Construir una auténtica democracia

Por Omar Auton

Hace siglos Aristóteles nos legó un esquema de seis formas de gobierno o en realidad de tres y sus deformaciones, las tres formas positivas eran la Monarquía, la Aristocracia y la Politeia y sus desviaciones eran la Tiranía, la Oligarquía y la Democracia, cabe agregar que la Politeia que significa el espacio de lo público, donde converge el Estado y los ciudadanos, constituía una sociedad participativa, por oposición al gobierno de un sólo individuo o de un grupo de ellos que eran las otras dos formas “buenas”, por eso cuando avanza en sus deformaciones incluye la Oligarquía que es cuando el poder se encuentra en manos de un grupo minoritario y la Democracia, en la medida que la entendía como una inclusión tan amplia que podía conducir a la anarquía.

   Dos aspectos quiero señalar: en primer lugar que hoy en día cuando uno usa el concepto de “Oligarquía” suele ser tildado, por ignorantes o superficiales, como “anticuado”. En realidad es muy antigua la definición pero es absolutamente actual si nos estamos refiriendo a que gobierna una minoría ya sea por su fortuna, pertenencia de clase o grupo de familias, característica muy difundida aún dentro de naciones que tienen una organización política republicana en lo formal.

   El segundo aspecto es que mas allá del debate acerca de si la verdadera Democracia es lo que el filósofo definía como “Politeia” y que hay que considerar que esta última estaba limitada a los “ciudadanos”, concepto que excluía a las mujeres, extranjeros o esclavos, por lo que trasladado a la actualidad, Democracia sería el espacio público, de participación del ciudadano en el gobierno y el concepto de ciudadanía es amplio y no restringido.

   Ahora bien, si la Democracia es la forma de gobierno donde el poder reside en el conjunto de los habitantes de un país surge otra pregunta, ¿Quién ejerce ese poder?, si coincidimos que la ciudadanía expresa ese poder “eligiendo” a quienes la representan, deberíamos aceptar que ese mandato es restringido, o sea es para hacer “ciertas cosas” y hacerlas de “determinada manera” o sea que el gobernante no podría hacer lo que se le antoja ni violar el mandato recibido haciendo algo diferente. Es natural y comprensible la delegación del ejercicio del poder en un grupo de hombres y mujeres en sociedades de masas, multitudinarias, donde resulta impracticable la participación directa en el ágora, o espacio público de las ciudades-estado griegas, pero ¿cuáles son los límites y como ejercen los ciudadanos su capacidad de controlar e incluso de revocar ese mandato otorgado?

   Toda esta introducción pretende llegar a otra pregunta, ¿vivimos realmente en democracia? o, dicho de otra manera, ¿la Democracia como forma de gobierno está agotada o en crisis?

   Si aceptamos que vivimos tiempos donde la separación entre el conjunto del pueblo y sus supuestos representantes se agranda día a día, que el contrato electoral entre los ciudadanos y la dirigencia es violado, olvidado y desvalorizado permanentemente surgen dos preguntas: ¿los pueblos no saben elegir? y ¿es necesario recuperar el control e inclusive la posibilidad de revocar el mandato otorgado?

   En general, las oligarquías y los sectores disciplinados a los valores culturales y hasta las modas que estas elites imponen, por el prestigio del poder económico, social y/o mediático, sostienen que es necesario “volver al voto calificado” o sea privar del voto a las clases bajas, que no tengan cierto nivel educativo o una renta anual determinada (recordar que la sacrosanta Constitución de 1853, establecía limitaciones de este tipo para los cargos electivos) o incluso eliminar la obligatoriedad del sufragio. Por caso en la principal (por ahora) potencia mundial y que se arroga ser la abanderada de la democracia, los EE.UU, los representantes, gobernadores y presidentes suelen ser elegidos en comicios donde vota menos de la mitad de la población, ¿puede hablarse de Democracia representativa donde los gobernantes son elegidos por el 25% de la población? (Gana el que obtiene el 51% de los votos del 50% de la población que vota).

   La idea del “voto calificado” se cae a pedazos en cuanto uno se pregunta, ¿quién es el que “califica” quién puede votar?, las respuestas que se obtienen en todos los casos buscan depositar ese poder en quienes comparten la pertenencia a determinado sector de la sociedad, sea que los reúna la riqueza, el poder, la estirpe o el nivel educativo.

