Vuelta a clases: necesarias, pero con cuidados

por Fernando A. Barrera

Uno de los puntos cruciales que estaban esperando los porteños respecto al levantamiento de las restricciones impuestas en 2020 por la pandemia de coronavirus, era el regreso a las aulas por parte de los alumnos en edad escolar. A fines de febrero comenzó el ciclo lectivo y paulatinamente los jóvenes van retomando la educación presencial.

Este regreso debe estar marcado por el respeto por parte de la comunidad educativa, sostenido a lo largo del tiempo, de los protocolos correspondientes para así tratar de evitar al máximo la circulación del virus. Entendiendo la presencialidad como una característica fundamental en la calidad del aprendizaje, la importancia que tiene en la sociabilización de los menores y su bienestar emocional, hay que aprender a interactuar en las instituciones de la educación bajo las nuevas metodologías de cuidados y prevención sanitarias, para no tener que interrumpir nuevamente la asistencia a las escuelas.

Las autoridades deben prever acondicionar las instalaciones de las instituciones educativas públicas y debe velar por que las instituciones privadas cumplan con los protocolos de seguridad y sanitarios correspondientes que prevengan la posibilidad de contagios. También se debe incorporar a los trabajadores de la educación dentro del plan de vacunación como personal esencial y garantizar condiciones laborales adecuadas a esta nueva normalidad.

Si bien la presencialidad es y debe ser el vector del sistema, ello no quiere decir que la virtualidad deja de existir. Esa es una herramienta que los alumnos y docentes pueden manejar a la perfección, acorde a los tiempos tecnológicos que se viven y utilizarla en casos que amerite. Para que ello suceda, las autoridades tienen que trabajar en la mejora del acceso familiar a computadores, equipamiento y garantizar una conectividad a precios accesibles y de calidad.

En tanto, que los estudiantes retomen su rutina en el colegio permite a sus padres poder volver a organizar una logística familiar y laboral en base a los horarios de actividades de cada uno, y ellos también recuperen la presencialidad en sus empleos. Es por esto, que este regreso a las clases la tenemos que implementar con responsabilidad entre todos.

Unidad y en comunidad

Estamos viviendo un momento de profunda crisis social y económica, consecuencia de una política que desde hace años viene golpeando a la gran mayoría del pueblo argentino, que nos condenó a vivir con un alto porcentaje de informalidad, desempleo y pobreza, poniendo en riesgo el futuro de nuestros hijos y la desintegración de nuestra sociedad.

Luego de avanzar hacia una salida electoral el año anterior, comenzamos este 2020 esperanzados en poder reencontrar caminos de reconstrucción de nuestro tejido social, para después comenzar un proceso de crecimiento colectivo que nos vuelva a poner en el camino del desarrollo.

Pero a la vuelta de la esquina de la historia, nos cruzamos con un flagelo que con mucha violencia y rapidez puso contra las cuerdas la organización, el funcionamiento y la institucionalidad del mundo oriental y occidental, transformándose no solo en un causante de muerte de vidas humanas, sino también en un interpelador de las relaciones de igualdad, de las condiciones de equidad social, de los sistemas de seguridad social y de las relaciones de poder dentro del sistema capitalista, tal como hoy lo conocemos.

El COVID-19, transformo nuestra cotidianeidad y modificó el funcionamiento de la economía mundial y de las relaciones de producción en cada una de las latitudes, dejando en evidencia, cruda en muchos casos, el desamparo, la desprotección de los grupos de riesgo y de aquellos sectores de la periferia del sistema económico que apenas logran arañar, en muy pocos casos, las condiciones de supervivencia dentro del mercado.

Es así, que se ha desatado una pandemia, que no solo pone en riesgo la salud física de la población, sino que también, expresa la matriz espiritual de un modelo de exclusión, aislamiento e individualidad que impide el desarrollo colectivo de la comunidad; que nos enrostra hasta donde nos hemos olvidado del sujeto social, de la organización comunitaria, de la solidaridad, del pensamiento colectivo, de la integración o dicho de otra forma; de la humanidad misma y su relación con el entorno social, político, natural y económico que la rodea.

Algunos van a intentar aprovechar esto para profundizar la desigualdad, nosotros debemos denunciarlo y militar por una sociedad mas justa, donde se proteja al trabajo y se apueste por la inclusión.

Frente a esto, el gobierno argentino, y la mayoría de los gobiernos, a sus tiempos y en sus condiciones, reaccionaron aplicando medidas, en la mayoría de las veces correctas y satisfactorias para afrontar la crisis sanitaria devengada de la mortalmente veloz propagación del virus; pero a partir de ahora nos queda reconstruir los valores y la organización de la comunidad, poniendo al pueblo en acción para vencer sus principales consecuencias sociales y económicas que nos afectan.

Solo el concierto armónico de las instituciones de la sociedad, debidamente fortalecidas, protegidas y activadas, pueden generar las condiciones para salir de esta crisis humanitaria, económica, pero por sobre todas las cosas moral, que nos legó el sálvese quien pueda, la concentración del poder, la desigualdad y la imposición de minorías, sobre el destino común de los hombres, los pueblos y sus comunidades.

Creemos que es posible reconstruir verdaderamente nuestra comunidad, y con ese fin tenemos que empezar por escucharnos, conocernos y unirnos. Conscientes que algunos querrán seguir protegiendo sus privilegios, debemos convocar a la mayoría popular a la construcción del destino común.

Blog de WordPress.com.

Subir ↑