presupuestario ante la «troika» (FMI, BCE, CE), lo que derivó en privatizaciones masivas, recortes y una caída del PIB superior al 25%, con un desempleo del 27%.
    • Zambia (1990s-2020s): La privatización de minas de cobre y la reducción del Estado, impuestas por acreedores, resultaron en un déficit fiscal crónico y un aumento de la pobreza rural.
    • Letonia (2008-2012): Implementó una «austeridad interna» radical, con el PIB cayendo más del 20% en dos años, y una emigración masiva de más del 10% de su población.
  • Debilitamiento del Estado y Explotación: La venta de empresas nacionales a capital extranjero y la reducción del Estado al mínimo conllevan una pérdida de soberanía productiva, evasión y fuga de capitales, desempleo y precarización, y una desigualdad regional exacerbada al no llegar el mercado a zonas no rentables.
  1. En Modelos con Estado Presente/Regulados:
  • Menor Desigualdad: Sociedades con Estados más presentes y políticas redistributivas tienden a tener menores niveles de desigualdad y una mejor calidad de vida.
  • Mayor Cohesión Social: Un Estado que garantiza derechos básicos contribuye a la estabilidad social y la legitimidad política.
  • Desarrollo Sostenido: Países con Estados fuertes como Noruega y Corea del Sur han logrado un desarrollo sostenido.
  • Gestión de la Riqueza Nacional: En el caso de Chile, a pesar de su modelo neoliberal, la existencia de Codelco (Corporación Nacional del Cobre), una empresa estatal fuerte, ha permitido una mayor captura de la renta minera para el Estado, diferenciándolo de Perú, donde la minería es casi totalmente privada. Esto ha contribuido a que Chile tenga un mejor desempeño económico y social en comparación con Perú.

2.3. Salud y Bienestar Poblacional

  1. En Modelos de Capitalismo Extremo/Privatizados (Ej. EE.UU.):
  • Sistema Predominantemente Privado: El modelo estadounidense es mayoritariamente privado, con seguros colectivos e individuales, y una cobertura pública limitada (Medicare/Medicaid).
  • Altos Costos, Bajos Resultados: EE.UU. tiene el mayor gasto en salud a nivel mundial (aproximadamente 17.3% del PIB y ~12,500 USD per cápita en 2023), pero presenta menor esperanza de vida (~76-78 años), mayor mortalidad infantil (~5.4 por 1,000 nacidos) y muertes evitables más altas en comparación con otros países ricos.
  • Exclusión y Endeudamiento: Más de 30 millones de personas carecen de seguro médico, y la deuda por tratamientos médicos es la causa principal de bancarrota personal. El acceso depende del ingreso, generando una desigualdad extrema.
  • Crisis de Salud Mental: Estos sistemas se asocian con una crisis en salud mental, reflejada en altos niveles de ansiedad, depresión y sobredosis.
  • Salud como Mecanismo de Control: Un sistema de salud privado en un contexto de pobreza y desempleo es negativo para la mayoría de la población. Se convierte en una herramienta de subordinación social, donde las personas aceptan trabajos precarios por la necesidad de cobertura, perdiendo poder de negociación y libertad laboral. Las empresas aseguradoras y farmacéuticas se benefician directamente de la fragmentación del sistema y la desinversión en prevención.
  1. En Modelos Públicos/Mixtos (Ej. Canadá, Reino Unido, Alemania):
  • Acceso Universal y Equidad: Estos modelos priorizan el acceso universal a la atención sanitaria, sin importar el nivel de ingresos.
    • Reino Unido (NHS): Sistema público completo, financiado por impuestos, con acceso gratuito en el punto de uso.
    • Canadá: Sistema público financiado por impuestos, con provisión mixta y cobertura total.
    • Alemania: Sistema mixto con seguro obligatorio y cobertura privada, pero con un alto componente público.
  • Mejores Indicadores de Salud con Menor Gasto: Estos países logran mejores resultados en salud (mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil y materna, menos muertes evitables) con un menor gasto per cápita en comparación con EE.UU. Por ejemplo, Canadá (~11.2% del PIB, ~6,500 USD per cápita), Alemania (~12.9% del PIB, ~8,011 USD per cápita), y Reino Unido (~12.4% del PIB, ~5,493 USD per cápita).
  • Salud Mental y Prevención: Ofrecen mayor continuidad en salud mental comunitaria y priorizan la prevención y atención primaria, reduciendo gastos futuros.
  • Financiamiento Sostenible: Países con menos recursos han logrado financiar sistemas de salud públicos o mixtos a través de impuestos progresivos, contribuciones solidarias, cooperación internacional y reducción de gastos regresivos. Cuba es un ejemplo de sistema público universal con recursos limitados y buenos indicadores de salud, y Ruanda pasó de la devastación a una cobertura del 90%60.
  1. Casos Intermedios (Chile y Perú):
  • Sistemas Fragmentados y Desiguales: Tanto Chile como Perú tienen sistemas de salud mixtos, con una cobertura nominal relativamente alta pero enorme desigualdad en acceso y calidad.
    • Chile: Modelo mixto segmentado (FONASA público, ISAPRE privado). A pesar de un gasto del 9.3% del PIB y 2,100 USD per cápita, tiene una alta dependencia del poder adquisitivo para acceder a servicios de calidad, y el sistema público está sobrecargado. Su esperanza de vida es de 80 años y mortalidad infantil de 6.249.
    • Perú: Sistema mixto fragmentado (SIS, ESSALUD, privados). El gasto en salud es bajo (5.2% del PIB, ~500 USD per cápita) y la infraestructura es deficiente, especialmente fuera de Lima. La esperanza de vida es de 77 años y la mortalidad infantil de 11.049. La alta informalidad laboral deja a millones fuera del sistema contributivo.

2.4. Educación, Infraestructura y Servicios Básicos

  1. En Modelos de Capitalismo Extremo/Mínimo Estado:
  • Baja Inversión Pública: La ausencia o debilitamiento del Estado en políticas sociales lleva a la baja inversión en educación y salud pública, resultando en un alto gasto privado.
  • Falta de Infraestructura Básica: Sin inversión pública, no se desarrolla infraestructura esencial como carreteras, energía o agua potable.
  • Exclusión Social y Dependencia: Se produce un aumento de la exclusión social en salud, educación y vivienda, y una mayor dependencia de organizaciones privadas o religiosas sin control público.
  1. En Modelos con Estado Presente:
  • Inversión en Desarrollo: Países con Estados fuertes invierten en infraestructura y servicios, lo que contribuye a un desarrollo sostenido.
  • Acceso y Equidad: Se busca garantizar el acceso equitativo a la educación y servicios básicos, reduciendo las brechas sociales.
  1. Casos Chile y Perú:
  • Chile: Ha logrado una buena infraestructura y servicios para la clase media-alta, pero la salud y la educación están segmentadas y el acceso a la calidad a menudo depende del poder adquisitivo. Invirtió más temprano y consistentemente en capital humano que Perú.
  • Perú: Presenta servicios públicos muy deficientes, especialmente fuera de Lima. La desigualdad territorial es abismal, y hay altos índices de informalidad laboral, lo que limita el acceso a servicios y protección social.