   Quizás el problema pasa por como respondamos a la segunda opción. En general, siguiendo a Aristóteles y a la inmensa mayoría de los antropólogos, arqueólogos, etnólogos, etc. la especie humana es “social” ha vivido comunitariamente desde el comienzo de sus días y se ha ido dando, con el paso de los siglos, distintas formas de organización a fin de mantener y mejorar esa vida en común, más allá de lo que diga la escuela austríaca (Hayek), la de Chicago (Fridman) Murray Rothbard y sus epígonos posteriores, los serios o los incalificables como quienes nosotros conocemos y padecemos.

   Por lo tanto Hobbes, Locke, Rousseau y todos los enciclopedistas, analizaron cuales deberían ser las formas de organización de la comunidad y los métodos a aplicar para procesar los conflictos entre los individuos evitando que se rompiera esa vocación de pertenencia, y aunque parezca increíble, seguimos discutiendo lo mismo.

  Los “anarcocapitalistas y los neoliberales extremos proponen lisa y llanamente la eliminación

del Estado o su reducción a la mínima expresión, sin embargo, en la medida que reconocen las asimetrías de poder y de riqueza, lo que, en realidad, proponen es un modelo oligárquico, en términos de Aristóteles, un gobierno de minorías y con el resto de la población sometido a la voluntad de este grupo, clase, familia o como se llame.

   El marxismo también intentó algo parecido, en la medida que proponía la destrucción de la sociedad capitalista, sin embargo no del Estado, del que se proponían apoderar para que la vanguardia reunida en el partido revolucionario, eliminara la propiedad burguesa y pusiera en marcha la “democracia proletaria”, esto, además de convertirse en tiranías, con miles de presos, asesinados, deportados o exiliados, significó la aparición de una nueva clase social, la de la burocracia partidaria enquistada en todo el Estado, rica, con todas las comodidades y el pueblo siguió igual que antes. En Rusia, la nueva “burguesía” surge de los exfuncionarios del partido Comunista, que manejaban las empresas y áreas estatales y que con la caída de la URSS, pasaron de “funcionarios comunistas” a empresarios prósperos.

   Pero, entonces, ¿Es posible construir una democracia, participativa y moderna que supere las alternativas expuestas?

   Me adelanto a decir que sí, que no sólo es posible sino que resulta vital lograrlo si no queremos terminar como en las películas de zombies con una minoría encerrada en sus fortalezas y las mayorías vagando, desarrapadas y hambrientas por todo el territorio.

   Y estoy hablando precisamente de nuestra patria, porque tenemos los antecedentes y experiencias que nos muestren el camino hacia ello. El Peronismo, desde sus orígenes, marcó claramente la existencia de una filosofía humanista, de un capital axiológico nacido en el cristianismo, retomó el pensamiento greco latino como identidad y convocó a recorrer un camino diferente, llamado “tercerismo” para asumir su diferencia con los modelos antes descriptos. Ese camino pone al Hombre (como especie, varón y mujer) como centro, el individuo es el eje, pero no el individuo en términos hobbesianos, sino el individuo en comunidad, porque rechaza la imagen del Hombre como “lobo del Hombre”, y retoma la imagen del ser solidario y consciente que no tiene destino posible sino en el conjunto de sus congéneres.

   El concepto “comunitario” deriva incluso de las formas de organización de los pueblos precolombinos como Mayas e Incas, de los pueblos agrarios europeos, que traen esa concepción cuando migran y llegan a nuestras tierras tanto en la “pampa gringa” como en los centros urbanos, de ellos devienen las mutuales alemanas, españolas (a veces por su procedencia, gallegos, asturianos, etc.) italianas, inglesas, galesas y hasta africanas, ya que teníamos sociedades de Cabo Verde o Mozambique, muchas de las que evolucionaron a hospitales (Israelita, Alemán, Italiano, Británico).

Cuando comienzan las migraciones internas, los provincianos se instalaban, generalmente, en zonas donde ya vivían otros comprovincianos y estos los ayudaban con el terreno, a levantar la casa y hasta a conseguir trabajo en el acelerado proceso industrial iniciado partir de fines de los años 30.

   Para el peronismo el Estado debería constituirse como la organización por excelencia destinada a la realización plena de la vida individual y colectiva, garantizando el acceso de sus miembros al bien común. El Iusfilósofo inspirador de la reforma constitucional de 1949, Arturo Sampay nos dice “ El hombre tiene-es el cristianismo quién trajo la buena nueva- un fin último que cumplir, y no adscribe su vida al Estado, donde como zoon polítikon logra únicamente su bien temporal, si no es conservando la libertad para llenar las exigencias esenciales de esa finalidad, que el Estado resguarda y hace efectiva, promoviendo el bien común en el orden justo.”(1).

