Homenaje a Roberto Repetto

En la noche del 22 de Marzo de 1978 fue sustraído por la fuerza de su casa en el barrio de Caballito de la Ciudad de Buenos Aires por un grupo de tareas, transformándose desde ese día en uno más de los 30.000 desaparecidos por el terrorismo de Estado durante la última dictadura cívico militar que gobernó en nuestro país desde 1976 a 1983.

Roberto era dirigente de nuestra querida Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), representante de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales y miembro de la Juventud Peronista.

Este 22 de Marzo se cumplieron 44 años de la desaparición física de nuestro compañero y la Agrupación Peronista Blanca (UPCN) junto a la Comisión de Trabajo para la recuperación de nuestra identidad y las autoridades comunales del Partido Justicialista de la Ciudad homenajearon su memoria y reafirmaron el compromiso de los trabajadores y trabajadoras y sus organizaciones sindicales en la construcción de la comunidad nacional, justa, libre y soberana que nos enseñará nuestro conductor, el General Juan Domingo Perón.

La dictadura militar, continuadora del golpe de 1955, tuvo como objetivo desarticular la memoria popular de nuestro pueblo y destruir las organizaciones sindicales representativas de los intereses de los trabajadores y los sectores populares.

Miles de dirigentes y trabajadores fueron encarcelados, torturados, asesinados, desaparecidos y eliminados por el terrorismo de Estado, hoy volvemos a demostrar que no pudieron con la voluntad y la memoria de nuestro pueblo que sigue reclamando justicia social, verdad, soberania e independencia.

Gracias a todos los organizadores y a los familiares y amigos de víctimas del terrorismo de Estado que nos acompañaron en la actividad.

11 de junio de 1580: Juan de Garay funda Buenos Aires*


Desde el fallido intento de Pedro de Mendoza, que no pasó de tener vida más que cuatro o cinco años –entre 1536 y 1541− , la Corona tardaría cuarenta años en concretar la tan necesaria repoblación de Buenos Aires.

El reclutamiento de voluntarios para la refundación de Buenos Aires se pregonó en Asunción del Paraguay –fundada en 1537− y en Santa Fe –que databa de 1573-. Para atraer pobladores, Garay ofreció todo tipo de beneficios: mercedes de tierra, encomiendas de indios y aprovechamiento del ganado caballar existente a quienes “por su cuenta y minción” fueran a poblar el puerto rioplatense con sus familias, ganado, armamento y aperos de labranza. Dada la sabida carencia de tribus agricultoras que aseguraran el sustento, Garay reconoció –en términos concretos– solo la propiedad de los caballos mostrencos, única posibilidad económica real, aunque resultara evidentemente precaria.

Mucho más que 65 fudadores


Se suele decir que a Buenos Aires la fundaron 65 personas pero hay en eso un error, que es el de considerar solo a quienes, según la Corona, eran personas con todos los derechos. El contingente que partió de Asunción el 5 de marzo y realizó la travesía fue ampliamente superior a doscientas personas a las que hay que agregar las que se sumaron o desertaron en el trayecto. Tras pasar por Santa Fe, aquellos 65 individuos “propietarios” y sus acompañantes llegaron a las costas del Río de la Plata. De este grupo de “agraciados”, solo diez eran peninsulares y una de ellos, Ana Díaz, la única mujer mayor y soltera. El resto, aproximadamente 50 hombres, eran “mancebos de la tierra” nativos del Paraguay, que, por lo general, conocían y hablaban el castellano y el guaraní. Sus esposas e hijos, que por entonces no se contaban como pobladores, permiten elevar la cifra de fundadores a una centena, por lo cual también resulta un error común afirmar que la “única mujer” fue Ana Díaz: ella era la única viuda o soltera mayor de 25 años, vecina por derecho propio.
El contingente se completó con unos 200 guaraníes, muchos de ellos trasladados también con sus familias. El ganado, unos 300 vacunos y bueyes arrastrando carretas, custodiado por dieciocho soldados, fue traído por tierra. Los restantes expedicionarios llegaron por barco, mientras que los bastimentos (suministros y provisiones) y caballos lo hicieron en cuarenta balsas y numerosas canoas.