2.5. Corrupción, Abuso de Poder y Seguridad

  1. En Modelos Desregulados/Débiles de Estado:
  • Aumento del Crimen Organizado y Corrupción: En países con Estados débiles o capturados por élites, se incrementa el crimen organizado. La liberalización sin controles favorece la corrupción y el lavado de activos.
  • Impunidad y Explotación: La débil presencia estatal o un «Estado fallido» conduce a la impunidad generalizada, especialmente en casos de abuso de poder y sexual. Esto es agravado por la alta desigualdad social y económica, el patriarcado estructural, las economías informales sin regulación y la militarización de la seguridad.
  • Abuso de Poder y Sexual: Países con altas tasas de abuso de poder y sexual incluyen India (alta violencia de género, impunidad), República Democrática del Congo (violencia sexual sistemática en conflictos), Sudáfrica, Honduras, El Salvador, Papúa Nueva Guinea y México. Las políticas libertarias, al reducir drásticamente el Estado y desregular el mercado, favorecen el abuso al disminuir los controles sobre empresas, empleadores e instituciones, y reducir la inversión en prevención y justicia.
  1. En Modelos con Estado Fuerte/Regulado:
  • Menor Corrupción y Mayor Transparencia: Países con alta regulación del mercado y un Estado presente, como los Países Nórdicos (Suecia, Noruega, Dinamarca) y Alemania, presentan baja corrupción y alta confianza institucional.
  • Protección de Derechos: Un Estado fuerte, con políticas públicas activas y sistemas judiciales funcionales, logra reducir el abuso y proteger mejor a las personas vulnerables. Las leyes, cuando son claras, accesibles y se hacen cumplir, son esenciales para evitar abusos y el mal uso de fondos públicos y privados.

2.6. Impacto Laboral y Precarización

  1. En Modelos de Capitalismo Extremo/Neoliberalismo:
  • Destrucción de Empleo Formal y Precarización: Las políticas económicas que llevan a la desindustrialización o al achicamiento del Estado (privatizaciones, deuda, fuga de capitales) destruyen empleos formales y aumentan el trabajo informal o precario.
  • Auge del Trabajo Remoto Precario: En países empobrecidos, el trabajo remoto se presenta como una alternativa, pero a menudo implica salarios mínimos o menos, sin derechos laborales, seguridad social ni estabilidad.
  • Pobreza Funcional a la Explotación: La pobreza estructural y la desintegración del Estado resultan funcionales a la explotación, ya que una población sin infraestructura ni protección social queda vulnerable a formas extremas de explotación laboral, incluyendo la esclavitud infantil y la violencia. El empobrecimiento deliberado de la población puede ser una herramienta para forzar su dependencia económica.
  • Países con Mayor Precariedad y Trabajo Remoto de Bajo Costo:
    • Brasil, México, Filipinas, India, Pakistán y Bangladesh muestran alta informalidad laboral y prevalencia de trabajadores independientes sin beneficios.
    • En Filipinas, el 27-36% contrata freelancers a bajo costo.
    • Brasil tiene más de 25 millones de freelancers (~20% de la fuerza laboral), con ingresos medios reducidos (~4,000 USD/año).
    • India cuenta con aproximadamente 15 millones de freelancers, con ingresos anuales promedios de ~4,300 USD.
    • El auge de los «nómadas digitales» en países de bajo costo (Tailandia, Indonesia, México, Egipto, Portugal, España, Hungría, Rumania, Bulgaria) genera gentrificación y aumento de alquileres, desplazando a las comunidades locales.
  1. En Modelos con Estado Presente:
  • Mejor Protección y Derechos Laborales: Estos modelos tienden a garantizar mejores condiciones laborales y protección social, al no depender la salud o el bienestar del empleo formal.

2.7. Comparativa de Países: Brasil vs. EE.UU.

La comparación entre Brasil (economía mixta con políticas sociales) y EE.UU. (capitalismo extremo) es relevante.

  • Brasil (economía mixta): Aunque no es un país socialista, es una economía capitalista mixta con fuerte presencia del mercado y significativas políticas sociales. Tiene el SUS (Sistema Único de Salud), un sistema público universal. Durante gobiernos como los de Lula da Silva, se implementaron programas como Bolsa Família, que han sido fundamentales en la reducción de la pobreza extrema (del 20% a 6-7% en algunos años) y la mejora de indicadores sociales (mortalidad infantil, educación, nutrición). Sin embargo, persiste la alta desigualdad estructural (Gini ~0.53), arraigada en siglos de esclavitud, racismo y concentración de tierras, lo que la diferencia de países nórdicos. La corrupción y la desigualdad regional también limitan los avances.
  • EE.UU. (capitalismo extremo): A pesar de ser una economía mucho más rica (~26.8 billones USD de PIB y ~76,000 USD per cápita), con mayor innovación tecnológica y estructuras institucionales relativamente más sólidas, enfrenta alta desigualdad (Gini ~0.41), falta de acceso universal a salud y educación, y problemas de violencia policial y encarcelamiento masivo.

En los últimos 15 años (2005-2020), Brasil logró avances sociales importantes en reducción de pobreza y acceso a servicios, algo que EE.UU. no pudo lograr en la misma magnitud, aunque la base económica y los niveles absolutos de desarrollo siguen siendo más altos en EE.UU. El modelo de EE.UU. muestra mejores números generales de desarrollo humano, pero a costos altos de exclusión y desigualdad.

2.8. El Caso de India y Bangladesh: Colonialismo y Subdesarrollo

La situación de países como India y Bangladesh es un claro ejemplo de cómo la acción de potencias dominantes limitó su crecimiento y el desarrollo de sus Estados.