   Fracasado el marxismo y ante la exacerbación de un individualismo feroz, consumista y basado en el más absoluto egoísmo, que también va a fracasar, dejando como secuela iguales consecuencias de miseria, pobreza, tiranía, exclusión y muertes, es imprescindible recuperar nuestro camino hacia la construcción de una democracia, comunitaria, basada en nuestra cultura y experiencia histórica, muy parecidas a toda Latinoamérica, en la justicia social y en la armonía social.

   La constitución de 1949 avanzaba en ese sentido, la restauración oligárquica de 1955, obturó el camino y pretendió volver al pasado, igual que Milei y su corte de los milagros esotérica y fanática hoy, ignorando que eso es imposible, lo propio ocurrió a partir del 24 de marzo de 1976, cada vez con mayor dosis de violencia y represión, lo cual resulta lógico en la medida que se pretende acostar a la historia en el lecho de Procusto de la factoría dependiente.

   Los interregnos de Menem y De la Rúa, buscaron lo mismo, las FF.AA habían desaparecido como guardia pretoriana de la oligarquía, llegaba la hora de intentarlo mediante las “formas” de la democracia, sin alterar el statu quo dependiente y eso culminó en diciembre del 2001, con muertos, heridos y una crisis que siguió arrojando argentinos a la exclusión y la miseria.

   Los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, no produjeron ningún avance en esto, la sanción de la ley de creación de las PASO fue otro ladrillo en la pared del deterioro del sistema político.

   El camino es, indudablemente, reconstruir un pensamiento auténticamente nacional y situado, que recupere la doctrina peronista y actualice el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional que nos legara Juan Domingo Perón en 1974. Él nos habló de ir hacia una Democracia Social, “Social, por su naturaleza, por su desenvolvimiento y por sus objetivos; libre de preconcepciones dogmáticas y de extremismos. Social, en fin, en un sentido intrínsecamente cristiano”.

   Pero además avanza en lo que llama “datos para la programación institucional” y propone:

-Se concibe al país como un verdadero sistema. En el mismo, el campo institucional estructura el marco y establece las reglas del juego fundamentales de tal sistema en términos jurídicos.

-Se pide al sistema eficiencia social mínima. Para ello la planificación es un instrumento y el gobierno con planificación un método de gobierno.

-El sistema debe funcionar con participación de todos los entes representativos de la comunidad.

-La participación dentro de nuestra democracia social deberá funcionar de una manera real y efectiva. El ciudadano se expresa como tal a través de los partidos políticos, pero también se expresa a través de su condición de trabajador, intelectual, empresario, militar, sacerdote, etc. Como tal tiene que organizarse para participar en otro tipo de recinto, como puede ser el Consejo para el Proyecto Nacional.

-La Democracia Social que deseamos no se funda esencialmente en la figura de caudillos, sino en un estado de representatividad permanente de las masas populares.

   He transcripto esta mínima parte del testamento político de Perón, para que sea simple comprender que el fracaso de la democracia recuperada “en lo formal” en 1983 radica, precisamente en la “cancelación” del proyecto peronista y no como se sostiene, por parte de sus enemigos, de su realización.

   No nos extraña que la oligarquía hoy expresada en el poder financiero, los gerentes locales de las transnacionales, el empresariado globalizado expresado en AEA, su prensa canalla, su aparato cultural y sus partidos políticos, quieran borrar este proyecto nacional. Pero el éxito que han tenido solo es explicable por la complicidad de una dirigencia peronista que en su discurso y acción, mayoritariamente, sólo buscó acomodarse a esta Argentina para pocos y hoy vemos a muchos como prósperos empresarios petroleros o de la energía, asesores de los gobiernos de Macri y Milei, llegando al paroxismo de la aparición de la familia entera de Menem ocupando cargos con Milei o un ex vicepresidente, gobernador de la provincia de Buenos Aires, embajador en Brasil y auto candidateado a presidente en las recientes internas de UxP, asumiendo como funcionario de Milei y ofreciéndose, por ejemplo a pulverizar los clubes de barrio a través de la conversión en sociedades anónimas, no son traiciones individuales, más allá de lo que pensemos de esas figuras, no son más que las ratas que han huido de un barco encallado y a punto de hundirse definitivamente por una dirigencia que lo condujo estos 40 años.

   Ahora bien, en una comunidad organizada, aún con un proyecto de país compartido, siempre van a existir diferentes opiniones e intereses, por ello son necesarios los partidos políticos, fuerzas organizadas en base a programas de acción que expresen las opiniones y propuestas de una parte (por eso “partido”) de la comunidad. Como los tiempos cambian encontraremos partidos que representan expresiones históricas de esa asociación humana y otros que expresan nuevos desafíos o propuestas, debe haber un cuerpo legal que regule su accionar asegurando su democracia interna, su funcionamiento orgánico.