La Santísima Trinidad, con San Martín como patrono.


El 29 de mayo, día de la Santísima Trinidad, los navegantes arribaron a la antigua boca del Riachuelo, cerca de la actual calle Hipólito Yrigoyen, detrás de la Casa Rosada. Tuvieron que esperar más de una semana el arribo de la expedición terrestre.
Plantada una cruz en el sitio que se asignó para Iglesia Mayor, luego de que Garay designara a los alcaldes y éstos juraran debidamente, se enarboló un palo por Rollo “para que sirva de árbol de justicia” y Garay mandó que ninguna persona “sea osada de lo quitar vatir ni mudar so pena de muerte”. Representando al adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón y en cumplimiento de lo acordado con el Rey, “en nombre de Su Majestad tomava e tomo posesión de la dicha ciudad e de todas estas provincias leste ueste norte sur” y en prueba de ello, tomó su espada, cortó hierbas y tiró cuchilladas. Preguntó entonces si alguno lo contradecía. Como nadie contestó, dio por terminado el acto.


Aquel 11 de junio de 1580 quedó de este modo fundada el nuevo poblado. Esta vez la futura población fue bautizada con el nombre de “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires”. El reparto de solares, chacras y suertes de estancias no se realizó sino hasta fines de octubre. Se estima que, junto con el trazado de los cuarteles y manzanas y el recorrido de las calles, se dio origen, ese mismo año, a la calle más antigua y larga, llamada por su fundador el “Camino de Santa Fe”, de un trazado paralelo al río y que no es otra que la conocida avenida homónima de Capital conocida hace unas décadas como “la gran vía del Norte”.


Conforme a las disposiciones reales, la ciudad contaría con ciento treinta y cinco manzanas de 140 varas por lado y calles de 11 varas de ancho, dentro de un rectángulo de quince manzanas de frente al Este, sobre la barranca del río, por un fondo de nueve cuadras al Oeste. Tendría un ejido de cinco manzanas −un campo común de todos los vecinos para labranza y establecimiento de las eras−, ubicado entre las actuales Viamonte y Arenales, por una legua de largo. Para atender las tareas portuarias se estableció un segundo ejido sobre la barranca, paralelo al río, desde la altura de 25 de Mayo-Balcarce y entre la avenida Belgrano y Bartolomé Mitre.

A pesar de ser minoría notable, los españoles peninsulares ocuparon la mayoría de los cargos; solo dos de ellos, un regidor y el procurador, eran americanos.
Por sorteo realizado el 20 de octubre de 1580 quedó designado como patrono de la Ciudad San Martín de Tours. Se dice que el sorteo se realizó tres veces porque a todos les disgustó que, al sacar los papeles de un sombrero, saliera elegido un santo extranjero. Pero el nombre de San Martín salió tres veces seguidas y Garay debió aceptar su suerte. Era la de una tercera revelación…


“Abrir las puerta de la tierra”


La segunda fundación de Buenos Aires, concretada por Juan de Garay a nombre de Torres de Vera y Aragón, consolidó el proyecto dinamizado desde el Plata, e hizo realidad aquella máxima acuñada por el propio Garay de “abrir las puertas de la tierra” para un inmenso territorio, con un puerto cercano al mar. Permitió así la emancipación del “Río de la Plata” respecto del Perú aunque, formalmente, el territorio sería por mucho tiempo parte de su Virreinato.

En 1588, el mismo Juan Torres de Vera y Aragón fundó Corrientes y, de ese modo, la línea de asentamientos sobre el Paraná –Buenos Aires-Santa Fe-Corrientes-Asunción– aseguró una presencia continua en el Litoral, puntos de defensa encadenados para enfrentar la ambición portuguesa y asegurando una línea de transporte fluvial rápida y eficaz.
Por su parte, Santa Fe, la ciudad que Garay sentía como propia, será durante mucho tiempo más importante que Buenos Aires. Funcionaba como puerto de comunicación del Paraguay con el Tucumán y logró la más importante producción agropecuaria del Litoral. Cuando se instalen las misiones jesuíticas, la procuraduría –los responsables de administrar y comerciar excedentes económicos como los de yerba y madera a las zonas mineras– se ubicará también en Santa Fe, en línea directa con Córdoba la ciudad geopolíticamente más crucial.