  • Colonialismo y Desindustrialización: Bajo el dominio británico, India fue deliberadamente desindustrializada (ej. sector textil) y sus recursos fueron explotados intensamente para beneficio de Gran Bretaña. Se construyó infraestructura para la extracción, no para el desarrollo interno.
  • Dominación Estructural y Pobreza Heredada: Bangladesh sufrió una doble dominación (colonialismo británico y luego centralismo pakistaní), heredando una economía extremadamente débil tras su independencia.
  • Debilitamiento del Estado y Extranjerización: La presión externa (deuda, FMI, Banco Mundial) condujo a la privatización forzada de empresas públicas y recursos naturales, con sectores clave operando con bajísimos salarios y pocas regulaciones. Esto resultó en fuga de ganancias, trabajo precario y una persistente pobreza masiva.

Autores poscoloniales como Amiya Kumar Bagchi y Dipesh Chakrabarty, economistas del desarrollo como Ha-Joon Chang y Erik Reinert, y Premios Nobel como Amartya Sen y Joseph Stiglitz han documentado cómo esta «nueva forma de colonialismo económico» (caracterizada por la extranjerización de empresas y tierras, el debilitamiento del Estado nacional y la pérdida de soberanía) ha perpetuado el subdesarrollo y la explotación masiva.

3. Conclusión

El análisis comparativo entre los modelos Libertario/Capitalista Extremo y los modelos Socialistas Democráticos/con Estado Presente revela diferencias fundamentales en sus resultados y filosofías:

  • Modelo Libertario/Capitalista Extremo: Prioriza la libertad individual y la eficiencia del mercado, lo que puede generar grandes concentraciones de riqueza y desarrollo económico para una élite. Sin embargo, a menudo lo hace a costa de altísima desigualdad social y económica, exclusión masiva de servicios básicos (salud, educación), precarización laboral, y mayor vulnerabilidad a la corrupción y el abuso de poder. La salud se transforma en una mercancía y puede ser un mecanismo de control social, beneficiando a empresas privadas y farmacéuticas mientras condena a la mayoría a la vulnerabilidad. Ejemplos como EE.UU. demuestran altos costos y bajos resultados en salud pública, mientras que países altamente endeudados con el FMI sufren pérdida de soberanía y profundos recortes sociales.
  • Modelo Socialista Democrático/con Estado Presente: Prioriza la equidad, la justicia social y el bienestar colectivo. Tiende a promover mayor acceso universal a servicios esenciales, mejor protección social y laboral, y menor desigualdad. Los países que adoptan este enfoque logran mejores indicadores de salud (mayor esperanza de vida, menor mortalidad infantil) con un gasto per cápita inferior al de modelos privatizados. Además, la presencia estatal es crucial para el desarrollo de infraestructura, la prevención de abusos y la lucha contra la corrupción. Casos como Canadá y el Reino Unido ejemplifican cómo la inversión pública y la planificación pueden generar justicia social y buenos resultados sanitarios. Incluso países como Chile, a pesar de su modelo neoliberal, lograron mejores resultados que Perú debido a una mayor institucionalidad, burocracia profesional y una capacidad estatal para captar recursos y reinvertirlos.

En definitiva, la elección de un modelo implica una priorización de valores. Mientras el capitalismo extremo puede maximizar la acumulación de capital y la libertad individual para algunos, los modelos con Estado presente buscan un equilibrio entre el dinamismo económico y la garantía de derechos y bienestar para toda la población, demostrando que la intervención estatal es fundamental para reducir las brechas sociales, proteger a los más vulnerables y construir sociedades más equitativas y estables.

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La Ley de Entidades Financieras y la persistencia del dispositivo de dependencia estructural en la democracia Argentina

“La Ley de Entidades Financieras (Ley 21.526), ​​sancionada durante la dictadura cívico-militar el 14 de febrero de 1977, no fue una reforma aislada ni meramente técnica, sino una de las piezas estratégicas más importantes del dispositivo económico del terrorismo de Estado”.

Por Gustavo Matías Terzaga*

“Su supervivencia intacta desde el retorno democrático, a pesar de algunas modificaciones menores, es el síntoma más elocuente del déficit soberano de la democracia argentina post Malvinas, y de la persistencia de un modelo económico que sigue operando en beneficio de los sectores financieros y en detrimento del aparato productivo, el empleo y la soberanía nacional.

Esta Ley regula el sistema bancario argentino y su objetivo fue liberalizar y desregular el sector financiero, operando sobre Bancos Comerciales; Banco de Inversión; Bancos Hipotecarios; compañías financieras; sociedades de ahorro y préstamo para la vivienda u otros inmuebles; Cajas de crédito; pudiendo aplicarse también a personas y entidades públicas y privadas a criterio del Banco Central de la República Argentina en función del volumen de sus operaciones y razones de política monetaria y crediticia, habilitando, entre otras cosas, la fijación libre de tasas de interés, la entrada irrestricta de bancos privados y extranjeros y la eliminación de la banca especializada (comercial, hipotecaria, industrial).

Básicamente, funciona como el marco legal que prioriza la rentabilidad especulativa por sobre el crédito productivo, reduciendo el rol del Estado en la determinación de la política económica y permitiendo la concentración del sistema financiero en pocas manos, fomentando la fuga de capitales y el endeudamiento externo. Aún vigente y con todo vigor, es una de las bases estructurales del modelo de dependencia económica argentino.

Nuestra democracia condicionada por estructuras dictatoriales

La vigencia inalterada de esta Ley desde 1983 hasta hoy, es en términos políticos, un escándalo institucional no salvado, ya que fue diseñada para desarticular el rol estratégico del Estado en el sistema bancario y financiero, restringiendo su capacidad de planificación y supervisión sobre la economía nacional. Su subsistencia pone en evidencia una limitación estructural de la democracia argentina, ya que el poder financiero no sólo sobrevivió al colapso del régimen genocida que lo instituyó, sino que se consolidó como uno de los actores más influyentes del orden democrático sobreviniente.

Y aquí subyace una verdad incómoda: la dictadura militar fue derrotada políticamente, pero no económica ni culturalmente, por ello, el regreso de las instituciones republicanas no significó el desmantelamiento del modelo neoliberal impuesto por la fuerza y el terror, más bien, la democracia se instaló sobre el andamiaje económico de la dictadura y, en muchos aspectos, lo terminó legitimando.

 De la banca nacional a la valorización financiera permanente

Con la Ley 21.526, la Argentina dejó de tener un sistema bancario al servicio del desarrollo nacional y se pasó de un sistema de banca especializada con objetivos productivos claros y regulaciones públicas activas, a un sistema desregulado, concentrado, especulativo y extranjerizado. La ley institucionalizó la libertad de captación y colocación de fondos, lo que permitió que el capital financiero se ubicara por encima de cualquier prioridad económica al servicio de los intereses nacionales. En lugar de financiar la industria, la infraestructura o la innovación tecnológica, los bancos comenzaron a enriquecerse en base a la especulación con tasas usurarias, la bicicleta financiera y la fuga de capitales, sin asumir ningún riesgo productivo.