   Nada de esto ocurre hoy, las elecciones internas son amañadas o no existen, los locales partidarios permanecen cerrados durante la mayor parte del año, no hay formación de cuadros.

No existen las plataformas de gobierno, nadie sabe de dónde salen los fondos para campañas y acciones o actividades habituales y mucho menos, salvo por trascendidos, donde viven y de que viven sus dirigentes. Hoy día, en primer lugar por la “mediocracia” (la política definida a través de los grandes medios de prensa) o la “infocracia” (la política definida a través de las apps y redes) el pueblo no delibera ni gobierna, es más ni siquiera es escuchado o siente que algún dirigente le habla.

   Los deportistas, “influencers”, empresarios, hoy olcupan las candidaturas dado que por su presencia en multimedios o redes suele ser “conocido”, no es necesario “instalarlo” en la consideración pública. Aquí se expresa la podredumbre de la democracia partidocrática, los auténticos líderes o conductores no necesitan ser “Instalados” a través de los medios, nacen, provienen del pueblo profundo, lo conocen y lo representan, seguramente hoy existen, pero el sistema se encarga que su voz no llegue a los medios masivos.

   La Democracia Representativa ha cedido su lugar a la Democracia Delegativa, los candidatos son votados y una vez electos pueden hacer todo lo contrario de lo prometido en campaña, cambiar de partido, abandonar sus propuestas de gobierno en aras de un “pragmatismo” desvergonzado, los partidos son una maquinaria de generar empleos, de concejal a intendente, de ahí a diputado o senador provincial, de ahí a diputado o senador nacional, si la suerte acompaña se puede llegar a ministro, secretario, subsecretario o director (nacional, provincial o municipal), alrededor pululan, asesores, empleados, etc.

   En el 2015, la elección parecía polarizarse entre el Frente para la Victoria y el PRO, la UCR advirtió que eso lo dejaba afuera de todas las posibilidades mencionadas y corrió a ofrecerse a Macri como aliados, aunque para ello tuvieran que traicionar el mandato de su último líder, Raúl Alfonsín; sin por ello ocultar sus retratos o dejar de mencionarlo en sus discursos. Hoy muchos “peronistas” lideran partidos provinciales, vecinales o bloques federales por las mismas razones. Es tal la decadencia que como la ley exige que para armar una alianza o frente electoral deben formar parte partidos con personería, algunos “vivillos” han inscripto a su nombre partidos que ya no existen en la realidad, pero que “legalmente” aún conservan la personería y la venden al mejor postor en cada elección. Incluso como son los que pueden cobrar los fondos estatales para las campañas electorales o imprimir boletas, ha habido dirigentes ingenuos que fueron “mejicaneados” por sus “socios”.

   Si queremos reencontrar el camino de una democracia de verdad, que nos permita recuperar la esperanza y la confianza en un futuro mejor es necesario reconstruir la representación política y si bien esa es una tarea nuestra, de los militantes y activistas de cada fuerza política, me atrevo a señalar decisiones políticas conducentes a eso, a riesgo de generar la ira y la cancelación de gran parte de mis conocidos y quizás de algún amigo.

   Los puntos que quiero proponer para el debate son:

 

1) Dar de baja todos los padrones (inflados y “truchos” en gran parte) y disponer una necesidad de reafiliación fiscalizada por la justicia electoral, estableciendo porcentajes actualizados para tener personería política distrital, provincial y nacional.

2) Dar de baja las personerías de todas aquellas fuerzas políticas que en las dos últimas PASO no hayan superado los mínimos exigidos para presentarse en elecciones generales, tanto los frentes y alianzas como los partidos que los conformaron.

3)Derogar la ley de PASO

4) Una nueva ley de partidos políticos que establezca:

a) Obligatoriedad de elecciones internas, por voto directo, secreto y obligatorio de sus afiliados para cargos partidarios y electivos a nivel nacional, provincial y municipal, elección por sistema D’hont.

b) Incompatibilidad de cargos partidarios y cargos ejecutivos de gobierno.

c) Obligatoriedad de presentación de plataformas de gobierno en cada elección.

d) Revocación de los cargos en caso de incumplimiento de los compromisos electorales.

e) Prohibición de recibir fondos de entidades privadas nacionales e internacionales. En los casos de aportes a campañas electorales deben ser a través de cuentas bancarias en bancos oficiales y con identificación de los aportantes, esto queda prohibido para elecciones internas.