Nuevos Aires.


Otro es el “país” que encuentra Garay respecto de aquel “puerto del hambre” de pésima fama abandonado hacía cuarenta años por los últimos pobladores llegados con Pedro de Mendoza. El campo aparecía “brioso”, cubierto por “más de ochenta mil cabezas de caballos, yeguas y potros”; y los indios que antes eran “tan ligeros que alcanzaban un venado por pies”, los boleaban ahora de a caballo. Dos generaciones habían alcanzado para convertirlos en diestros jinetes. Cuando el poblador nativo saltó sobre el caballo, desprendiendo sus plantas del suelo vivió una transformación decisiva, revolucionaria para su vida. Por un lado, dispuso de la carne de potro, que se convertirá en su alimento preferido y, por otro, le facilitó la caza de venados, gamas, guanacos y avestruces, que quedaron “a su merced”. Además, la abundancia de pieles proporcionó relativo bienestar a su existencia. Finalmente, la distancia, un escollo insalvable hasta entonces −como si se tratara de autopistas modernas− “se redujo a cuestión de tiempo”, como dice Maud de Ridder de Zemborain.
El indio de las pampas contó con un elemento de transporte para trasladar a grandes distancias a su familia, el toldo que constituía su morada y llevar pesos considerables. “No hubo ya lugar del territorio para él inaccesible: lanzose a la llanura, cruzó ríos y torrentes, se internó en las travesías, penetró en la cordillera por los pasos del Sur y hacia Oriente llegó hasta donde concluía la tierra y contempló el mar. Tomó posesión plena del desierto, y entabló relación con sus semejantes –comerció con pueblos distantes− y pudo “visitar a los cristianos de otras poblaciones” como Córdoba, Tucumán o Mendoza” y vio “a las mujeres blancas”.
Como dijimos antes, Garay repartió los indios del lugar entre los fundadores, como si fueran propiedad privada suya y del Rey, “en alguna recompensa de todos los gastos y trabajos que han tenido en la dicha población”. Pero “por lo poco que se podía hacer con ellos” no resultó un beneficio muy fructífero. Cada encomienda implicaba un cacique con su tribu. Solo dos de estas encomiendas subsistieron algunos años, las de los caciques Tubichaminí y Bagual. “Del primero –recuerda Maud de Ridder−, queda su recuerdo en un río del departamento de Magdalena, y del segundo su nombre pasó a identificar un caballo a su semejanza ‘bravo e indómito’, pues este cacique, harto un día “’del rigor de sus amos’, se alzó con su tribu galopando libre por la pampa abierta”. Algo nos dejó su espíritu indómito: hoy se llama bagual al caballo redomón.

*Nota tomada de LaNueva.com

74 años después.. la reconstrucción de un partido revolucionario

por Fernando Barrera*

Si bien hay una discusión en la fecha de la constitución del Partido Unico de la Revolución Nacional (PURN); un 23 de Mayo de 1946 el General Perón, recientemente electo por primera vez Presidente de la Nación, en un discurso público conmina a las organizaciones políticas que lo habian acompañado en la elección del 24 de Febrero de ese mismo año a constituirse en un partido unificado.

Hasta ese momento, tres espacios se referenciaban en la organización política del General Perón; el Partido Laborista que había sido creado en 1945 con el objeto de servir de herramienta electoral, contaba con una importante adhesión de dirigentes de carácter sindical y era liderado por Luis Gay (Presidente y dirigente del gremio telefónico), Maria Roldan y Cipriano Reyes (dirigentes del gremio de la carne), también reunía a dirigentes como Rodolfo Decker, Manuel Garcia, Jose Emilio Visca o Héctor J. Campora; la Unión Civica Radical (Junta Renovadora) o Cruzada Renovadora del radicalismo (I) entre los que se encontraban Hortensio Quijano, Armando Antille, Fernando Estrada, Arturo Jauretche, Bernardino Garaguso, John William Cooke y Eduardo Colom entre otros y los independientes que en algún caso se presentaron en las elecciones como Alianza Libertadora Nacionalista, con referentes como Juan Queraltó, Leonardo Castellani, Jose Fernandez Unsain, David Uriburu, Jose Maria Rosa (h) y Juan Puigbó entre otros.