Esto dio paso a lo que se conoce como modelo de valorización financiera, que aún hoy estructura la economía argentina. Hablamos de un esquema en el que los beneficios no provienen de la producción sino del movimiento del capital, con un impacto regresivo en el entramado económico y social argentino, moviendo volúmenes inmensos de capital, sin generar ningún puesto de trabajo.

Concentración, exclusión y deterioro del tejido productivo

La desregulación financiera expulsó del sistema a miles PyMEs, dificultó el acceso al crédito, elevó el costo del dinero y profundizó la concentración de la riqueza y, en lugar de cumplir su función de intermediación entre el ahorro popular y la inversión productiva, los bancos se transformaron en meros operadores de renta financiera, trastocándose su rol histórico. Lógicamente, esta dinámica favoreció la extranjerización del sistema financiero y acentuó la desigualdad social, al favorecer a los grandes conglomerados financieros y las actividades especulativas por sobre las industrias nacionales, la producción y el trabajo. La ley fue, en definitiva, un instrumento eficaz para destruir el tejido social y productivo del país y, por lo tanto, una herramienta profundamente antinacional y antipopular, que sigue allí, vigente, intacta.

 Una democracia sin soberanía

La permanencia de esta Ley en democracia refleja una derrota cultural profunda, ya que la aceptación tácita del modelo financiero dictatorial por los gobiernos posteriores, incluso por aquellos de raigambre popular, nos muestra la incapacidad política de construir una hegemonía alternativa al servicio del bienestar popular. El modelo de democracia liberal formal, sin contenido económico soberano, fue naturalizado al punto de que ya ni siquiera se percibe que la ley fundamental del sistema financiero argentino proviene de una dictadura que anuló todos los derechos a puro secuestro, tortura, robo, muerte y desaparición.

Peor aún, hoy, la tecnocracia económica, los economistas argentinos que piensan en inglés, los medios canallas de comunicación y parte del sistema político han logrado instalar que discutir esta ley sería una forma de ‘atentar contra la seguridad jurídica’, ‘aislarnos del mundo’, ocultando que su verdadera función ha sido garantizar la impunidad estructural de los grandes bancos y de los intereses financieros extranjeros. En definitiva, para los fondos carroñeros de la usura financiera internacional, la Argentina es un cadáver donde rapiñar.

Democracia o dependencia, el dilema no resuelto

Como dijimos, la Ley de Entidades Financieras es mucho más que una normativa técnica, es, más bien, el esqueleto legal de una dictadura económica que sobrevive al régimen dictatorial que la parió, y cuya permanencia bloquea cualquier proyecto serio de desarrollo nacional autónomo. Su continuidad es la demostración más palpable de la democracia argentina, en muchos aspectos, ha sido una restauración formal, pero no una refundación soberana. Mientras esta ley permanezca vigente, la Argentina seguirá atrapada en una estructura financiera funcional a la especulación, la fuga y el endeudamiento externo, y no al crédito, la producción y el trabajo. Derogar o reemplazar esta ley no es solo una cuestión técnica, sino un imperativo político, económico y cultural si se quiere avanzar hacia un verdadero país soberano.

Mientras, la democracia sin soberanía económica es una ficción legal decorativa. La continuidad de esta ley expresa, con crudeza, ese vacío. Derogarla sería un acto patriótico para comenzar a llenar la democracia de contenido nacional real. En otras palabras, sería empezar a desarmar, en serio, la herencia estructural del 24 de marzo de 1976.

Miopía y falta de determinación

El error conceptual del campo nacional y popular, y del peronismo en su versión más conservadora o progresista, fue reducir deliberadamente la dictadura a su faz militar y represiva, omitiendo que el poder real del proceso de reorganización nacional estuvo en los grupos económicos, financieros y mediáticos que lo impulsaron, lo sostuvieron y se beneficiaron de su política. Al no denunciar ni desmontar ese entramado civil-empresarial, al no esclarecer al conjunto al respecto, se consolidó la impunidad estructural del poder económico que continúa dominando la escena democrática. Este déficit analítico debilitó la posibilidad de construcción de una alternativa soberana real, al no identificar con claridad al enemigo de fondo: la clase dominante en combinación con el imperialismo Occidental que utilizó el terrorismo de Estado como herramienta para imponer un modelo de dependencia para su beneficio.

Es cierto, cuestionar la Ley de Entidades Financieras implica confrontar directamente con el poder económico real: bancos, medios, organismos internacionales, pulpos financieros y sectores aliados con dominio de mucho poder económico. Evidentemente, los costos políticos serían altos: ruptura con el establishment, fuga de apoyos empresariales, presión mediática y financiera, y un constante riesgo de desestabilización. Por eso, nuestra dirigencia prefiere no tocar una de las columnas del modelo de nuestra dependencia, aunque eso implica seguir administrando una economía ajena al interés nacional”.

 *Presidente de la Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico ARTURO JAURETCHE de la Ciudad de Río Cuarto, Córdoba.

Fuentes Seguras. Hablando se entiende la gente

Se avecina un intercambio vital entre los presidentes de la Federación de Rusia y de los Estados Unidos. Los ejes pueden anotarse en base a la realidad visible. ¿Kiev admitirá los resultados de la reunión?

Por Gabriel Fernández *

Alaska fue vendida por Rusia a los Estados Unidos 158 años atrás por 7,2 millones de dólares. Según la información circulante más concreta ese será el lugar donde el presidente Vladimir Putin se reunirá con su par Donald Trump.

Ambos líderes arriban al encuentro con una coincidencia y varios asuntos complejos que intentarán resolver. El eje común es evitar una guerra nuclear; por estas horas es posible indicar que mientras el titular de la Federación de Rusia encabeza una nación galvanizada en torno a ese propósito, el presidente estadounidense debe lidiar, para imponerlo, con un esquema interno que promueve la conflagración sin cesar.

Cabe destacar, con precaución, que el panorama presente favorece a Moscú. De hecho, Kiev y la Unión Europea están escandalizados ante los anticipos de Steve Witkoff, sobre la posibilidad de que Ucrania ceda lo que queda de las regiones de Donetsk y Luhansk a cambio de un alto el fuego. Witkoff, delegado del rubicundo originalmente enviado para operar en Asia Occidental y ahora con habilitación para incluir la frontera euroasiática, no está desvariando.