 

   Para el Partido Justicialista, como peronista y afiliado considero que debe volverse a la integración por ramas, Política, Mujer, Sindical, Profesionales y Técnicos, con una integración mínima de un 30% de menores de 35 años en cada una de ellas.

 

 

(1)” Una Constitución para la patria libre, justa y soberana” Arturo Sampay, pág. 91 y sigs.

Homenaje a Roberto Repetto

En la noche del 22 de Marzo de 1978 fue sustraído por la fuerza de su casa en el barrio de Caballito de la Ciudad de Buenos Aires por un grupo de tareas, transformándose desde ese día en uno más de los 30.000 desaparecidos por el terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico militar que gobernó en nuestro país desde 1976 a 1983.

Roberto era dirigente de nuestra querida Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), representante de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales y miembro de la Juventud Peronista.

Este 22 de Marzo se cumplieron 44 años de la desaparición física de nuestro compañero y la Agrupación Peronista Blanca (UPCN) junto a la Comisión de Trabajo para la recuperación de nuestra identidad y las autoridades comunales del Partido Justicialista de la Ciudad homenajearon su memoria y reafirmaron el compromiso de los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones sindicales en la construcción de la comunidad nacional, justa, libre y soberana que nos enseñará nuestro conductor, el General Juan Domingo Perón.

La dictadura militar, continuadora del golpe de 1955, tuvo como objetivo desarticular la memoria popular de nuestro pueblo y destruir las organizaciones sindicales representativas de los intereses de los trabajadores y los sectores populares.

Miles de dirigentes y trabajadores fueron encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos y eliminados por el terrorismo de Estado, hoy volvemos a demostrar que no pudieron con la voluntad y la memoria de nuestro pueblo que sigue reclamando justicia social, verdad, soberania e independencia.

Gracias a todos los organizadores y a los familiares y amigos de víctimas del terrorismo de Estado que nos acompañaron en la actividad.

74 años después.. la reconstrucción de un partido revolucionario

por Fernando Barrera*

Si bien hay una discusión en la fecha de la constitución del Partido Unico de la Revolución Nacional (PURN); un 23 de Mayo de 1946 el General Perón, recientemente electo por primera vez Presidente de la Nación, en un discurso público conmina a las organizaciones políticas que lo habian acompañado en la elección del 24 de Febrero de ese mismo año a constituirse en un partido unificado.

Hasta ese momento, tres espacios se referenciaban en la organización política del General Perón; el Partido Laborista que había sido creado en 1945 con el objeto de servir de herramienta electoral, contaba con una importante adhesión de dirigentes de carácter sindical y era liderado por Luis Gay (Presidente y dirigente del gremio telefónico), Maria Roldan y Cipriano Reyes (dirigentes del gremio de la carne), también reunía a dirigentes como Rodolfo Decker, Manuel Garcia, Jose Emilio Visca o Héctor J. Campora; la Unión Civica Radical (Junta Renovadora) o Cruzada Renovadora del radicalismo (I) entre los que se encontraban Hortensio Quijano, Armando Antille, Fernando Estrada, Arturo Jauretche, Bernardino Garaguso, John William Cooke y Eduardo Colom entre otros y los independientes que en algún caso se presentaron en las elecciones como Alianza Libertadora Nacionalista, con referentes como Juan Queraltó, Leonardo Castellani, Jose Fernandez Unsain, David Uriburu, Jose Maria Rosa (h) y Juan Puigbó entre otros.

En Junio de 1946 (II) Perón le da forma al Partido Único de la Revolución Nacional, eso significaba entonces la desaparición de las formaciones anteriores en una organización común, lo cual tuvo inmediato acatamiento del sector radical, pero no así del laborismo.

Ricardo Guardo (UCR-JR), entonces electo Presidente de la Cámara de Diputados decía al respecto «La gente que venia de cada provincia se conocía de antes, pero no sucedía lo mismo con los de las provincias diferentes e incluso como los de una provincia como Buenos Aires, donde el Partido Laborista ganó diputaciones con los hombres que se colocaron en las listas pocas horas antes de que venciera el plazo para presentarlas, entonces en los primeros momentos cada uno tenía que explicar a los otros de donde venía; en este sentido las primeras reuniones de la cámara fueron terribles por la falta de un plan y porque no había una ideología común en la gente que constituía el bloque».