En Junio de 1946 (II) Perón le da forma al Partido Único de la Revolución Nacional, eso significaba entonces la desaparición de las formaciones anteriores en una organización común, lo cual tuvo inmediato acatamiento del sector radical, pero no así del laborismo.

Ricardo Guardo (UCR-JR), entonces electo Presidente de la Cámara de Diputados decía al respecto «La gente que venia de cada provincia se conocía de antes, pero no sucedía lo mismo con los de las provincias diferentes e incluso como los de una provincia como Buenos Aires, donde el Partido Laborista ganó diputaciones con los hombres que se colocaron en las listas pocas horas antes de que venciera el plazo para presentarlas, entonces en los primeros momentos cada uno tenía que explicar a los otros de donde venía; en este sentido las primeras reuniones de la cámara fueron terribles por la falta de un plan y porque no había una ideología común en la gente que constituía el bloque».

Como consecuencia de todo eso se formaron distintos bloques en el congreso que expresaban al oficialismo. En el laborismo confluían dirigentes sindicales y algunos hombres de izquierda, desde socialistas moderados hasta anarquistas y algún que otro conservador; dentro de la misma conducción había matices encontrados, mientras Gay era un sindicalista de límpidos y austeros antecedentes, Reyes no tenia antecedentes previos y era de un perfil mas inorgánico y provocador. Todo ello resultaba una preocupación para el lider de la revolucion.

Domingo Mercante, electo Gobernador de la Provincia de Buenos Aires (III) recordaba: «Lo nuestro era muy inorgánico, todavía no estaba organizado y se hizo muy difícil gobernar en los primeros tiempos, pues las luchas de tendencias eran muy agudas. Esto se repetía en todas las legislaturas provinciales después de las elecciones. Esta fue la razón por las que algunos empezaron a proponer la unificación partidaria a través del Partido Unico de la Revolución. Yo habia tenido grandes dificultades para designar a los funcionarios cuando me hice cargo de la gobernación, por eso propuse que se formara un partido con el nombre de Peronista, como la única forma de zanjar la discusión que se daba entre los Laboristas que insistían en que el partido ya estaba formado y era el de ellos, y los radicales de la Junta Renovadora que también llevaban agua para su molino…. Perón se oponía y tuvimos que dejar pasar un tiempito. Luego llamamos a un congreso en la Provincia y formamos el partido. Hubo algunas bajas en nuestras filas, algunos diputados no aceptaron incorporarse al Partido Peronista y no recuerdo bien si hubo algún radical que regresó al radicalismo o se aparto del bloque; el hecho es que eso nos costó perder la mayoría en el Congreso Provincial»

Gay, el presidente del partido laborista se integró al PURN, Cipriano Reyes mantuvo su independencia, tiempo antes en un acto público celebrado en una plaza de la Ciudad de San Martín llegó a afirmar que » el movimiento ha superado al jefe coronel Perón«. Dias después, el 17 de Junio de 1946, una comisión especial conformada por la Convención Nacional del Partido Laborista resuelve casi por unanimidad la adhesión al Partido de la Revolución, dictando casi definitivamente su disolución.

La investigadora Elena S. Pont (IV) planteó que la resistencia de algunos dirigentes del Partido Laborista hubiera necesitado de un partido experimentado, fogueado, con tradición de lucha, para ser exitosa, en cambio el laborismo era un partido joven sin tiempo suficiente para afirmarse en el plano ideológico y político.