En el Kremlin se impone la idea de hacer valer los avances alcanzados en tantos planos, pero también de evitar un ahogo impiadoso que dinamice a los globalistas de Occidente y les permita hacer saltar a Trump por los aires. Putin sabe, y lo ha deslizado con elegancia en las instancias posteriores a cada comunicación telefónica, que no encontrará en ese ex imperio una figura más proclive al diálogo que la del jefe de Estado republicano.

Es preciso analizar el sentido de la acción que encarna Witkoff. Rusia está a punto de dominar otras ciudades clave de Donetsk —Pokrovsk y Kostiantynivka— y de sitiar a las tropas ucronazis en las próximas semanas. Es probable que el debilitado gobierno del presidente Volodimir Zelensky entregue estos poblados para conservar efectivos.

El resto de Donetsk, las ciudades de Kramatorsk y Sloviansk, presenta una perspectiva mucho más clara aún. La Federación de Rusia considera probable el ingreso de tropas rusas sin necesidad de realizar combates. El rechazo planteado por Zelensky a ceder territorio complica los anhelos acuerdistas de Trump, quien comprende que su anverso no posee razones para retroceder.

Si el objetivo trascendente, luego de sortear la alocada idea de una conflagración en toda la línea, es un alto el fuego en la frontera, el mismo solo podrá concretarse accediendo a la realidad descripta por Putin, quien se sabe vencedor en toda la región. El líder multipolar ya señaló que un cese de la guerra solo será posible si se cumple el sentido profundo de la Operación Militar Especial: desnazificación, erradicación del funcionariado de Kiev, transformación de Ucrania en una zona desmilitarizada.

Todo el panorama evidencia que a los Estados Unidos orientados -como puede- por Trump les conviene efectuar acuerdos en base a la propuesta de Moscú, no a la espoleada por Kiev. Pero si lo hace será acusado por el atlantismo, los medios de comunicación, las agencias de Inteligencia y hasta por su base social todavía inorgánica, como antipatriota y cómplice de Putin. Paradojalmente, esas son las fuerzas que vienen desestructurando el gran Estado de la nación desde el control alcanzado por el Consenso de Washington. Dime de qué alardeas y te diré de qué rengueas.

El ejemplo más importante en ese sentido lo ofreció el asesor Yuri Ushakov. Como quien se expresa con naturalidad sobre un asunto tangencial, apuntó que Alaska es un excelente lugar para hablar de cooperación económica entre Washington y Moscú, e insinuó que se organizarán nuevas cumbres con esa finalidad. Por eso, en las horas más recientes, los agentes que filtran lineamientos en los espacios periodísticos hicieron publicar una idea fuerza destinada al trazo grueso: “Existe el riesgo de que veamos una cordialidad entre Trump y Putin que permita al presidente estadounidense tolerar reuniones técnicas entre sus funcionarios sobre el contenido y el momento de cualquier acuerdo de alto el fuego. Un plan sobre intercambios o apropiaciones de tierras que favorezca totalmente a Moscú”. 

Es indudable que el problema lo tiene Trump. Aunque nadie sabe qué sucederá -de otro modo no sería pertinente una reunión directa- es lógico razonar que a Putin le basta con sostener la postura esgrimida en febrero de 2022. Si el presidente norteamericano accede a un acuerdo beneficioso para reducir gastos militares y mejorar las condiciones destinadas a hacer grande su país otra vez, tendrá que lanzar un ultimátum sobre Kiev para que obedezca las disposiciones que se concreten en Alaska.

El horizonte está compuesto por el poder de fuego -en más de un sentido- que presenta cada uno. Desde la administración de Joseph Biden hasta el presente, los Estados Unidos han desplegado en compañía de los países centrales europeos, una batería de sanciones que no conmovieron el calce de los gorros de astracán, sino que impulsaron a la Federación a incrementar los vínculos con los BRICS + y consolidaron la relación con “el amigo más grande del mundo”. 

Vale preguntarse si la persistente y cruenta ofensiva de Israel sobre el pueblo palestino ocupará algún instante en la conversación. Los analistas internacionales, como acto reflejo, dirán que no. Pero este narrador desea introducir algunos datos, pues en las últimas semanas, China y Rusia han objetado el proceder de la potencia ocupante. ¿Porqué han hecho tal cosa si rara vez se adentraron en la candente cuestión? La extensión de las agresiones sobre Irán, nación BRIC y aliado fundamental de ambos en Asia occidental, cayó pesada y su razón de ser mostró diferencias netas en los proyectos estratégicos de cada protagonista.

Tanto Xi Jingpin como Putin vienen enviando integrantes de sus cancillerías a Washington para explicar que la insistencia del premier Benjamín Netanyahu en controlar la zona constituye una perspectiva desfavorable para ellos, pero también para los Estados Unidos que dirige -como puede, es preciso reiterar- Trump. Hay yacimientos valiosos en esas playas, iniciativas turísticas que están siendo probadas en Arabia Saudita; hay una zona de lanzamiento de la Franja y la Ruta sobre la cual el Dragón invirtió gran energía, y mal que le pese a los propagandistas, hay un Estado confiable controlado por estrategas con turbante que suelen cumplir su palabra. 

Vamos a lo que se dijo en público. Este viernes, Trump indicó que un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, mediado por los Estados Unidos, podría incluir un intercambio de territorios que «beneficie a ambos». «Hablamos de un territorio disputado durante tres años y medio, con la muerte de muchos rusos y ucranianos. Es complicado. Habrá intercambios de territorios para beneficio de ambos», afirmó.

El rubicundo adelantó que «se están acercando a un pacto de cese al fuego” porque todas las partes quieren poner fin al conflicto. «Europa quiere paz. Millones de personas han muerto», indicó ante preguntas de la prensa en la Casa Blanca durante la firma de un acuerdo de paz entre líderes de Armenia y Azerbaiyán. También mencionó el reciente envío de ayuda militar a Kiev a través de un acuerdo de compra de armas con la OTAN y añadió que «Zelensky necesita conseguir mucho, porque tendrá que prepararse para ceder algo».

El ucraniano no perdió el tiempo. Sobre el arranque de este fin de semana, instó a sus aliados a tomar medidas claras para poner fin a lo que denomina invasión de Moscú. “Se necesitan medidas claras, así como la máxima coordinación entre nosotros y nuestros socios. Valoramos la determinación del Reino Unido, Estados Unidos y todos nuestros socios para poner fin a la guerra”, declaró en una publicación en redes sociales. Además, precisó que discutió la situación diplomática en Ucrania con su homólogo francés, Emmanuel Macron.

Añadió que “Hablé con el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Agradezco el apoyo. Intercambiamos opiniones sobre la situación diplomática”, y alzó el tono advirtiendo que “es fundamental que los rusos no vuelvan a engañar a nadie”.