Como consecuencia de todo eso se formaron distintos bloques en el congreso que expresaban al oficialismo. En el laborismo confluían dirigentes sindicales y algunos hombres de izquierda, desde socialistas moderados hasta anarquistas y algún que otro conservador; dentro de la misma conducción había matices encontrados, mientras Gay era un sindicalista de límpidos y austeros antecedentes, Reyes no tenia antecedentes previos y era de un perfil mas inorgánico y provocador. Todo ello resultaba una preocupación para el lider de la revolucion.

Domingo Mercante, electo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (III) recordaba: «Lo nuestro era muy inorgánico, todavía no estaba organizado y se hizo muy difícil gobernar en los primeros tiempos, pues las luchas de tendencias eran muy agudas. Esto se repetía en todas las legislaturas provinciales después de las elecciones. Esta fue la razón por las que algunos empezaron a proponer la unificación partidaria a través del Partido Unico de la Revolución. Yo habia tenido grandes dificultades para designar a los funcionarios cuando me hice cargo de la gobernación, por eso propuse que se formara un partido con el nombre de Peronista, como la única forma de zanjar la discusión que se daba entre los Laboristas que insistían en que el partido ya estaba formado y era el de ellos, y los radicales de la Junta Renovadora que también llevaban agua para su molino…. Perón se oponía y tuvimos que dejar pasar un tiempito. Luego llamamos a un congreso en la Provincia y formamos el partido. Hubo algunas bajas en nuestras filas, algunos diputados no aceptaron incorporarse al Partido Peronista y no recuerdo bien si hubo algún radical que regresó al radicalismo o se aparto del bloque; el hecho es que eso nos costó perder la mayoría en el Congreso Provincial»

Gay, el presidente del partido laborista se integró al PURN, Cipriano Reyes mantuvo su independencia, tiempo antes en un acto público celebrado en una plaza de la Ciudad de San Martín llegó a afirmar que » el movimiento ha superado al jefe coronel Perón«. Dias después, el 17 de Junio de 1946, una comisión especial conformada por la Convención Nacional del Partido Laborista resuelve casi por unanimidad la adhesión al Partido de la Revolución, dictando casi definitivamente su disolución.

La investigadora Elena S. Pont (IV) planteó que la resistencia de algunos dirigentes del Partido Laborista hubiera necesitado de un partido experimentado, fogueado, con tradición de lucha, para ser exitosa, en cambio el laborismo era un partido joven sin tiempo suficiente para afirmarse en el plano ideológico y político.

Muchos autores plantearon sus críticas acerca de la creación de este Partido Unico de la Revolución Nacional, y consideraron que la decision de Perón tenía un rasgo autoritario. Siguiendo a Galasso (V) «La medida adoptada por Perón constituye un rasgo de autoritarismo indudable, pero debe ser evaluada dentro de su táctica unificadora destinada a robustecer su poder.» Jorge Abelardo Ramos (VI) por su parte aclara. «Tanto el presidente como el vicepresidente del Partido Laborista, del cual Perón era el afiliado con carnet número 1, se habían vuelto contra el presidente de la República y jefe del Movimiento, Perón no tuvo mas remedio que imponer sus decisiones en el seno del frente nacional, impidiendo la consolidación de la estructura partidaria del laborismo y de la Unión Civica Radical (Junta Renovadora). En el primer año de su gobierno Perón disuelve a los partidos que lo apoyaron y crea el fantasmal Partido Único de la Revolución. La segunda fase será su eliminación bajo el nombre de Partido Peronista.» «Así fue como el gobierno asumió cada vez más un carácter abiertamente autoritario»

Sin embargo, Ramos da en la luz en dos puntos que resultan claves a esta altura. Por un lado, «La debilidad de la corriente radical Yrigoyenista incorporada al movimiento nacional de Perón, no era sino el resultado del triunfo obtenido por el imperialismo en las filas de la Unión Cívica Radical tradicional… en los cuadros del radicalismo oligárquico cuya fisonomía había sido simbolizada por Alvear», esta debilidad intrínseca del radicalismo peronista les impedía contener a los sectores de la clase media (profesionales, comerciantes, estancieros radicales) que seguían en su vision «agrarista», «prebendaria» de la realidad nacional y profundamente antiperonista.

Mientras que por el otro lado, Ramos agrega «En la medida en que la clase obrera no contaba con su propio partido y el Partido Laborista no era sino un agrupamiento circunstancial carente de vértebras, los trabajadores apoyaron directamente a Perón.» y en definitiva esa relación del líder con la masa no necesitaba de intermediación, y mucho menos a traves de un partido que solo había nacido para organizar la llegada al poder.