Muchos autores plantearon sus críticas acerca de la creación de este Partido Unico de la Revolución Nacional, y consideraron que la decision de Perón tenía un rasgo autoritario. Siguiendo a Galasso (V) «La medida adoptada por Perón constituye un rasgo de autoritarismo indudable, pero debe ser evaluada dentro de su táctica unificadora destinada a robustecer su poder.» Jorge Abelardo Ramos (VI) por su parte aclara. «Tanto el presidente como el vicepresidente del Partido Laborista, del cual Perón era el afiliado con carnet número 1, se habían vuelto contra el presidente de la República y jefe del Movimiento, Perón no tuvo mas remedio que imponer sus decisiones en el seno del frente nacional, impidiendo la consolidación de la estructura partidaria del laborismo y de la Unión Civica Radical (Junta Renovadora). En el primer año de su gobierno Perón disuelve a los partidos que lo apoyaron y crea el fantasmal Partido Único de la Revolución. La segunda fase será su eliminación bajo el nombre de Partido Peronista.» «Así fue como el gobierno asumió cada vez más un carácter abiertamente autoritario»

Sin embargo, Ramos da en la luz en dos puntos que resultan claves a esta altura. Por un lado, «La debilidad de la corriente radical Yrigoyenista incorporada al movimiento nacional de Perón, no era sino el resultado del triunfo obtenido por el imperialismo en las filas de la Unión Cívica Radical tradicional… en los cuadros del radicalismo oligárquico cuya fisonomía había sido simbolizada por Alvear», esta debilidad intrínseca del radicalismo peronista les impedía contener a los sectores de la clase media (profesionales, comerciantes, estancieros radicales) que seguían en su vision «agrarista», «prebendaria» de la realidad nacional y profundamente antiperonista.

Mientras que por el otro lado, Ramos agrega «En la medida en que la clase obrera no contaba con su propio partido y el Partido Laborista no era sino un agrupamiento circunstancial carente de vértebras, los trabajadores apoyaron directamente a Perón.» y en definitiva esa relación del líder con la masa no necesitaba de intermediación, y mucho menos a traves de un partido que solo había nacido para organizar la llegada al poder.

El 25 de Julio de 1949 Perón se dirige a 6000 delegados en el Primer Congreso del Partido Peronista que se realiza en el Luna Park: «Esta asamblea sera decisiva para el futuro peronista. Cambiamos definitivamente los antiguos procedimientos políticos, hasta hoy hemos sido nosotros también un movimiento gregario, de hoy en adelante aspiramos a ser un movimiento organizado. En este sentido, lo único que vence al tiempo es la organización.»…»El antiguo político hacia política de puestos y de favoritismo, porque como no realizaban obras de bien conjunto debía ganarse la voluntad, por lo menos, de sectores que lo apoyasen en la acción política. Como consecuencia de ese juego político, de puestos y de favoritismo, hacia la política de círculos; un político movía un círculo y otro movía otro círculo. Entre ellos luchaban hasta que uno de los círculos se imponía y de ahi salía la plana mayor encargada, no de realizar la función pública con abnegación y sacrificio, sino de disfrutar de la función pública para hacer de la Nación un organismo inmenso al servicio de sus intereses y dilapidar la riqueza del país como si se tratara de una merienda de negros.» Subraya permanentemente en este discurso la necesidad de conocer sustancialmente la doctrina y la teoría que enseña la forma de aplicación, así como analiza las formas de ejecución, el encuadramiento de la masa, la organización del movimiento y la acción del dirigente. Perón vuelve a poner sobre el tapete de la realidad del movimiento nacional la necesidad de la organización. (VII)

25 años después, Perón indicaba: «Nosotros hemos asistido a la descomposición politica argentina, consecuencia de partidos sin arraigo. …¿Que significa partido sin arraigo? …. Son partidos que no saben lo que quieren. Son fuerzas sin doctrina. … Hay que reemplazar el sectarismo político del siglo pasado y de esta mitad del siglo presente por una doctrina…. La crisis de nuestro tiempo es materialista. Hay demasiados deseos insatisfechos, porque la primera luz de la cultura moderna se ha esparcido sobre los derechos y no sobre las obligaciones; ha descubierto lo que es bueno poseer mejor que el buen uso que se ha de dar a lo poseído o a las propias facultades… así la sociedad tendrá que ser una armonia en la que no se produca disonancia ninguna, ni predominio de la materia ni estado de fantasia. En esta armonia que preside la Norma puede hablarse de un colectivismo logrado por la superación, por la cultura, por el equilibrio. En tal régimen no es la libertad una palabra vacía, porque viene determinada su condición por la suma de libertades y por el estado ético y moral. La justicia no es un término insinuador de violencia, sino una persuasión general; y existe entonces un régimen de alegría, porque donde lo democrático puede robustecerse en la comprensión universal de la libertad y el bien general, es donde, con precisión, puede el individuo realizarse a si mismo, hallar de un modo pleno su euforia espiritual y la justificación de su existencia. (VIII)

El arraigo que Perón mencionaba en 1949 estaba en la organización de la comunidad, en la exaltación de la libertad y el bienestar general y el ordenamiento social en equilibrio y armonia con los tiempos, con los recursos y las necesidades.