Zelensky cuestionó que se deje de lado a Kiev en el proceso de negociaciones para poner fin al conflicto. “Los ucranianos no regalarán sus tierras al ocupante”, enfatizó durante un discurso en el que afirmó que “la respuesta a la cuestión territorial ya está en la Constitución de Ucrania” y Kiev “no recompensará a Rusia” por haber iniciado la agresión contra su país. El cómico afirmó que está dispuesto a colaborar con Trump, así como con el resto de socios europeos, para lograr “una paz real y duradera que no se derrumbe por los deseos de Moscú”.

“El presidente Trump anunció los preparativos para su reunión con Putin en Alaska: muy lejos de esta guerra que se desata en nuestra tierra, contra nuestro pueblo, y que, de todos modos, no puede terminar sin nosotros, sin Ucrania”, argumentó. En este sentido, el mandatario insistió en que cualquier decisión sobre la guerra que se tome al margen de Kiev será “una decisión contra la paz” que “nace muerta”, puesto que es “inviable”.

Cuanto influirán en los contenidos de la conversación los intereses de las corporaciones financieras y armamentísticas. Que trascendencia se le brindará al apetecible espacio latinoamericano. Hasta qué punto el Reino Unido podrá seguir ordenando el andar de una franja interior estadounidense. Qué pretende en el Ártico cada jefe de Estado involucrado en la conversación. ¿Algún capítulo sobre nuevas tecnologías tendrá su lugar? Es de valor repasar el vínculo ruso norteamericano de los años recientes, y reflexionar.

Causa asombro la diferencia de percepción que evidencian los protagonistas. Al decir del poeta y pintor William Blake, Un tonto no ve el mismo árbol que un sabio. En el plano internacional, resultaría de valor nutrir a ciertos informantes con datos más contundentes. La imaginación es mucho, lector, pero no lo es todo.

El futuro está en juego.

Esta es una grata jornada para matear y pensar. ¿No?

*Area Periodística Radio Gráfica / Director La Señal Medios / Sindical Federal

¿Y si el final es de dónde partimos?

Por Omar Auton

“Dame la mano, contame tu suerte

De esta manera, quizás, no sea la muerte

 La que nos logre apagar el dolor”

 Una vez más recurro a letras de canciones, en este caso un tema de La Renga, que, de alguna manera, son una apretada síntesis de lo que, a nosotros, nos lleva hojas decir. Hasta ahora puse mi esfuerzo en tratar de plantear las cuestiones de nuestra historia reciente que, a mi criterio, son las que permitieron, facilitaron y amenazan con mantener en el tiempo, esta restauración oligárquica y colonial, que pretende poner fin, definitivamente, a más de dos siglos de luchas por constituir una nación soberana e independiente.

   Sin embargo, creo que no alcanza con tratar de “entender” los errores, pequeñas y grandes traiciones, defecciones y fracasos en los que hemos incurrido, sino tratar de salir del estado de nihilismo y resignación en que se encuentran gran parte de los intelectuales que se supone revistan en el campo nacional, cuando no muchos de los y las dirigentes que hoy deberían estar aportando a hallar un camino de reconstrucción del movimiento nacional.

   Los intelectuales, no todos, gastan horas en “papers”, jornadas y congresos, tratando de encontrarle el “agujero al mate” como decía Jauretche, advierten desde las tradicionales tendencias claudicantes de los sectores medios argentinos, que, al final, explican sus propias contradicciones y confusión, a buscar en la literatura extranjera la explicación a todos nuestros males, en general con la frase “No es un problema argentino, es un fenómeno global” o “La aparición y el auge de las nuevas derechas, incluso las más extremas, es una consecuencia del derrumbe de un modelo de capitalismo” y ahí vienen las frases de Gramsci u otros filósofos, que les permiten cerrar sus discursos sin decir nada sobre nuestra historia reciente.

   Dentro de poco habrá elecciones en Bolivia, de llegar a ganar los sectores conservadores vamos a empezar a oír “Y es consecuencia del retroceso ideológico del pueblo boliviano” y silencio absoluto sobre la feroz interna entre Evo Morales y el presidente Arce, incluso con tiroteos y emboscadas, que llevaron a la división del MAS y a la parálisis del gobierno y por ende la falta de avances y profundización en el proceso revolucionario, cuando no a graves retrocesos en el mismo. Evitando así hacer críticas a dirigentes de los cuales comieron durante años con libros, seminarios, etc. y exhibieron como los continuadores históricos de las grandes gestas americanas.

   Este no es un fenómeno nuevo en nuestro continente, durante décadas la antes llamada “izquierda”, hoy ante el desprestigio de la palabra y la prudente atenuación de sus propuestas, se proclama “progresismo”, ha venido no encontrándole la vuelta a los procesos políticos vernáculos, no estuvieron con Rosas, menos con los caudillos, (ambos una expresión de la “Barbarie”), estuvieron con Yrigoyen y luego lo abandonaron haciéndose “antipersonalistas” o, cuando no, pasándose a las filas de la reacción, fueron antiperonistas y hasta golpistas, desde la recuperación de la democracia denostadores del Perón “viejo y senil o traidor” en su tercer gobierno, según ellos.

   Pero es un fenómeno americano, estuvieron contra el MNR en su mejor momento, contra Ovando y Torres luego, justificaron el atraso de su patria en las “debilidades raciales” (Arguedas) igual que aquí Justo y Repetto, abandonaron a Chávez en Venezuela y a Getulio Vargas en Brasil, etc.

   Y me detengo en esto porque desde 1983 hemos asistido a un cambio de piel en el peronismo, tanto con Menem como, muy especialmente, desde 2003 fue justificado en que ya no podían ser los trabajadores la columna vertebral del peronismo dado que los cambios en los modos de producción habían, primero desplazado la demanda laboral a los servicios, reduciendo a caballito de la “Tercera Ola” o tercera revolución industrial. la cantidad de trabajadores empleados en la industria manufacturera. En una alianza ¿virtuosa?, Las fuerzas conservadoras trataban de aniquilar cualquier intento de desarrollo de un modelo industrial local, explicándolo como un fenómeno global indetenible al que, por supuesto, había que incorporarse, y los intelectuales progresistas escribían libros diciendo lo mismo y llamando la atención a que había que repensar todo, ya que no era posible pensar algo diferente y mucho menos que tuviera como fuerza motriz a los trabajadores organizados.