El 25 de Julio de 1949 Perón se dirige a 6000 delegados en el Primer Congreso del Partido Peronista que se realiza en el Luna Park: «Esta asamblea sera decisiva para el futuro peronista. Cambiamos definitivamente los antiguos procedimientos políticos, hasta hoy hemos sido nosotros también un movimiento gregario, de hoy en adelante aspiramos a ser un movimiento organizado. En este sentido, lo único que vence al tiempo es la organización.»…»El antiguo político hacia política de puestos y de favoritismo, porque como no realizaban obras de bien conjunto debía ganarse la voluntad, por lo menos, de sectores que lo apoyasen en la acción política. Como consecuencia de ese juego político, de puestos y de favoritismo, hacia la política de círculos; un político movía un círculo y otro movía otro círculo. Entre ellos luchaban hasta que uno de los círculos se imponía y de ahi salía la plana mayor encargada, no de realizar la función pública con abnegación y sacrificio, sino de disfrutar de la función pública para hacer de la Nación un organismo inmenso al servicio de sus intereses y dilapidar la riqueza del país como si se tratara de una merienda de negros.» Subraya permanentemente en este discurso la necesidad de conocer sustancialmente la doctrina y la teoría que enseña la forma de aplicación, así como analiza las formas de ejecución, el encuadramiento de la masa, la organización del movimiento y la acción del dirigente. Perón vuelve a poner sobre el tapete de la realidad del movimiento nacional la necesidad de la organización. (VII)

25 años después, Perón indicaba: «Nosotros hemos asistido a la descomposición politica argentina, consecuencia de partidos sin arraigo. …¿Que significa partido sin arraigo? …. Son partidos que no saben lo que quieren. Son fuerzas sin doctrina. … Hay que reemplazar el sectarismo político del siglo pasado y de esta mitad del siglo presente por una doctrina…. La crisis de nuestro tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades… así la sociedad tendrá que ser una armonia en la que no se produca disonancia ninguna, ni predominio de la materia ni estado de fantasia. En esta armonia que preside la Norma puede hablarse de un colectivismo logrado por la superación, por la cultura, por el equilibrio. En tal régimen no es la libertad una palabra vacía, porque viene determinada su condición por la suma de libertades y por el estado ético y moral. La justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien general, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a si mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia. (VIII)

El arraigo que Perón mencionaba en 1949 estaba en la organización de la comunidad, en la exaltación de la libertad y el bienestar general y el ordenamiento social en equilibrio y armonia con los tiempos, con los recursos y las necesidades.

En 1973 (XIX) en la CGT, frente a ese pueblo trabajador organizado que fue el sustento de su primer organización política, el General Perón indicó: «Siempre ha sido para nosotros un tabú la intervención política de las organizaciones sindicales. Todos han venido sosteniendo que la organización sindical no debe intervenir en política. Es decir, que mientras las organizaciones políticas intervienen en el proceso sindical, este no ha de intervenir en el proceso político. Dado que la organización sindical se realiza para convertirse normalmente en un factor de poder, esta premisa es totalmente falsa. El sistema demoliberal capitalista resultante que ha dominado los siglos XIX y XX estableció como premisa inicial que los sindicatos tenían tareas gremiales, pero que no podían intervenir en política. Pero la fuerza estaba precisamente en esas organizaciones políticas que eran las que decidían todo. Ha pasado el tiempo y las organizaciones sindicales han ido poco a poco progresando y adquiriendo un nivel de organización sindical en relación directa con la justicia social que han desarrollado en el medio donde actuaban y proliferaron. Pero la Justicia Social no se discute, se conquista, y se conquista sobre la base de la organización y, si es preciso, de lucha. Alcanzada esa Justicia Social, recién podemos pensar en una Comunidad Organizada a la usanza del Justicialismo.

Como vimos, desde el origen mismo de su constitución, el peronismo debe su organización a la entidad politica de los trabajadores. Ese es su objeto social y su sujeto histórico. Perón observó casi 30 años después, que ese principio de justicia social, base de una comunidad organizada, se logró allí donde el trabajador logro fortalecer su organización y su identidad; en la actividad gremial.

Observo que a través de estas organizaciones colectivas el sujeto defendió sus derechos y supo articular equilibradamente en sociedad sus intereses y obligaciones. Por ende comprendió que darle entidad política a esa organización, era la forma de vencer al tiempo y prepararse para la etapa universal.

Esta claro que esa visión estratégica de Perón quedo trunca, como sigue siendo una deuda pendiente con la historia de nuestro país la creación de un «partido revolucionario» que ponga a la sociedad argentina en un camino de justicia social y de comunidad. Hoy, proliferan los sellos partidarios, los frentes electorales, las coaliciones de gobierno que consiguen mayorías electorales; pero son cuerpos sin alma que por mas buenas orientaciones (en el mejor de los casos) carecen de doctrina y anclaje popular; son emergentes de un sistema de dependencia y de frustración social. Podría ser mucho peor, todavía hay esperanza en la construcción de la libertad y la felicidad.