En 1973 (XIX) en la CGT, frente a ese pueblo trabajador organizado que fue el sustento de su primer organización política, el General Perón indicó: «Siempre ha sido para nosotros un tabú la intervención política de las organizaciones sindicales. Todos han venido sosteniendo que la organización sindical no debe intervenir en política. Es decir, que mientras las organizaciones políticas intervienen en el proceso sindical, este no ha de intervenir en el proceso político. Dado que la organización sindical se realiza para convertirse normalmente en un factor de poder, esta premisa es totalmente falsa. El sistema demoliberal capitalista resultante que ha dominado los siglos XIX y XX estableció como premisa inicial que los sindicatos tenían tareas gremiales, pero que no podían intervenir en política. Pero la fuerza estaba precisamente en esas organizaciones políticas que eran las que decidían todo. Ha pasado el tiempo y las organizaciones sindicales han ido poco a poco progresando y adquiriendo un nivel de organización sindical en relación directa con la justicia social que han desarrollado en el medio donde actuaban y proliferaron. Pero la Justicia Social no se discute, se conquista, y se conquista sobre la base de la organización y, si es preciso, de lucha. Alcanzada esa Justicia Social, recién podemos pensar en una Comunidad Organizada a la usanza del Justicialismo.

Como vimos, desde el origen mismo de su constitución, el peronismo debe su organización a la entidad politica de los trabajadores. Ese es su objeto social y su sujeto histórico. Perón observó casi 30 años después, que ese principio de justicia social, base de una comunidad organizada, se logró allí donde el trabajador logro fortalecer su organización y su identidad; en la actividad gremial.

Observo que a través de estas organizaciones colectivas el sujeto defendió sus derechos y supo articular equilibradamente en sociedad sus intereses y obligaciones. Por ende comprendió que darle entidad política a esa organización, era la forma de vencer al tiempo y prepararse para la etapa universal.

Esta claro que esa visión estratégica de Perón quedo trunca, como sigue siendo una deuda pendiente con la historia de nuestro país la creación de un «partido revolucionario» que ponga a la sociedad argentina en un camino de justicia social y de comunidad. Hoy, proliferan los sellos partidarios, los frentes electorales, las coaliciones de gobierno que consiguen mayorías electorales; pero son cuerpos sin alma que por mas buenas orientaciones (en el mejor de los casos) carecen de doctrina y anclaje popular; son emergentes de un sistema de dependencia y de frustración social. Podría ser mucho peor, todavía hay esperanza en la construcción de la libertad y la felicidad.

*. Fernando Adrian Barrera, es abogado y dirigente de la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN). Presidente de la Agrupación Peronista Blanca UPCN.

(I) Cruzada Renovadora del radicalismo es el nombre con el que los menciona Norberto Galaso en «Perón. Formación, ascenso y caída (1893-1955)» Ed. Colihue, 2015.

(II) Fecha de creación del PURN según Jose Maria Rosa en «Perón» Ed. Proa, 1987.

(III) Jose Maria Rosa, Idem.

(IV) Pont, Elena S. «Partido Laborista: Estado y sindicatos» Ed. CEAL, 1984

(V) Galaso, Obra citada.

(VI) Jorge Abelardo Ramos. «Revolución y Contrarevolución en la Argentina 5. La era del peronismo» Ed. Peña Lillo. Ed. Continente 2013.

(VII) Jose Maria Rosa, Idem

(VIII) Fragmentos de la «Comunidad Organizada». J.D.Perón 1974.

(IX) Discurso del General Peón en la CGT 2 de Noviembre de 1973.

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