   Desde la recuperación de la democracia, el desdén de la dirigencia peronista por los sindicatos se justificó en que “No eran verdaderamente representativos, eran burócratas atornillados a sus sillones, millonarios y traidores” y buscaron dirigentes “nuevos”, más al gusto de los sectores políticos en los sindicatos estatales, docentes, universitarios, bancarios, que no sólo eran de los servicios sino blancos, mejor vestidos o con un discurso más “progre”, pero cuando se rascaba un poco en la fachada decían, “si el peronismo no logra hacer pie en los sectores medios, los profesionales etc, no tiene destino, la industria va a desaparecer, es un hecho y con ella los sindicatos y trabajadores de ese sector”.

    O sea, resumiendo, el modelo oligárquico, de economía primarizada sin industria, más allá de alguna actividad complementaria, y servicios agregados a la actividad extractiva, (bancos, compañías de importación y exportación, las finanzas, educación en sus tres niveles, inmobiliaria, turismo, transportes, etc), había triunfado, no se puede hacer nada, hay que olvidarse de las viejas banderas, adecuarse a los tiempos, ser una oferta electoral que acompañe el proceso pero con más sensibilidad social, tratar de capturar algo de la renta (minera, agropecuaria, petrolera y gas) para sostener a los miles que iban siendo descartados, que pasaban a engrosar las listas de los planes sociales ya que era un fenómeno “que había llegado para quedarse” un “daño colateral” del nuevo sistema global.

   La aceptación de la derrota, la claudicación, dejaba afuera del programa político a los trabajadores industriales, por ende para qué poner dirigentes sindicales en las candidaturas o cargos si son parte del pasado y además alejan los votos de las clases medias, o sea lo más grave, la confesión de la traición, era que se abandonaba definitivamente el Modelo Argentino, el Proyecto Nacional, la idea de una Argentina industrial y agropecuaria, integrada a América y al mundo a partir de su propio modelo de desarrollo y de sus intereses nacionales para convertirse en la cara sensible, socialdemócrata del modelo oligárquico y colonial.

   Esto era una traición, pero además una falacia, la producción industrial nacional dejaba de existir, no por un fenómeno mundial, sino para que su producción fuera reemplazada por manufacturas importadas, o sea que dejábamos de ser industriales para fortalecer la actividad industrial de otros, zapatos de Brasil, herramientas de China, ropa de Corea o Indonesia, hasta los platos de cocina o los cubiertos y cuchillos o vasos que usamos son fabricados fuera. O sea, no es que se dejaron de fabricar, nosotros dejamos de hacerlo para comprarlos fuera, pasó con Martínez de Hoz, con Cavallo, con Caputo (antes y ahora) y si bien, a partir de un tipo de cambio más caro mejoró con los gobiernos “peronistas”, no hubo un plan serio, sistemático y sólido para, aunque mas no sea mantener y mejorar la capacidad instalada sobreviviente.

   Cierta es la tradicional cobardía y tendencias claudicantes de nuestra “Burguesía nacional”, pero tampoco podemos negar que no hubo un proyecto sostenido en el tiempo desde la política como para exigirles a nuestros empresarios otro comportamientos, cuando uno habla con ellos van a responder “Y que quieren, si acá te cambian las reglas del juego cada seis meses y a veces menos, aún con el mismo gobierno, basta que cambie un secretario o subsecretario para que cambie todo” eso también es cierto.

    Perón tuvo la inteligencia de advertir, en 1943 la realidad de un nuevo emergente social, un nuevo protagonista, era la clase trabajadoras organizada, a partir de la industrialización iniciada a mediados de los años 30 y acelerada con la segunda guerra, así como también, la aparición de una gran cantidad de establecimientos manufactureros donde trabajaban esos nuevos operarios, existía, asimismo,  una coyuntura internacional que iba a permitir por varios años la atenuación de las presiones de las potencias dominantes a raíz, primero de la II Guerra Mundial y luego de la devastación que iba a prolongar sus efectos en la posguerra, pero no se quedó cruzado de brazos confiando en que las “fuerzas del mercado” potenciaran esas oportunidades, ni tampoco fue “estatista”, ni enemigo del campo o las inversiones extranjeras, basta leer los dos Planes Quinquenales, las políticas de fomento agropecuario o los intentos de explotación petrolera con participación de capital extranjero, o el Plan Trienal de 1973, buscó armonizar esos intereses y necesidades con un proyecto de país y lo llevó adelante, tanto que con todo lo que ha ocurrido aún sobrevive en muchos aspectos.

   Se trata de estudiar nuestras potencialidades, las que ya están y las que se puedan desarrollar, nuestras fortalezas, los mercados posibles para comerciar y para desarrollar, por ejemplo el Mercosur y los BRICS, planificar, llegar a acuerdos con las cámaras empresarias y los sindicatos del sector, poner a los organismos de ciencia y tecnología a trabajar dando prioridad absoluta a las necesidades de ese plan, sin ampulosidades ni pretender solamente “sustituir importaciones”, nada que no hayan hecho los países que desarrollaron un sector industrial y a los que hoy les compramos sus manufacturas.

   El mundo afronta hoy una feroz lucha de intereses, por un lado el modelo del “tecnofeudalismo” está fuertemente cuestionado, los nuevos nacionalismos europeos no son la expresión imperialista del desarrollo de sus fuerzas productivas como en 1914 o 1939, son la expresión de la pauperización de sus clases trabajadoras y los modelos de seguridad social ante la desindustrialización de los años precedentes, de la “aculturación” de sus connacionales ante el auge de modelos que han sido el correlato del modelo financiero global de la defensa de sus costumbres, modelos de familia y credos, ante el avance de la “aldea global” que no es otra cosa que defender su propia cultura, su identidad, no son anti globales, totalmente, pero pretenden una globalización del poliedro, como tan bien la definiera el Papa Francisco, que es, en realidad, la “universalización” que respeta esas identidades y las incorpora sin pretender eliminarlas, frente al modelo de la esfera, lisa, sin matices, ni rugosidades, que reemplaza todo eso por una tecnocracia transhumanista, que insectifica al ser humano. 

   Por ello hay que tener mucho cuidado y tomar distancia tanto del progresismo que sostiene que Milei es lo mismo que Trump, que Meloni u Orban, que denuncia a Irán, China o Rusia por ser conservadores y no adecuarse a los “modelos occidentales” de liberación sexual, familiar o cultural, como de los “nacionalistas” que afirman que “Trump es peronista”, todo ello no es más que la haraganería y el oportunismo intelectual o político de quienes a partir de esas frases altisonantes o que parecen “profundas”, aquí me permito recordar aquella maravillosa definición de María Elena Walsh “No es lo mismo ser profundo, que haberse venido abajo”, simplifican todo análisis serio, el estudio real y profundo de la realidad nacional y mundial que es compleja, cambiante, con numerosos nodos y polos y por ende no apta para la superficialidad, banalidad y oportunismo de los medios de comunicación digitales o analógicos.