*. Fernando Adrian Barrera, es abogado y dirigente de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Presidente de la Agrupación Peronista Blanca UPCN.

(I) Cruzada Renovadora del radicalismo es el nombre con el que los menciona Norberto Galaso en «Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955)» Ed. Colihue, 2015.

(II) Fecha de creación del PURN según Jose Maria Rosa en «Perón» Ed. Proa, 1987.

(III) Jose Maria Rosa, Idem.

(IV) Pont, Elena S. «Partido Laborista: Estado y sindicatos» Ed. CEAL, 1984

(V) Galaso, Obra citada.

(VI) Jorge Abelardo Ramos. «Revolución y Contrarevolución en la Argentina 5. La era del peronismo» Ed. Peña Lillo. Ed. Continente 2013.

(VII) Jose Maria Rosa, Idem

(VIII) Fragmentos de la «Comunidad Organizada». J.D.Perón 1974.

(IX) Discurso del General Peón en la CGT 2 de Noviembre de 1973.

Unidad y en comunidad

Estamos viviendo un momento de profunda crisis social y económica, consecuencia de una política que desde hace años viene golpeando a la gran mayoría del pueblo argentino, que nos condenó a vivir con un alto porcentaje de informalidad, desempleo y pobreza, poniendo en riesgo el futuro de nuestros hijos y la desintegración de nuestra sociedad.

Luego de avanzar hacia una salida electoral el año anterior, comenzamos este 2020 esperanzados en poder reencontrar caminos de reconstrucción de nuestro tejido social, para después comenzar un proceso de crecimiento colectivo que nos vuelva a poner en el camino del desarrollo.

Pero a la vuelta de la esquina de la historia, nos cruzamos con un flagelo que con mucha violencia y rapidez puso contra las cuerdas la organización, el funcionamiento y la institucionalidad del mundo oriental y occidental, transformándose no solo en un causante de muerte de vidas humanas, sino también en un interpelador de las relaciones de igualdad, de las condiciones de equidad social, de los sistemas de seguridad social y de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista, tal como hoy lo conocemos.

El COVID-19, transformo nuestra cotidianeidad y modificó el funcionamiento de la economía mundial y de las relaciones de producción en cada una de las latitudes, dejando en evidencia, cruda en muchos casos, el desamparo, la desprotección de los grupos de riesgo y de aquellos sectores de la periferia del sistema económico que apenas logran arañar, en muy pocos casos, las condiciones de supervivencia dentro del mercado.

Es así, que se ha desatado una pandemia, que no solo pone en riesgo la salud física de la población, sino que también, expresa la matriz espiritual de un modelo de exclusión, aislamiento e individualidad que impide el desarrollo colectivo de la comunidad; que nos enrostra hasta donde nos hemos olvidado del sujeto social, de la organización comunitaria, de la solidaridad, del pensamiento colectivo, de la integración o dicho de otra forma; de la humanidad misma y su relación con el entorno social, político, natural y económico que la rodea.

Algunos van a intentar aprovechar esto para profundizar la desigualdad, nosotros debemos denunciarlo y militar por una sociedad mas justa, donde se proteja al trabajo y se apueste por la inclusión.

Frente a esto, el gobierno argentino, y la mayoría de los gobiernos, a sus tiempos y en sus condiciones, reaccionaron aplicando medidas, en la mayoría de las veces correctas y satisfactorias para afrontar la crisis sanitaria devengada de la mortalmente veloz propagación del virus; pero a partir de ahora nos queda reconstruir los valores y la organización de la comunidad, poniendo al pueblo en acción para vencer sus principales consecuencias sociales y económicas que nos afectan.

Solo el concierto armónico de las instituciones de la sociedad, debidamente fortalecidas, protegidas y activadas, pueden generar las condiciones para salir de esta crisis humanitaria, económica, pero por sobre todas las cosas moral, que nos legó el sálvese quien pueda, la concentración del poder, la desigualdad y la imposición de minorías, sobre el destino común de los hombres, los pueblos y sus comunidades.

Creemos que es posible reconstruir verdaderamente nuestra comunidad, y con ese fin tenemos que empezar por escucharnos, conocernos y unirnos. Conscientes que algunos querrán seguir protegiendo sus privilegios, debemos convocar a la mayoría popular a la construcción del destino común.

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