   Perón nos enseñó hace décadas que el mundo avanzaba hacia el continentalismo y de ahí al universalismo, de la necesidad de fortalecer un modelo argentino, porque iba a ser inevitable ingresar a esos procesos, pero teníamos que hacerlo según nuestra cultura, nuestra forma de vivir y nuestros intereses, ni mejores ni peores que los de los demás países, solamente distintos, no excluyentes ni forzosamente incompatibles, pero teníamos que ser capaces de trabajar muy seriamente en ello. Enfrente teníamos a los intereses de las minorías locales dominantes, que eran el verdadero rostro del atraso y ahistóricos, prueba de ello que solo imaginan un regreso a la arcadia de una Argentina pastoril que nunca existió, pero que son por naturaleza cipayos y prestos a convertirse en instrumento de los intereses de las grandes potencias coloniales para mantener y profundizar la dependencia, incluso al costo de la balcanización de la patria y condenar al hambre y a la exclusión al 70% de los argentinos.

   Sin embargo, no podemos caer en la depresión inmovilizante, hay una historia que hay que traer el presente, vamos a hablar un poco de eso.

Argentina y China, comparaciones arbitrarias.-

En el año 1949, Argentina llevaba tres años de Juan Domingo Perón en el gobierno, hacía dos años que se había lanzado el primer Plan Quinquenal, se habían nacionalizado los ferrocarriles, se avanzaba a la reforma constitucional que establecería los derechos del trabajador, en el Congreso de Filosofía de Mendoza, Perón adelantaba la línea de pensamiento en que abrevaba su gobierno, existían las vacaciones pagas y el aguinaldo, crecía la industria y en 1947 se había declarado la Independencia Económica Argentina.

   En ese mismo año, Mao Zedong a la Cabeza del Ejército Popular, derrotaba a Chang kai Shek y se anunciaba la creación de la República Popular China, luego de una larguísima lucha comenzada por Sun Yat Sen a comienzos del siglo y de derrotar a los japoneses al costo de millones de vidas y luego al Kuomintang o Partido Nacionalista, apoyado por Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos. China era un país devastado, con grandes hambrunas, sin industria y con un latifundio agrícola que alcanzaba al 80% de la propiedad rural.

   No hace falta que me explaye sobre la situación actual de ambos países, pero es válido señalar algunas cuestiones:

 1) China exhibe 76 años de continuidad política, donde primero terminó con el latifundio, pero no con una reforma agraria que creara una clase media o alta propietaria sino con la colectivización, a diferencia de Rusia no expropió a pequeños y medianos productores que trabajaban para el autoconsumo sino a una oligarquía latifundista, con el apoyo de los campesinos, propiedad estatal que se conserva a la fecha.

2) Desde un primer momento se propuso el desarrollo industrial propio y fue superando etapas, corrigiendo errores, haciendo cambios que consideró necesario hasta llegar a su realidad actual.

3) Su modelo político es el Socialismo con Características Chinas, que representa “El sueño de una Nación entera, además de el del individuo, ya que sólo la prosperidad del país posibilita que la sociedad en su conjunto prospere, lo cual genera las condiciones para la prosperidad particular de cada individuo”. Es decir sin copiar a nadie ni permitir que las potencias colonialistas la desvíen de su camino, o haya restauraciones de las fuerzas del atraso. Perón nos decía “Nadie puede prosperar en una comunidad que no lo hace”, todo parecido no es casualidad.

4) Sus gobiernos nunca han intentado arrojar el pasado a la basura, Xi Jinping a poco de asumir en una exhibición denominada “El camino a la renovación” aprovechó la ocasión para resaltar “la continuidad inquebrantable de la historia China, desde Mao a los antiguos poetas chinos y tender un puente entre la China socialista y la imperial. Hasta se ha recuperado a Confucio que había sido fuertemente cuestionado durante décadas.

5) Ante los cambios producidos por la revolución tecnológica se ha fijado como objetivos: a) La sofisticación de la matriz productiva con una orientación hacia el desarrollo de las tecnologías de punta, b) Recuperación de su status mundial como un miembro protagónico y central de la comunidad internacional y 3) Un salto cualitativo en el desarrollo humano, los consensos ciudadanos y la eliminación de la pobreza.

   El peronismo ha sido y aún es, más allá de los intentos de cambiar su identidad, la creación de un modelo político, económico y social que expresa nuestra historia y nuestra identidad, si hubo errores o saltos cualitativos en las estrategias de producción, crecimiento y empleo deberían haber sido corregidas dentro de nuestra doctrina, como lo hizo Perón en 1952 e intentaba hacerlo en 1973, a partir de su enseñanza que la doctrina no era algo cerrado y congelado sino algo que debía adaptarse permanentemente al cambio de los tiempos.

   Cierto es que nunca se logró terminar con las fuerzas de la reacción, por ello ante cada crisis o dificultad han estado agazapados para derrocarnos e intentar volver atrás en la historia, no es un fatalismo, un sino particular que nos lleva hacia adelante y hacia atrás, a poner en marcha transformaciones y luego volver a caer en reacciones oligárquicas y antinacionales. 

   Por favor, que la conclusión no sea “Hay que hacer lo mismo que China”, ellos hicieron lo que había que hacer de acuerdo con la historia, la cultura y las características de China, lo que sí creo, es que los Argentinos hemos sabido construir un modelo de las mismas características, por las razones que he abundado en mis libros y artículos hemos perdido el rumbo, se trata de recuperar la memoria y reiniciarnos desde nuestros orígenes, de repensar si no es cierto “que el final es donde partimos”.

   La realidad nos muestra de las maneras más brutales posibles que desde las grandes potencias (Gran Bretaña, Alemania, Francia, EE.UU) hasta los países hoy con peso a nivel mundial (Brasil, China, India, Rusia) lo han hecho a partir de su identidad nacional, el nacionalismo es la gran herramienta para la independencia, y en los países coloniales y semicoloniales como el nuestro es fundante de cualquier proyecto, el nacionalismo popular, no el falso nacionalismo de las élites económicas cipayas que han usado esa palabra en contra de los intereses populares, democrático, en una democracia social, no el mero democratismo formal sin proyecto ni doctrina que nos condujo al precipicio.

   Todos estos elementos son constitutivos del peronismo, a veces volver atrás, al comienzo, es retomar fuerzas para ir hacia adelante con todas las fuerzas y esperanzas, de nosotros depende.

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